Capítulo 28

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Capítulo largo :3 

Sinceridad

La mañana del 2 de diciembre había empezado a nevar cuando Jewelry se despertó, levantándose de la cama como si fuera el Día de Navidad. Estaba a punto de tachar otra cosa de su lista de cosas por hacer: decorar el árbol, algo en lo que no se había molestado desde el invierno anterior a la muerte de Vincent. Poner juntos el árbol era una de sus tradiciones favoritas- aunque nunca pudieron permitirse comprar uno de verdad- completándolo con las luces, decidiendo dónde deberían ir los ornamentos, discutiendo acerca de quién debía de poner la estrella en lo alto y pasando Nochebuena bajo su brillo, viendo los especiales de Navidad que ponían por la tele y cantando villancicos hasta las dos de la mañana.

La nueva televisión que se habían comprado el Viernes Negro estaba llamando su atención y su pantalla de cincuenta pulgadas la hipnotizó, derritiéndose con los canales en HD. Cuando se habían hecho con ella el día después de Acción de Gracias y decidieron probarla instalando El Señor de los Anillos en blu-ray, ambos acabaron con increíbles dolores de cabeza. Sin embargo, eso no impidió que pasaran el resto del día viendo la trilogía entera, a pesar de estar muertos de cansancio. Entonces, la pelirroja se arrojó sobre el sofá, tanteándolo hasta encontrar el mando a distancia y encenderla.

¿Sólo eran las siete de la mañana? No se había dado cuenta al despertarse y, al parecer, su cuerpo tampoco, a juzgar por lo despejada y activa que se encontraba. Al menos, las noticias le harían compañía; la previsión del tiempo anunció nevadas durante todo el día y temperaturas no superiores a bajo cero. Jewelry lo habría escuchado sin problemas, pero estaba demasiado ocupada fijándose en cada arruga, poro y mechón de pelo de los presentadores.

Entonces, la joven decidió darse una ducha, pero tuvo la tentación de correr hacia la habitación de Alaric y saltar en su cama, hasta que lo despertase o él acabase dándole una patada a ella. Dependería de su humor. El calentador del agua estaba encendido y Jewelry decidió ponerse los mismos shorts y camiseta que había llevado al llegar por primera vez al apartamento. No pensaba salir hasta mucho más tarde, pues había conseguido, tras mucho esfuerzo e incluso negarse a comer si no aceptaba, convencer a Alaric para que fuese a patinar con todos los demás a la pista de hielo. Jewelry se sonrió a sí misma mientras se metía bajo el chorro de agua caliente, imaginándose a Alaric intentando patinar, tropezándose y usando sus brazos para equilibrarse. Pero, un momento: ¿y si había mentido sobre su incapacidad y en realidad era un profesional? La joven supuso que tendría que averiguarlo esa noche.

Al salir del baño, la pelirroja se dirigió a la cocina, dispuesta a llenar su estómago. Presa del espíritu navideño, le había robado el ordenador a Alaric para buscar la receta del chocolate caliente. Tendría que investigar en Internet, pues Kendall sabía cómo hacerlo, pero había jurado que se llevaría la receta a la tumba... a no ser que Jewelry se presentase en su casa vestida de Mamá Noel, con botas hasta la rodilla, un liguero rojo y blanco y un saco lleno de golosinas, pero la joven se había negado.

Mientras preparaba la bebida, escuchó algo de ruido y se giró justo para ver a Alaric de espaldas, metiéndose en el baño. Siempre era increíble ver la transformación: el Alaric pre-ducha era un hombre legañoso y semidormido, incapaz de decir otra cosa que no fuera un gruñido, mientras que el Alaric post-ducha era un músico profesional con una dicción muy sofisticada. La diferencia era tan drástica que Jewelry se preguntó cómo estaría cuando bebiera. Tal vez el alcohol aclarara su estreñimiento emocional y se convirtiera en un llorón, después de dos o tres cervezas, y llorara por todo: perros muertos, el hecho de no haberse disculpado con su padre al tener la oportunidad, el aborto, el porcentaje de grasas saturadas de sus chocolatinas favoritas, que el Gobierno le hubiese mentido acerca del calentamiento global...

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