Capítulo 12

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No me lo digas, porque duele.




Cuando Max decidió dar una vuelta por el edificio, la tarde del sábado, Jewelry decidió acompañarla, pues no tenía nada mejor que hacer. Aunque Alaric hubiese perdido un cliente, aún tenía mucho trabajo que hacer durante el fin de semana y, sin él en el apartamento para molestarlo- o viceversa- ella se aburría mucho.

 —Entonces, ¿Ha empezado a gustarte? —Preguntó Max, llevándose una de las galletas hechas a mano por las exploradoras, a la boca.

 —Ya no te quejas tanto de él como antes —Añadió Kyle.

Jewelry miró al médico de cabello rubio.

 —¿Por qué estás aquí?

El trío estaba en el tejado, en la piscina que había en todo lo alto, que ofrecía vistas a toda la ciudad y que se abría en los meses de verano y primavera. Sin embargo, a finales de octubre ya no había nadie para darse un baño, pues todos esperarían hasta mediados de marzo para hacerlo.

 —Por el mismo motivo que tú, cariño —Contestó él, robándole una galleta a Max. Sus protestas se convirtieron en un gruñido vago, dado que sus carrillos parecían los de un hámster, llenos de comida —Porque no hay nada que hacer.

Jewelry estaba muy excitada por los planes que tenía para esa noche. No iba a beber hasta desmayarse, pero eso no significaba que no fuera a pasárselo bien. Además, había convencido a Max para salir con ellas y estaba deseando ver cómo se comportaba habiendo bebido. Kendall había prometido ser la conductora sobria; la idea de estas con tres chicas de voluptuosos pechos durante toda la noche era motivo más que suficiente para llevarlas en coche a donde quisieran.

 —¿A qué viene la ropa de Lily? —Preguntó Jewelry a Kyle, después de haber visto a la joven vestida con algo que no era en absoluto apropiado para una tarde como ésa.

 —¿Qué le ocurre?

 —¿No es algo exagerada para una niña de su edad?

Max examinó la caja de galletas.

 —Es cosa de Sawyer, que es un pringado. Después de que sus padres se separasen, ha dejado que Lily haga lo que le dé la gana, porque no quiere que le odie a él también —Entonces, metió la cabeza en la caja, llenándose de migas.

 —Eso es ridículo —Murmuró Jewelry mirando a la ciudad —Así sólo conseguirá que se convierta en una zorra pesada y él se culpará por ello —En realidad, le preocupaba bastante que eso ocurriera; esa clase de vida no estaba hecha para alguien tan fuerte e inteligente como Lily.

Kyle sonrió.

 —Hablas como si fueras la indicada para aclararles las cosas, ¿eh? —Se acercó a ellas —Hablando de Sawyer, acabo de verlo yendo con un ramo de flores, hacia el tercer piso —entrecerró los ojos de manera sugerente—Y todos sabemos a dónde iba, ¿verdad?

 —Yo no. ¿A dónde? —Preguntó Jewelry, mirando a las personas mejor informadas de Las Noches.

Max sonrió y agitó las piernas.

 —Sawyer está muy enamorado de la señorita Amanda. Siempre intenta que salga con él —la joven enrolló un mechó de su cabello en el dedo índice —Y es muy triste, porque a la señorita Amanda también le gusta, pero está muy... ¡acomplejada, ésa es la palabra! Cree que no es guapa.

Jewelry apartó la vista.

 —Será porque no tiene espejos —Una de las ventajas de no ser romántica era que podía adivinar perfectamente cuándo la gente que la rodeaba decía tonterías. ¿Amanda acomplejada? Si podía ser una puta modelo —Por cierto, para ser unos cotillas, saben muy pocas cosas en lo que respecta a Alaric —sí, el verdadero motivo por el que iba a pasar la tarde con ellos era para que le ayudasen a resolver el misterio que rodeaba la vida de Alaric, pero resultó ser que ellos sabían menos que ella.

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