PELIGRO

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"Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que eres"

Zoren llacía en su cama, incapaz de dormir. Había recibido tanta información esa noche que el cerebro se le había sobrecalentado. Estaba entre: "Soy peligrosa, y eso es bueno" ó "¿Es bueno ser peligrosa?" No lo sabía. Daba vueltas y vueltas en su cama, imaginándose como pudo haber visto a esas criaturas de niña, sentirse cómoda con su presencia y, aún más importante, cómo le fue transmitido el gen.

Y soñó.

Estaba en el mar, lo sabía porque podía escuchar a la lejanía el suave oleaje, y podía sentir entre sus pies la textura rugosa y a la vez suave de la arena. Escuchó un ruido a la lejanía, como de unas niñas pequeñas jugando. Se fue acercando hasta el ruido hasta que las palabras fueron más que claras:

-¡Zoren, regresa! ¡Mamá me ha dicho que no podemos ir tan lejos!

-Está bien Georgette, no pasa nada, si sabes nadar, puedes derrotar a la marea.

-¡Eso no impide accidentes! ¡Vamos Zoren, regresa!

-Serán sólo unos minutos-se acercó a besar la frente de su hermana-¡no tardaré!

Y salió corriendo hacia el mar antes de que su hermana pudiera decir algo.

En un abrir y cerrar de ojos, fue trasladada hacia la orilla del mar. Pudo sentir el agua recorrer la piel de sus pies, fría y cálida a la vez. Pudo distinguir a la pequeña Zoren jugando alegremente, deseando que esos momentos donde nada realmente importara regresaran.

Cuando de repente, notó que su pequeña yo observaba algo en el agua.

-¡Vamos, sal! ¡No te haré daño!

Había algo burbujeando en el agua, y la pequeña Zoren empezó a tocar las burbujas.

-¡No te haré daño! ¡Ven pequeño!

Del agua, surgió una pequeña especie de pescado, pero no tenía ninguna pinta de serlo: era totalmente blanco, con ojos gigantemente grises..

Zoren se quedo helada.

Su pequeña yo comenzó a acariciar a la criatura.

-¡Eres muy bonito! ¿Sabes que sería estupendo? ¡Qué fueras mi mascota!

La pequeña se quedó mirando a la criatura, como si le estuviera hablando, pero ningún sonido era articulado por la criatura.

-No, mis padres están más allá... ¿Mi mano? Esta bien.

La pequeña Zoren tendió su mano a la criatura, cuando vió como le enterraba un aguijón abriendo y cerrando a su mano. La pequeña no gritó, ni mucho menos lloró. Sólo se quedo fascinada.

Antes de poder seguir, la alarma la despertó.

Zoren estaba sudando y jadeando cuando despertó, se podían escuchar pasos en los pisos de arriba. Se puso los tenis y bajo lo más rápido que pudo.

Se encontró a Lucy en el camino, y estaba muy preocupada. Se le veía en la cara.

-Lucy, ¿qué pasa?

-No...no he visto a Dianna bajar.

Zoren tragó saliva.

-Seguramente vendrá pronto. No te angusties.

Siguieron bajando y se encontraron a Caspian y a Cazir. Las miradas de Cazir y Zoren se encontraron, pero ella sólo bajo la mirada y apresuró el paso, pasando entre Caspian y él.

Siguió caminando hasta que sintió que le agarraban el brazo.

-¿A dónde vas pequeña saltamontes?

Caspian.

-¿Quizá a dónde todo el mundo esta llendo?

-Claro, pero, ¿sola?

-No necesito un niñero, ni una escolta.

-No te ofrecí ningún servicio. Realmente debes aprender a escuchar.

Zoren puso los ojos en blanco y se soltó del brazo de Caspian.

-Déjame en paz, porfavor.

-¿Qué he echo para que me odies?

-¡Besarme sin que seamos nada!

-¡Quizá tu lo eres todo para mi! Zoren no necesitó responder porque escuchó un grito a la lejanía.

Era Lucy.

Ni siquiera se volvió para ver a Caspian cuando avanzó con paso apresurado hacia donde estaba ella.

Roxxana y el Capitán Anthony estaban con ella.

Había cristal roto por todas partes, y una pulsera de cuentas tirada en el piso.

No logro articular ni una palabra, pues pudo escuchar detrás de ella:

-Se llevaron a Dianna.

Bajo la mirada, aún sin creer lo que pasaba, cuando pudo distinguir un papel.

Lo levanto, y había una inscripción en el:

מיר ניטאָ אויף אונדזער וועג

MORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora