CAPÍTULO: 25

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—¿¡Y en dónde está la maldita parte buena!?– gritaba Cyprian desde la bocina de mi celular, estaba estacionado enfrente de la casa de Kate.

—En que veré a Kate en ropa interior y tocaré su cuerpo– gruñió, lo conocía a la perfección que en este mismo instante él se estaba tocando la frente con irritación– vamos, no es la primera vez que lo hago.

Cerré los ojos al escuchar lo que acababa de decir, él no se había enterado de que fui a la casa de Kate y que la había tocado.

—Dylan, no es la primera vez qué lo haces, por qué no me sorprende.

—La verdad no, he estado en su casa un millón de veces– reí recordando de que siempre lo hacía– la mayoría es cuando ella está dormida y la otra parte porque ella me ha invitado.

—Estás borracho Dylan.

–¿Qué?– rasqué mis ceja tratando de no reír, lo cual era imposible– bueno, tal vez un poco.

—Dylan no es buena idea que vayas así a su casa, puedes hacer una tontería, mejor regresa y te acompañó con otra botella.

—Que gran amigo, ¿a caso la cita con Gemma no fue buena?.

—Si supieras, fue excelente pero una borrachera con mi mejor amigo no se le niega a nadie.

—Lo siento, tengo que hacer esto- reí saliendo del coche negando con la cabeza– pero ya esta dormida ¡Sólo es verla dormir! No es nada del otro mundo.

—Ajá, ni Owen que es un estúpidos te lo cree– puse los ojos en blanco cruzando la solitaria calle, colgué la llamada antes de que él quisiera llevarme cargando.

Estaba enfrente de la casa de Kate eran las tres de la mañana, hacía demasiado frío, me encantaba porque cada vez que hablaba salía el valor de mi boca.

Saqué una copia de la llave de Kate de la bolsa de mi pantalón, reí con nervios al ver que casi no entraba bien la llave, cuando abrí la puerta de la casa, recordé la vez en la que estaba en la casa de Kate cuando tuve el accidente.

Por poco la besaba de verdad, ella estaba dispuesta, pero como siempre tenía que arruinarlo y en ese caso fue Cyprian quien había arruinado el momento, y fue por una completa estupidez, por un maldito vaso de agua.

Subí las escaleras lo más rápido que podía, me sentía como en mi casa, cantaba una canción en voz baja. Dejé de cantar cuando estaba enfrente de la habitación de Kate, la abrí tratando de ver a la bella durmiente de Kate.

En efecto ahí estaba, su cuerpo estaba boca a bajo, se veía su trasero con sensualidad, mordí mi labio al verla.

Me acerqué a ella con lentitud, toqué sus piernas a través de la sábana, sin esperar mucho tiempo dejé en descubierto sus hermosas piernas, empecé a besarlas con tranquilidad saboreando cada parte de su piel, sus piernas eran suaves aún su piel era delicada como la primera vez que las besé.

Mi boca se concentraba en besar y lamer un poco sus piernas, era un gran alivio hacerlo, provocaba que la excitación y lujuria se apoderaban de mí a cada paso, recorría mi lengua con lentitud por sus maravillosos muslos. Al llegar a los cachetes de su trasero no puede detenerme en morderlo, gemí al probar su piel de esa parte que me volvía loco.

Kate suspiró moviendo sus piernas, me alejé de su cuerpo para sentarme a horcajadas de el, los cachetes de su trasero estaban a centímetros de mi cuerpo, al verla en ropa interior producían una erección al instante, acaricié su trasero con mis palmas, poco a poco me agachaba, mi nariz recorría su cadera hasta su espalda inhalando su perfecto olor natural.

DARK SOULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora