Capítulo ventitres.
Muchos estudiantes al parecer necesitaban comprar cosas en el pueblo porque las seis carretas de ocho asiento habían sido ocupados súbitamente. Por suerte conseguimos dos asientos libres, era un tanto tarde para comprar y volver, eran al rededor de las siete de la tarde, dijeron que volveríamos mañana por la mañana y tendríamos que parar en un motel por esta noche.
El viaje duró al rededor de una tres horas, se me hizo interminable, en auto podríamos haber tardado cuarenta minutos o menos. Por lo tanto para matar el tiempo practiqué un poco con Kyle. Él me hacía cubos de hielo y yo debía levantarlos de su mano derecha y llevarlo hasta su mano izquierda, y así sucesivamente. Cada vez me iba mejor, aunque ya en un momento me había cansado y el hielo cayó al suelo. Estas últimas veces ya no sangraba mi nariz, por lo que me di cuenta que ya estaba mejorando mucho.
Kyle se emocionó mucho por mí, porque al fin había podido manejar mi miedo y haberlo vencido en un sentido. No faltó su opinión obviamente, diciendo que yo estaba enamorada perdidamente de Xad y por eso yo había cambiado de opinión con tanta facilidad.Pff estúpido. Yo sólo le dije que había despertado sintiéndome bien con mi entorno y con una buena vibra. Y esa vibra había hecho reaccionar a mi cerebro. Era todo... eso creía.
Cuando llegamos ya había oscurecido, como todas las noches aquí en Hatlas. No hacía frío, la verdad que en el día se mantenía una temperatura de 25°c y de noche solo bajaban seis grados. Por el hecho de la gran globa invisible que nos cubría de el resto del mundo—algo muy similar a la capa de Ozono—la primera reina la había creado para que solo tenga estás temperaturas, simple para que los habitantes puedan vivir a gusto, sin tener que hacer fuego para calentarse y quemar árboles y sin tanto calor para tener que crear algún tipo de máquina para enfriar ambientes. Aun así, sentía ganas de quitarme estos vestidos pesados en tela y correr al aire libre con mi ropa interior que consistía en unos pantalones blancos de seda y una pequeña tela como una camisa sin mangas. Quitarme estos corsets apretados y sentir mis costillas respirar. Obviamente aquí sería un delito.
El pueblo era realmente encantador, nada sucio y vagabundo. Sino una linda chacra con unos cuatro mil habitantes, con calles de tierra. Todos ellos Hattens mayores que terminaron sus estudios y decidieron crear su propia familia, después envíanban a sus hijos al instituto o simplemente prefieren que se queden trabajando para la casa y sus comercios. Se podría decir que aquí no se separaba mucho en clases sociales más que, familias del pueblo, estudiantes, y reyes. Todos con los mismos recursos económicos. Aun así el reinado obtenía más de aquello.
Kyle me explicó que también estaban Hattens sin sus poderes, eran personas que llegaban a la edad de veintidós años y sin bendición de Spring ellos simplemente dejaban de tenerlos, como si se evaporaran de sus cuerpos, no obstante, seguían teniendo su Feelx y su Mindx. Pero apagados y sin brillo.
¿Podrían volver a recuperarlos? La respuesta es no, y no se sabe la razón. Hasta hace unos años por la falta de Spring estas personas se fueron apagando, una por una, y era el mayor miedo de todos. Ahora tenían el derecho de decidir si quedarse en el instituto y entrenarse como guerreros mortales o simplemente ir al pueblo y crear su propia vida. Pero comenzó la desigualdad y estas personas eran criticadas por no ser "igual al resto" por algunas personas. Fue así cuando se comenzó la lucha por la igualdad de derechos y ya estas personas son igual de vistas como un estudiante egresado con valentía.
Al llegar, dejamos nuestras escasas pertenencias en un motel, todos parábamos allí y cada uno fue a hacer su recorrido.
—Oh mira esa hermosa camisa a rayas rosas, necesito comprarla —pronunció pegando la frente a la vidriera. Me tomó la mano y me jaló hacia adentro.
Era un negocio muy humilde y pequeño, pero había ropa muy bella, y a un buen precio, posiblemente esta ropa en Estados Unidos no se consiga muy fácil, y si se llegará a conseguir saldría muy cara.
—¿Y? ¿Cómo me queda? —se miraba al espejo y modelaba como si estuviera en una pasarela.
—Está hecha para tí —le guiñé un ojo y miré los accesorios posados en una mesa de vidrio. Me probé unos guantes blancos de encaje, unos aretes de perlas y un collar de cristales—. Mmh llevo los guantes.
—Oh... bu-buena elección —la dueña del local se quedó petrificada al momento en el me vió—...son diez centavos... señorita.
—Eh... bien aquí tiene señora —sonreí extrañada.
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El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwards
Fantasy★~•~★ Maddie Rymondfield, es una persona común y corriente como cualquier otra chica de preparatoria. En su décimo año de estudios, comienza a experimentar una muy fea sensación en su cuerpo, como náuseas, pérdida de sangre en sus orificios nasale...