Capítulo 14

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Bajando por el muelle.





Jewelry nunca antes había viajado en avión.

Era absolutamente increíble lo rápido que había ido todo. En un momento estaba sentada en el suelo del salón, con un DVD en la mano; al siguiente estaba hablando por teléfono con Helen, disculpándose profundamente por tener que ausentarse del trabajo por lo que Alaric denominó una simple "emergencia familiar" y, al siguiente, estaba ayudándolo a colocar los muebles... otra vez. Dedicaron toda la tarde del domingo a ponerlo todo patas arriba. Entre otras cosas, decidieron dónde poner los platos juntos, para no tener que re-buscarlos entre las tazas y los cubiertos. Las tazas también se vieron modificadas: Nueva Orleans, Austin, Miami, Honolulu, Denver y Salt Lake City se unieron a Batman, en el pequeño armario de madera. Al hacerlo, Jewelry finalmente descubrió dónde se encontraban las que habían desaparecido: en la parte de arriba de la despensa, donde había cajas que pertenecían a cada una de las tazas. ¿Cuántas tenía?

Pero ni siquiera eso fue suficiente para aliviar el estrés de Alaric. No; en un esfuerzo por evitar que sus manos siguieran temblando, se hizo café, lo que, por desgracia, no hizo sino lograr que sus temblores aumentaran. Jewelry anduvo de un lado para otro del salón, sin saber qué hacer mientras él se sentaba, con su portátil y su café, iniciando Internet y abriendo numerosas páginas web; todas ellas sobre viajes. Ella observó por encima del hombro cómo pasaba de una a otra, fijándose en los números de la pantalla. ¿Siempre había sido tan caro viajar? Jewelry nunca había salido de la ciudad; nada de vacaciones ni viajes escolares a otro estado...

Y, entonces las cosas fueron a peor. Tal vez el café no hubiese sido lo mejor que ingerir o Alaric estuviera más nervioso de lo que ella creía o ambas cosas, pero, después de comprar el billete para el día siguiente y quedarse parado un instante, algo aturdido, por poco no llegó al baño para vomitar lo poco que había en su estómago. La historia se repitió veinte minutos después, aunque, esa vez, ya no tenía nada en su sistema, así que acabó sufriendo un ataque de continuas arcadas.

Durante una hora, aproximadamente, Jewelry creyó que estaría a punto de llorar. Estaba aterrada. Alaric no se encontraba mejor; había empezado a tener sudores fríos, no dejaba de temblar ni podía sujetar nada. Cada vez que se dirigió a ella, fue para hacerle preguntas sencillas; "¿Te mareas en los viajes?" No, que ella supiera. "¿Te sangra mucho la nariz en las alturas?" No; a veces sangraba jugando al baloncesto, pero se encontraba bien. "¿Tienes un vestido negro?" Sí, pero no estaba segura de que fuera lo suficientemente recatado para un entierro.

La noche transcurrió en un torbellino de tensiones. Alaric no durmió y, por culpa del ruido que hacía al preparar la maleta, Jewelry tampoco lo logró, hasta que, finalmente, decidió seguir su ejemplo. Había muchas cosas que llevar, pero él le indicó pacientemente aquello que las compañías aéreas permitían y no permitían llevar en la maleta. Entonces, Alaric se ocupó de alquilar un coche, para su estancia.

Finalmente, cuando estaba a punto de amanecer, Alaric les informó a Leopold y a Spencer de que él y Jewelry estarían fuera los próximos días. Leopold se apresuró a recordarle a Alaric que tenía un aspecto lamentable, pero no añadió nada más; sabía que, si su amigo estaba así, algo serio tendría que haber ocurrido.

Unas horas después, Jewelry se encontraba del brazo de Alaric, que la guiaba por el transitado aeropuerto. Sus ojos se abrieron de par en par, fijándose bien en los altos techos, las negras pantallas situadas detrás de los puestos de información, que mostraban todos los vuelos- las horas y los retrasos en colores distintos- el personal de seguridad en cada esquina, los elegantes pilotos y en las auxiliares de vuelo, que llevaban distintas maletas. Tenía que parecer tan confusa como estaba, aunque el hombre que se ocupó de su equipaje le mostró una amable sonrisa, mientras les indicaba el camino a seguir.

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