Olvidar lo inolvidable

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Capítulo cuatro.

   Bajé por una cuerda, que tengo guardada en casos como este. Generalmente, no solía hacer estas estupideces de escaparme, no me gustaba mentirle a mis padres, sé lo feo que sería si fuera al revés. Pero este era un caso importante para mí, si arriesgando mi vida por un chico y un baile. No sé que me producía este baile en mi cabeza, pero nunca había estado tan interesada en algo de la escuela. Cuando mi madre me contó sobre la coronación, un brillo interno e imaginario se encendió en mí, como que sentía que debía ser yo, la que obtuviera aquella corona, era mi deber.
  —Holis ¿Por qué querías que te busque aquí?
  —La realidad es que mis padres no me habían dejado venir, pero tranquila, antes de media noche volveré.
Le había pedido a Tracy que me espere a dos cuadras de mi casa así no era tan evidente, ya que mis padres reconocían su carro rosa a kilómetros.

  —Tienen razón, todos aquí quieren que estés bien, tu eres la única que piensa diferente. La oveja negra de la familia —rió—, estás enferma, aún siento tu voz afónica,
  —Ya se, y tuve que escuchar tu explicación y te amo, por haber venido a apoyarme, solo es por hoy y después descansaré todos los días hasta pudrirme en mi cama, espero que entiendas.
  —Esta bien, espero que cumplas con tu palabra, pero otra cosa...
  —No te diré.
  —Vamos Maddie yo sé que algo malo te está sucediendo y si en serio fuera malo tendrías que confiar en alguien para contarle, yo estoy dispuesta a guardar tu secreto —arrancó el auto y manejó a toda velocidad.
  —Tracy confío en tu palabra, pero si tú sabes, Kelsey sabe, y si Kelsey sabe mis padres saben, y si ellos saben, se entera todo el vecindario y la escuela.
  —No le contaré a nadie te lo ruego.
  —Tracy es algo que quiero mantener en secreto...
  —Por favor.
  —Mira, yo te contaría, te lo diría todo, pero el problema es que no lo sé, entiendes, no lo sé maldita sea, ni siquiera se yo lo que me pasa.
  —Pero ¿Qué fue lo que viste en nosotras? ¿Qué viste para que gritaras de esa manera? ¿Había algo en nosotras? Me asustaste mucho Maddie, sabes lo raro que te sientes, cuando ves a una persona viéndote con miedo y asco.
  —Si te cuento pensarás que estoy loca, Tracy ahora no quiero hablar de esto, por favor —tomé su mano que estaba en la palanca de cambio y la apreté—, ni siquiera me atreví a contarles a mis padres.
  —Los padres son un caso especial.
  —Los míos no.


Tracy no toco más el tema y agradecí por ello, simplemente quería olvidar lo que me pasaba y consentrarme en el ahora, aunque sea muy difícil. Habíamos conducido ya por una hora sobre una carretera muy bonita a las afueras de Salem, todo estaba cubierto por hojas anaranjadas caídas de los árboles marchitos. Cómo me encantaba esta estación del año, todo tan naranja y amarillo. Muchos dirían que su estación favorita es el verano, o la primavera por el cálido olor a amor en el aire, pero sin dudas mi estación era el otoño.
  —¿Y Kels con quién viene? —me rasqué el rostro, pero dejé de hacerlo al recordar el maquillaje adquirido por las quemaduras en mi piel.
  —La llevaría Logan —dijo sin apartar la vista del volante. Logan era el novio de Kelsey, ya están hace unos meses de pareja, realmente empalagosos, y todo gracias a una persona—, bien ya llegamos —detuvo el auto, aparcamos y bajamos.

  —Hola chicas —saludó Chris, uno de los jugadores.
  —Hola chicos —saludé un poco nerviosa por mi aspecto, espero que nadie se de cuenta de mi gran cantidad de base.
  —Uhh alguien parece enfermo —Chris rió y bebió una cerveza.
  —No solo estoy un poco afónica, no es nada —caminé hacia Tod y me senté a su lado. Charlaban todos juntos, mientras todos reían, pero yo no le encontraba la gracia a nada, me sentía tan diferente, tan apartada ¿Será que ellos habrán madurado antes que yo? O ¿ Yo seré muy aniñada? Otra cosa en mi lista de no entiendo, soy amiga de ellos hace como dos años y me siento apartada, y no cómoda con ellos ¿Qué me sucede? ¿O tal vez yo habré madurado?
  —¿Quien me acompaña a caminar? —Chris se paró de uno de los troncos que estaba al rededor de la fogata y sus amigos lo acompañaron al igual que algunas chicas, cuales eran sus novias. Al igual que Tracy y Kelsey, lo siguieron.
  —¿Vamos? —Tod me tendió su mano, pero dudé en tomarla.
  —Yo...no tengo muchas ganas de estar allí, hace mucho frío prefiero quedarme aquí junto a la fogata, con el calor. Ya sabes.
  —¿Qué sucede? Estuviste callada toda la tarde ¿No querías venir?
  —No es eso, yo si te quería ver, solo tengo un poco de fiebre y me duele un tantito la garganta.
  —¿Un tantito? Lo noto en tu voz y no estás bien, lamento haberte obligado a venir, creo que debías quedarte descansando en tu casa, no quiero que empeores ¿Quieres que te lleve?
  —No Tod, no es necesario, yo estoy bien —odiaba darle explicaciones sobre mi salud a la gente ¡Qué no entienden!—, ve a disfrutar con tu amigos, mira todos están disfrutando, yo me quedaré aquí.
  —Tu también me haces disfrutar —hizo un puchero por lo que rodé los ojos y sonreí negando.

El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora