CAPÍTULO: 12

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Kate estaba entretenida lavando los platos mientras yo recogía la mesa, estaba feliz, podía jurar que nunca en mi vida me había divertido tanto, ni si quiera el día que Cyprian se emborrachó y coqueteó con una señora de 50 años en el bar.

Que grandes tiempos aquellos.

Tenía en mis manos el plato de espagueti, bajé la miraba sin saber la razón, caminaba mirando hacia el piso.

No noté el cuerpo de Kate voltearse, vi como ella tenía huevo, sin que lo quisiera coche con su  cuerpo embarradonos al instante, Kate y yo gritamos al sentir la viscosidad en nuestra ropa, para la desgracia de Kate el plato de espagueti chocó completamente en su ropa.

—Qué mierda– dijo riendo, algo que me sorprendió y dio gracia– me ensucie toda la ropa, huelo un asco.

—Sí, pero mira el lado bueno ahora apareces que eres una amante del espagueti– le guiñé el ojo, ella puso los ojos en blanco empujándome.

Me acerqué a ella, noté como por segunda vez se puso nerviosa al sentir mi cuerpo cerca del suyo, acerqué mi nariz a su cuello para oler la combinación, notaba como su respiración cambiaba, olí un poco, fruncí la nariz al oler por completo la mezcla.

Tenía razón, olía horrible, me alejé de ella lentamente, podía que oliera a porquería pero quería estar cerca de su cuerpo, sin importar algo.

—Tienes razón, hueles horrible, te puedo prestar una camisa y un pans deportivo, si quieres, sé que sonará extraño pero puedes darte una ducha en el baño– sus mejillas se sonrojaron de inmediato.

—E-eh sí, está bien– lamió sus labios mientras miraba por otro lado– tú también necesitas un cambio de playera– señaló mi playera llena de mezcla de huevo y espagueti.

—Descuida, prefiero oler así y prestarte toda mi ropa, a que tú huelas mal y estés incomoda.

Sonrió, la agarré de la manó, la guíe hasta mi habitación, nuestro agarré era fuerte, parecía que ninguno de los dos quería soltar la mano del otro.

Bueno, yo no quiero soltar la mano de Kate, nunca.

Abrí la puerta dejándola pasar primero, miró cada una de los roncones de la habitación.

La observaba atentamente, no podía dejar de hacerlo, era como una nueva droga para mí, de esa que pruebas y no quieres dejar de hacerlo hasta que estés satisfecho.

—Bonita habitación– sonrió– aunque pensé que tendrías revistas pornografías o chicas desnudas en las paredes– reí al igual que ella.

—Ya pasé esa etapa, no me hagas recordar como era ese lado oscuro.

—¿Así qué ya no las necesitas?– levantó una ceja.

—Claro que no, no soy virgen fácilmente voy con una chica y tengo sexo con ella si lo deseo.

—Entiendo– su sonrisa cambió por completo, al parecer mi respuesta no fue de su agrado.

—Las toallas, están aquí– señalé el mueble que estaba en la pared enfrente de mi cama, Kate se acercó para agarrar una, caminé hacia su dirección, agarró una y volteó haciendo que su cuerpo se pegara con el mío.

DARK SOULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora