Capítulo once.
Eran las dos de la mañana cuando me salí de mi habitación. Estaba muy nerviosa, no quería exponerme de esta manera pero era mi deber, no podía seguir permaneciendo aquí, no una vez que sé toda verdad. La verdad que me da miedo aceptar.
Caminé sin hacer ruidos por los pasillos los cuales ya no podía ver el color blanco que inundaba las paredes y suelos, por la densa oscuridad que había en estas. Nunca había caminado por el laboratorio después de las diez de la noche, a esa hora debería estar dormida, por lo que nunca lo había presenciado tan oscuro y tenebroso. Con suerte no había nadie en los pasillos, esperaba encontrarme con algún guardia o algún científico dando vueltas, pero estaban desiertos.
Abrí lentamente una puerta de las salas de visitas y me agaché de inmediato en cuanto vi a una persona. Cerré sin hacer un mínimo ruido y avancé en cuclillas, detrás del vidrio en frente mío, vi la sala de operaciones, el lugar donde desperté por primera vez en este lugar. Estaba en una de las habitaciones de espectadores que se encuentran a los costados de la gran sala redonda. Donde pasé tres días sin hacer nada, y dejándo que estos imbéciles colocaran inyecciones en mi cuerpo para quien sabe qué.
Recuerdo cuando desperté, vi que muchas personas me miraban sorprendidos y anotaban en cuadernos, parecían ser otros científicos. Es decir que esta gente me vio mientras me operaban y experimentaban con migo. Diablos, espero que no sean muchos.
Asomé mi cabeza por la ventana y sólo se trataba del conserje limpiando la sala, me relajé un poco y seguí caminando hasta llegar a mi destino. Las grandes letras en negro de "Solo personal autorizado" se deslumbraban en la puerta de madera blanca que buscaba, pero estaba cerrada, al parecer solo se abría con el dedo pulgar de uno de los científicos ¿Debía de probar con el mío? Dudé unos segundos, pero no podía quedarme aquí esperando hasta que alguno abriera. Por lo que acerqué mi dedo a la pequeña pantalla que tenía a la altura de mi cintura, al igual que la de mi habitación. Pero antes de que yo cargué mi tacto a ella, sentí como la puerta se abría.
Rápidamente me escondí detrás de un mueble, para contemplar a un señor salir por la puerta con grandes sacadas, al parecer estaba apurando para irse. Comprobé que era uno de los científicos, al ver su muy bien lavado y planchado delantal.
Miré la puerta, y antes de que se cerrase me lancé hacia dentro. Una entrada limpia y sin preámbulo, para una persona que mete la pata en ocasiones bastante eventuales.
Busqué el interruptor de luz, y vi que a su costado había un par de linternas, tomé una de ellas, no quería que notasen mi presencia aquí. Con menos luz posible, mejor.El lugar era inmenso, varios estantes repletos de libros supongo que importantes, carpetas con archivos, alguna que otra sustancia en grandes barriles amarillos. Caminé hasta el fondo del lugar, para encontrarme con una computadora de gran tamaño.
Dejé la linterna a un lado, y encendí la computadora, busqué un buen rato en sus archivos, hasta encontrar algo que me llamó mucho la atención.
"Investigacion sobre los mal nacidos" Rayos era obvio que hablaban de nosotros ¿No podían haber elegido otro nombre? Abrí la carpeta en la cumputadora y comencé a leer el extenso texto.28 de Abril de 2006.
Gobierno de los Estados Unidos.
"Nuestras investigación nos ha tomado mucho tiempo de ingerir, pero por fin pudimos sacar provecho de esto. Nos hemos dado cuenta que en los últimos doscientos años descubrimos una rara especie de personas muy parecida a nosotros físicamente, pero mental no. Y vallan a saber cuantos años anteriores más.
«Estamos hablando de personas con cualidades extraordinarias pero no del todo asombrosas, ellos podrían llegar a romper el mundo y la fina barrera que tenemos de oxigeno, para acabar con nosotros. No hay que estar locos para pensar en que estas personas están muy mal de la cabeza, y si dejamos que ellos tomen el control, los que sufriremos después seremos nosotros.»
«A partir de ahora, cualquier niño que nazca con el respectivo tumor cerebral que tienen estas personas, será ejecutado, y cualquier persona que ande por las calles del mundo con esta cualidad ofensiva, no importa que sea la reina de Inglaterra, el mejor soldado de una tripulación, un famoso ricachon, será ejecutado. Sin previo aviso»
«Estamos volvieron a restaurar los viejos y atacados centros de concentración de todo el mundo, para poder enviar allí a esta rara combinación de personas para después acabar con sus vidas, esto para nosotros sería una nueva guerra mundial, solo que todas las naciones nos apoyamos entre sí, para que todo salga un éxito»
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El Reino Hatlas -En edición #RedQueenAwards
Fantasía★~•~★ Maddie Rymondfield, es una persona común y corriente como cualquier otra chica de preparatoria. En su décimo año de estudios, comienza a experimentar una muy fea sensación en su cuerpo, como náuseas, pérdida de sangre en sus orificios nasale...