La bruja del crepusculo

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Yunei


Ya había pasado una semana desde que David-Hill se marchó, dejando a Sarah muy deprimida.

En ese momento nos relajábamos en la sala del gremio después de una larga mañana de arduo trabajo y de poca paga, mientras comíamos un almuerzo algo tardío. Pero ella, en vez de disfrutarlo, se la pasaba suspirando mientras mantenía la cabeza apoyada en las manos y miraba por una de las ventanas.

—Ese idiota... me hubiera dicho que se iba... lo podría haber acompañado... tal vez debí decirle lo que sentía... —Por la diosa... era la cuarta vez que murmuraba las mismas cosas. No solo ella, la joven recepcionista de raza bestia, quien recientemente cambio de turno, también está muy decaída desde que el chico se fue.

Habría que ver... De Sarah, lo entiendo, pero de Lucil... A mi parecer ella es demasiado grande para fijarse en un niño, aunque puede que en realidad no tenga nada que ver con asuntos románticos, porque la he escuchador decir "mejor no le hubiera comprado eso", "¿se enojara porque no se lo lleve yo?" o "no le dije su nombre".

—¡No te sientas triste! ¡Ya lo veras de nuevo! -—Dephin intentaba consolarla, pero me parece que es inútil cuando tienes una cerveza en la mano y ríes alegremente. Ese enano no sabe lo que son los modales.

—Algún día, cuando crezcas y te conviertas en una belleza, podrás presumirle de lo que se perdió. —Rower tampoco ayudaba mucho, solo decía tonterías. No es de extrañar, ya que él no conoce a las mujeres.

—Ya te he dicho que se fue para hacerse más fuerte, no se despidió de ti para no preocuparte, el prometió que volvería —le dije para consolarla. La mitad era mentira y la otra verdad, pero ella no tiene por qué saberlo—. Tú te debes concentrar en intentar superarle, así David se sentirá feliz cuando al fin se vean de nuevo.

—Mmm... Otra vez lo llamas con ese nombre. —La niña me lanzo una mirada celosa—. ¿Paso algo entre ustedes que yo deba saber?

—¡No te preocupes! —me apresure a aclarar, cuando se enoja da algo de miedo—. Es que confundo su nombre con el de un conocido, eso es todo.

Mientras hablamos sentí una presencia intimidante, al ver de dónde provenía pude observar a una figura encapuchada de pequeña estatura entrar al gremio, cruzando lentamente la sala hacia los recepcionistas. Vestía ropas oscuras y llevaba un bastón ostentoso con una piedra negra en la punta. Al verla Lucil abrió mucho los ojos.

—¡Regresaste rápido! —comento Lucil, pero luego, al mirar a la persona de cerca se retractó—. ¡Lo siento, señorita, la he confundido con alguien!

La persona se quitó su capucha y miro alrededor, me sorprendí al verla, pues aunque era obviamente una niña, su parecido a David era increíble. Poseía pequeñas diferencias, como el hecho de que ella no caminaba encorvada y sus ojos, de color avellana, eran vividos y fríos, pero ambos tenían el mismo cabello negro, aunque largo y atado en una trenza, la misma nariz pequeña, las mismas ojeras marcadas y el mismo rostro pálido.

—¡Ha regresado! —gritó Dephin— ¿Que te dije pequeña?

—¡Espera, Dephin! ¡No grites! —Por alguna razón Sarah se veía asustada y se intentaba esconder debajo de la mesa, cosa que no estaba resultando muy bien.

—¿Qué ocurre? —le pregunté, pues era raro que ella actuara así, aunque entendía un poco su reacción. Aquella persona, pese a parecerse al chico, tenía un aura dominante, contraria a la de él, tan suave que incluso hacía que olvidarás que estaba ahí—. ¿Quién es?

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora