El castillo part.II

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Recomendación: Reproducir la música cuando lo indica el capítulo.


Capítulo veinte.

Temía que siguiendo al ladrón de mi zapato pueda ocurrirme lo que tenía en frente, mi cuerpo había quedado inmóvil al momento en que sentí el aroma peculiar de la habitación, el beige de las paredes y las cortinas azules marinas, una cama con gran cantidad de almohadas, que con solo ver su tamaño, podría procurar que era de cuatro plazas. Me quedé unos minutos contemplando cada detalle del aposento y me sobresalté cuando vi aquél detalle. Comencé a retroceder mis pasos hacia el lugar de donde había entrado, Xander se encontraba de espaldas a mí, poniéndose lo que parecía ser una camisa. Cada paso mío era sordo y pegué mis labios entre sí para que no se me escapara el chillido que estaba amenazando salir desde que vi su espalda desnuda y su mismísima presencia.
Cuando ya estuve fuera de su círculo de pertenencia, salí corriendo escaleras abajo hasta chocarme con el cuerpo de Kyle.
-¿Qué rayos hacías allí arriba? No se puede pa...
-Después te explico.
Lo interrumpí y tomé sus muñecas jalándolo escaleras abajo.

★~•~★

Kyle ya había arreglado mi vestido y nos encontramos en los baños del castillo, aquí si se separaba por caballeros y damas así que nos escondimos en uno de los sanitarios de mujeres.
-Cuéntame, ¿tenía músculos en su espalda? ¿algún lunar? ¿¡es cierto lo que dicen que su espalda es como porcelana brillante?
Preguntó divertido mientras se levantaba del suelo y limpiaba sus pantalones.
-Shh cállate alguien te oirá. Y no te contestaré eso, no me atreví a mirar de esa forma.
-Si claro, seguro te babeaste con su suavidad.
-No es así. Dime ¿se nota mucho que estoy descalza?
Me alejé unos metros de él y negó con la cabeza, por suerte el vestido tapaba mis pies y no se notaría que un perro robó mis zapatos.
-Solo estás más baja que de costumbre, pero sigues siento la misma albina bonita... de pestañas oscuras. ¿Oye como lograste eso? ¿Acaso te las teñiste?

Asentí apretando la mandíbula ante el recuerdo.
-Era pequeña y se burlaban de mí... pero no importa es hora de irnos -le cambié de tema.

En camino al gran salón de celebraciones-donde nos dijeron que debíamos estar a la hora indicada- veíamos como todos iban emocionados y hasta algunos corriendo, su euforia nos hizo correr a nosotros también, no queríamos quedar atrás del todo. Pero una mano grande y pesada me detuvo y tuve que parar en seco para no rasgar mi vestido otra vez.
Miré al hombre de uniforme y noté que era uno de los sirvientes del castillo.
-¿Señorita Madison?
-Si soy yo, lamento si corría es que vi que todos lo hacían y...
-Y se emocionó -terminó mi frase.
-Exacto -rei nerviosa.
-Bien, igualmente no venía a hablar de eso con usted. Puede correr tranquila solo no se lastime. Yo venía a entregarle esto;

Colocó en mis manos una caja forrada con una tela de ceda rosa y un moño fucsia amarrado. Se fue sin más decir con una reverencia corta.

Así es entonces como se sentía una mismísima reina.

Quité la envoltura de la caja y descubrí unos hermosos zapatos de charol brillante como los míos, pero ahora con unos pequeños detalles de florecillas bordadas con plateado y rosa pastel. Quedé sorprendida ante ese... regalo o tal vez sean prestados y los tenga que devolver.
No pude evitar sonrojarme al darme cuenta que si se habían percatado de mis pies descalzos. Me puse los zapatos y fui tras Kyle.

El salón era completamente enorme, habían grandes ventanales que daban al risco donde terminaba el castillo, limpiar aquellas exageraciones por fuera era como estar a un paso de la muerte. Todo era de color beige y habían grandes banderas con los colores azul, dorado y blanco. Al parecer este era el color del reino. Había un enorme espacio en el medio, supuse que allí se bailaba o algo por el estilo como una pista, bajo el círculo de ventanas de que se formaban en el techo, dándole una linda vista de las estrellas tempranas de la noche. Había mesas redondas decorando al rededor del espacio en blanco y un relieve mayor en la esquina del salón con una mesa cuadrada, a lo alto de las otras mesas. Allí parecía que comería el rey y la reina... y el príncipe.

El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora