Desastre, con suerte.

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Capítulo dieciocho

Desastre, era mi segundo nombre. Sin duda.

Habían pasado unas semanas desde entonces y me sentía igual de rara que el primer día que llegué aquí. O no, peor. No había avanzado para nada con los libros, había reprobado un examen (Si, un examen) en entrenamiento físico no sabía ni saltar un barril, aún no me animaba a usar mi heit (Por miedosa) y no conversaba con ninguna otra persona además de Kyle. Por lo tanto había generado un fuerte vínculo con él. Y una baja reputación por mis cometidos.

Los chicos, Axa, Edén, Johan y Álex me ignoraban—o es así como yo lo siento— con el único que había cruzado palabras fue con Johan, el cuál me había visto en las duchas llorando en una esquina, patético lo sé. Pero raro de él, se ofreció a acompañarme hasta mi habitación. El resto me pasaba por al lado y no me dirigían la palabra.
Por parte Axa, había hecho nuevas amistades y también había encontrado su Heit, Nature. Si la había visto varias veces hacer crecer una pequeña flor en sus manos instantáneamente. Era fascinante. Que bueno por ella, un Heit muy tranquilo e inocente.

Después los profesores y estudiantes, me menospreciaban y no me mal entiendan. Es verdad.

  —No sé que te sucedió Mad, pero el examen es un desastre, venías muy bien y luego te apareces con esta nota, tendrás que volver a hacerlo para la semana que viene.
  —Mientras te hacen tu conjunto de guerra deberás usar esto, es bastante feo pero no importa te acostumbrarás.
  —Aún no entiendes nada ¿No es así? Necesitas apoyo, por lo menos deberías saber levantar una hoja con tu don. Ni eso sabes hacer.
  —Jajajajajajajaj no se anima a levantar una rama.
  —¿Estas segura de que eres un Hatten? Deberían revisarte tu Mindx y tu Feelx haber si aún los tienes.
—¡Bien Mad! Ahora esquiva esas pelotas, bien, no no no, esquívalas, no dejes que te golpeen ¡No no no! Auch. Bueno no importa, ahora los troncos. No Mad, debes saltarlos no pasarles por al lado, bien ese está bien, ahora el otro ¡Recuerda que es más alto que el otro! ¡Espera espe...! Auch. Tranquila levántate de suelo ahora el palo enjabonado, solo tienes que caminar por ensima hasta el otro extremo, pero recuerda que hay... barro.

 Escupí el barro que me había entrado en la boca y me levanté del charco en el que me había caído, limpié mis ojos que estaban cubiertos al igual que mi boca y básicamente todo mi cuerpo. Con toda mi ropa de entrenamiento enchastrada y mis bolsegos escurriendo agua sucia, caminé enojada hacia el entrenador. El cual me miró con un miedo fingido.
  —No me pegues tranquila —hizo como si se cubriera y yo rodé mis ojos y puse mis manos en la cintura mientras él reía—. Sé que tú físico no te ayuda con esta materia, y sé que te esfuerzas demasiado, pediste este horario aparte para mejorar. Y muy lentamente lo estás logrando pero necesito que des ese click, donde saques tus miedos y logres todo sin pensarlo, ni siquiera una vez solo hazlo. Mad, ayer ni siquiera te animaste a levantar unas ramitas con tu Heit como ejercicio principal. Si sigues así, deberás irte al pueblo y vivir allí como una fracasada hasta morir —mi enojo ahora se había transformado en angustia y un nudo se instaló en la boca de mi garganta, tenía razón—. Bueno ahora puedes ir a asearte. Seguimos la semana que viene.

Asentí débilmente y me alejé con pasos pesados hasta las duchas. Por mi mala suerte, toda la maldita escuela me tuvo que ver en el patético estado que me encontraba. Y no me sorprendió generar risas y susurros entre ellos. Es lo que normalmente siempre hacían por mis incompetencias.
•Me he caído de mil maneras; pisándome el vestido, en clase de equitación un caballo me tiró, y me resbalé de varias formas en muchos lugares.
•Me conocen como la chica sin don; prácticamente porque aún no lo he mostrado.
•También porque soy la peor en todas la clases.
•Me he quedado varias veces dormida en la biblioteca.

El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora