Kelsey. Part. II

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Capítulo ocho

  —¡Hey! ¿Dónde van? —Logan llegó con su campera impermeable y su cabello rubio oscuro empapado, al parecer afuera se había largado a llover— Espero que no estén pensando en irse sin mí.
  —No Logan, como crees te estábamos esperando... —contesto Tracy y Logan le respondió con una sonrisa.
  —Oh vamos Tracy, dile la verdad —rodé los ojos—, en realidad si, nos estábamos yendo. Prometiste venir 03:30 y mira la hora que es. Lamento decirles esto pero Maddie no esperará tanto tiempo, y más si seguimos así —tomé la última gota de café frío que quedaba en mi taza y salí del negocio con pasos largos. Esperé al lado del auto de Tracy para que le quitará la traba.
  —Oigan ¿No creen qué es mejor ir en mi auto? No quiero que me vean en ese auto —rió ¿Cómo se atreve?
  —No, iremos en el auto de Tracy —y después de haber dicho eso entre al auto.

El camino fue silencioso, solo veía las gotas de lluvia caer por la ventanilla del auto. Las trazaba con mi dedo hasta que termine su decenso.

Hicimos más de treinta calles hasta llegar al hospital número tres.
  —Miren el hospital cuatro está a solo tres calles de aquí, alguien puede ir a ese mientras el resto busca en este. Así ahorramos tiempo —propuso Tracy—, yo puedo ir al número cuatro, así ustedes van juntos.
  —No es necesario Tracy, ve tú con Logan al número tres, yo iré al cuatro —sonreí forzada. Y salí del auto, así poder caminar por las lluviosas calles empapadas.

Pude escuchar un grito de Logan detrás mío, pidiendo que lo espere pero no le di importancia y seguí caminando. Aún así sentí una mano jalar de mi brazo.
  —¡Hey! ¿Qué te pasa? —indignada solté mi brazo de su agarre.
  —¿Qué te pasa a tí? Me estuviste evitando todo el día desde la escuela, primero en la cafetería, después por el auto de Tracy y ahora me dejas con tu amiga.
  —¿Y recién ahora me lo preguntas? Creí que ya te habías dado cuenta —giré sobre mis talones y seguí caminando.
  —No espera Kelsey —me tomó ambas manos—, no sé que hize para radiar tu furia contra mí, pero me gustaría que me lo digas así puedo reparar lo hecho. Por favor te lo pido —se arrodilló, no le importó haberse mojado sus blue jeans con barro y tampoco que la gente lo mire divertido. O sea estamos hablando de Logan, una persona que si manchas su camisa con una diminuta gota de café podría asesinarte.
  —Basta Logan, las personas te están mirando —pronuncie entre dientes, mirando a mis costados.
  —¿Y qué importa? Solo quiero que me digas —me abrazó las piernas.
  —Está bien, pero levántate y sé una persona común ¿Quieres? —se levantó del suelo y sonrió satisfecho— Tu hoy... tu hoy no querías estar conmigo... —miré mis botas avergonsada.
  —¿Qué? —se mostró un poco nervioso ¿Por qué?
  —Tu no querías estar conmigo porque, yo estaba "enferma" y todos me miraban mal, entonces no querías que tu reputación se fuera al carajo. Yo lo sentí.
  —¿Qué? —abrió los ojos como platos. Al parecer yo tenía razón después de todo.
  —Ahora eso es lo único que te atreves a decir ¿No?
  —Lamento mucho no haber estado contigo en un momento como ese, pero yo fui muy egoísta, teníamos un partido de básquetbol y nuestro entrenador nos sacó de toda nuestras clases para poder entrenar. Pues hoy ni siquiera pude sacar un lápiz de mi mochila que estuve todo el día entrenando. Y no tuve tiempo de estar acompañándote perdón, debí avisarte —se mostraba un poco incómodo cuando hablaba—. Pero quiero que sepas que no estuve contigo por lo que pensante. Yo nunca haría eso —pobre Logan al final de todo yo lo había evitando todo el día—, yo te acompañaría a cualquier lugar aún que estés enferma o algo por el estilo no te dejaría. Y fui un estúpido debí haber salido del entrenamiento para poder ir contigo, lo lamen...
  —No te disculpes Logan, tu debías entrenar no fue tu culpa, fue la mía. Fui una total estúpida al pensar que tú podías haber estado evitándome cuando en realidad lo hacía yo ¿Me puedes perdonar?
  —Claro que sí, tu no hiciste nada malo —sonrió y me abrazó.
  —Pero por favor ¿Puedes ir con Tracy? Ella estuvo muy mal hoy y si le dicen alguna mala noticia no creo que lo aguante. Debe estás acompañada, en cuanto pregunté en este hospital volveré con ustedes.
  —No hay problema, nos vemos dentro de un rato —dicho y hecho cada uno siguió su camino. Me atendió una señorita de unos treinta años, cabellos castaños y ojos verdes. Con una radiante sonrisa , mostrando todos sus dientes de esquina a esquina. Me pareció una persona muy carismática.
  —Hola buenos días ¿Se le ofrece algo señorita?
  —Hola, emh si, yo quería saber si en este hospital se encuentra la señorita Madison Seattle Rymondfield —la sonrisa de la señora se nubló en cuanto pronuncié el nombre.
  —E-emh ¿Cuál es su nombre señorita?
  —Kelsey Collins.
  —Espereme un segundo señorita Kelsey, ya vuelvo —se esfumó corriendo con sus minis tacones por una puerta color crema.

El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora