Un reino y una voz

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Capitulo quince

Estuvimos volando por horas y horas, paramos a cargar combustible en aeropuertos prohibidos, o abandonados. Pero no nos querían decir a qué parte de mundo íbamos ¿Un reino? ¿En dónde estaría? Puede ser que estemos yendo a China y estaremos aquí encerrados por días. Aún así, no pensaban decirnos, por algún motivo peculiar.

Esto de no saber a donde íbamos me estaba desesperando, hacía el viaje mas lento y duradero. Pero con solo saber, que en ese lugar están las respuestas que necesito, me altera y emocionaba de alguna forma. La respuesta del por qué somos diferentes, y de donde proviene ese poder en nuestras mentes y las manchas que se hacen solas en el cuerpo, o "tatuajes" aún no sabía cómo llamarlo.

Me daba un tanto de ansías, ya tenía planeado lo que haría: Iría, buscaría la cura de esto en mi cabeza y me largaría nuevamente a Estados Unidos con mi madre. No podía hacer más que eso, saltar del avión no era una respuesta válida y coherente.
-Aquí tienen algo para comer -nos dieron unos platos con una sustancia pastosa y verde.
-Gracias no tengo hambre -lo miré.
Él se extrañó por mi mirada,
-Como quieras -suspiró el chico castaño y me pasó de largo.

Aún seguía sentada al lado de la voz, si había decidido llamarlo así ya que no sabía su nombre. Había dejado de moverse y hacer convulsiones, eso me alarmaba porque no sabía si estaba muerto o qué. Pero con el leve y tranquilo movimiento de su pecho, subiendo y desentiendo me comfortaba.

Acerqué mi mano hasta su lastimadura, y noté que solo era una bala de goma, por lo que no sería tan grave, pero si dolería. Tomé la pequeña bala entre mis dedos, manchando mis uñas con su sangre.
-Enserio, no es necesario que hagas eso, él se curará solo, de veras -me sobresalté al escuchar a uno de los chicos hablar a mis espaldas, mientras comía un sándwich. Pero no me importó, la quité e hice un torniquete con un trozo de mi remera blanca, el cual se tiñó de rojo al instante, por el contacto con la sangre-, okay eres testaruda -le mostré mi dedo del medio en señal de mi cariño.
-¿Puedo...? -señalé mi cara, en seña de quitarle la máscara.
-Claro, solo no te enamores -rió mientras daba un mordisco. Rodé mis ojos, al parecer teníamos un bromista.
-Dime ¿Cómo te llamas? Hombrecillo bromista.
-¿Quién yo?
-No mi abuela -hablé irónica y él rió.
-¿Sabes? Me agradas pecas -levanté las cejas por su comentario.
-¿Pecas?
-Si, ese será tu nombre apartir de hoy -asintió con poder.
-Como sea, no me cambies de tema ¿Tu nombre es..?
-Emh...
-¿Emh?
-Bien... -puso los ojos en blanco-, me llamo Anistajio -susurró con rubor en sus mejillas.

Solté una risa nasal y luego una risa chillona, para completar con una larga carcajada. Todo mi enojo se evaporó por completo, solo por un nombre.
-¿Es broma? -seguí riendo, tomándome del estómago.
-No te rías, no sé que diablos tenían mis padres en la cabeza en ese momento -lentamente fui parando hasta finalizar secando una lágrima de mis ojos, a causa de la risa. No puedo creer que hace unas horas estaba llorando por mi madre, y ahora por un nombre ¿Bipolar yo? Pff.
-Sinceramente arruinaron tu adolescencia ¿Bulling?
-Créeme que si y mucho, pero dime A.j suena más cool -hizo un movimiento extraño con su mano.

Dejé de prestarle atención a A.j, para así mirar a la voz. Tomé la tela de la máscara entre mis dedos y lentamente fui subiéndola hasta dejar su rostro al descubierto. Y...























































El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora