Sangre

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Capítulo uno

Muy bien, lo unico que te pido es que respires bien idiota, alguien se dará cuenta.

1, 2, 3, inhalación exhalación. Okay esto no está funcionando.
Mi intento de respirar normal, se había convertido en una lucha terrible entre mis pulmones, entraba y salía aire entrecortadamente. Y ya comenzaba a recibir miradas extrañas de parte del resto. El nerviosismo corría por toda mi anatomía, sentía mi pulso desenfrenado. Cada vez eran menos y menos nombres, se iba acercando al mío, finalmente oír pronunciar mi nombre por la voz ronca y llena de tabaco del profesor Müller, mis manos comenzaron a sudar en un acto de segundo. Era ahora o nunca.
  —Señorita Madison Rymondfield.
Me levanté de mi asiento y me dirigí al escritorio del profesor, intentando no tropezar con mis propios pies temblosoros. En cuanto me vió, bajó sus pequeños anteojos hasta la altura de la nariz y suspiró irritadamente.
  —Bien, pudo haber sido mejor, pero está dentro de todo bien —al ver una "B" escrita con color azul en mi exámen, el gran nudo que se estaba formando en mi estómago se desató e hizo que me sienta más aliviada, un peso menos de encima. Pude notar como la cascada de sudor que caía por mis manos, paraba de golpe como un dique. Y mis mejillas se tornaron de un color rosa crepe.
Pero esa pequeña gota de emoción logró un pinchazo en mi sien. Tomé mi cabeza con ambas manos y un gemido de dolor salió de mi garganta.
  —¿Se encuentra bien señorita Rymondfield?
  —Emh sí estoy bien, solo un poco de dolor de cabeza, no se preocupe.
  —Tal vez debería ir a la enfermería.
  —Oh no, en serio esta todo bien.

Por suerte tocó el timbre y un aullido de alegría se escuchó por la clase. Acomodé mi falda rosa pastel y salí en busca de mis amigas contenta por mi nueva nota. Realmente me había pasado dias sin salir de mi casa estudiando el accidente de Chernobyl, esperaba una buena calificación y lo había conseguido. Esto me daría mas puntos a favor.
  —Hola Maddie —me saludó Tracy, mi mejor amiga rubia. Detrás de ella apareció Kelsey, mi otra mejor amiga de cabellos morenos y piel pálida.
  —Hola chicas ¿Cómo van los votos? —pregunté entusiasmada aplaudiendo con las yemas de mis dedos.
  —Muy bien, para ser exactas creemos que vas ganando por mayoría, no creo que Lina gane con la competencia que le estás aportando —Kelsey me sonrió.

Como todos los años era el baile de otoño; Me había esforzado muchísimo por poder ganar esta vez, años anteriores (estamos hablando de hace mucho tiempo) había ganado mi madre, mi tía, y este sería mi turno. No quería desperdiciar este maravilloso momento y dejar que Lina me lo arrebate. Es gracioso, Maddie y Lina en una competencia, cuándo no. Lo que más odio de ella es que me haga competencia por cualquier mínima acción. Cuando éramos pequeñas, en Kinder, peleábamos por quién terminaba el almuerzo primero.

Sí, patético lo sé.

El baile de fin de año en mi secundaria lo organizaba décimo grado, era algo extraño porque en la mayoría de las escuelas secundarias se hacen en último año, pero me gustaba así. Igualmente todos los grados asistían al baile. Desde noveno a doceavo.
  —¿Qué les parece si hoy nos juntamos en casa para hacer los afiches?
  —Por mí bien.
  —Me uno.

Estábamos en el patio delantero sentadas en unas bancas pintadas de blanco, el césped de mi escuela siempre estaba impecable, verde brillante. El mismo color que mi hermosa Clorofonia corona azul, mi linda ave, Maggie.

Siempre que lo veo me hace recordar a ella y me dan muchas ganas de acariciar su suave corona celeste, que está en su diminuta cabeza, o el hermoso amarillo de su pechito.
Pero eso no significa que tampoco ame a mi lorita, Kim. Las amaba a las dos por igual, tengo una enorme ilusión con las aves, de todo tipo, me encantan sus colores y la manera en que se desplazan en el cielo mientras vuelan. Siempre quise saber cómo se sentía volar, sentir la brisa cálida y fresca chocar en mi cara, ese revoloteó en mi estómago diciéndome "vas a morir", pero en mi anterior siento lo contrario, es más que eso.
  —¿En qué estas pensando? —Kelsey pasó su mano frente a mi rostro y despeinó mi cabello.
  —Nada, solo en mis lindas hijitas.
  —Ash, tú y tus aves, nunca cambiarás —Tracy se sentó en la banca con nosotras —¿No pensaste en usar un vestido con plumas para el baile?
  —¿Qué? No, ni en sueños, eso es cruel. Pobre las aves a las que se las quitaron, es como si yo usará tu cabello después de que te mueras. O matarte antes y quitartelo.
  —Mad, no son reales, son sintéticas, de plástico, falso.
  —Pues no parecen se ven muy reales.
  —Bueno, la mayoría, yo tengo un tapado que tiene plumas de aves reales.
  —No quiero que me muestres esa crueldad nunca ¿Oíste?
  —Es broma, Maddie —puso una mano en mi hombro y rió. A veces pensaba que mis amigas y yo eramos realmente diferentes entre nosotras y me parecía muy extraño que hayamos terminado tan unidas. Desde que Kalsey optaba mas por el estilo Hippie, desde pantalones Oxford, a anteojos estilo John Lennon, bandanas en el cabellos, tops cortos, botas de tacón o zapatillas de lona Converse. Muchos colores y estampados. Amaba su estilo.

El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora