La semana mas larga: Prefacio.

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El barco que nos llevaría a Demery partiría en una semana, por tanto tenia ese tiempo para trabajar. A la mañana siguiente de que nos instalamos en una casa que Sarel había alquilado, salí rumbo al gremio en silencio para evitar ciertos, eh, como decirlo... inconvenientes.

Necesitaba dinero con urgencia. De no encontrar nada que hacer estaría en problemas, dado que todo lo que me quedaba lo gaste en el boleto del barco, gracias al cielo que Sarel pago los de Clarisse y Aria. De algo sirve ser rico.

El edificio del gremio de Mirie era el doble de grande que los otros que había visitado. Resaltaba a la vista porque estaba decorado con paredes pintadas de azul y un techo abovedado de color rojo oscuro, contrastando con las edificaciones blanquecinas a su alrededor.

Mientras me acercaba mi instinto de huye rápidamente y no mires atrás me asalto fuertemente, cosa que hizo me detuviera, igual que a un ciervos asustado, y antes de que pudiera hacer algo, una mano firme me tomo por el hombro y me dio la vuelta. El inconveniente me había encontrado. Ahí frente a mi estaba Yunei, muy enfadada.

—¡Al fin solos! —susurró. Todo este tiempo estuve evitando quedarme a solas con ella, sabia que si había alguien no me recriminaría nada, así que siempre intentaba estar acompañado. Pero esta vez me distrajo mi precaria situación económica, así que baje la guardia y no me percate que me siguió. Ahora lo pagaría—. Tenemos pendiente una pequeña charla, ¿no crees, Hill?

—P-podemos esperar, tomar un café y discutirlo con calma. O una cerveza. ¡Yo invito!

—¡Nada de eso! —Yunei apretó mi hombro aun mas. Dolía, mucho—. Creí haberte dicho que no la engañaras.

—No lo hice. —Había que ser claros aquí y arreglar los malentendidos–. Nunca tuvimos una relación y yo jamas afirme sentir nada mas que amistad por ella.

—Eso lo se, pero...

—¡Yunei! ¡Hill! —exclamó una voz suave, que interrumpió a Yunei. Era Sarah, quien se acercaba casi corriendo. Gracias al cielo, creo que estoy salvado.

—Hola, creí que irías con Aria y los demás a comprar utensilios para el viaje —saludé. Al menos de eso estaban hablando ayer en la noche, después de regresar del puerto. Yunei, al verse interrumpida, hundió sus uñas en mi hombro antes de retirar su mano. ¡Oye, que eso dejara cicatriz!

—Si... este... ¡a Aria le dolía algo y regresaron a la casa a descansar! —explicó Sarah. Lucia nerviosa y aparto la mirada,lo que hacía obvio que estaba mintiendo, pero como agradecimiento por salvarme lo dejare pasar—. ¿Y ustedes que hacen?

—Solo hablábamos. —Yunei le sonrió con ternura. Si, claro, solo hablábamos y por eso casi me destripas en medio de la calle.

—Voy al gremio. Las veré después así que...

—¡En serio! ¡Voy contigo! ¡Ahora ya puedo ser de ayuda! —El rostro de Sarah se ilumino de alegría, lo que la hacia lucir muy inocente.

Di que no, di que no, así la dejaras con Yunei y te librarás de la elfa. No quiero ser regañado.

—Claro, vamos. —¡Demonios! ¡Porque no puedo decirle que no!—. Bueno, nos vemos después Yunei.

—De eso nada, iremos todos. —replicó ella. En su mirada estaba claramente escrito "ni creas que los dejare solos". Si que daba miedo.

Intentando no hacer caso a las miradas asesinas de Yunei entramod al gremio. Era sorprendente, pero había mucha, pero que mucha gente. La mayoría eran mercenarios con armaduras ostentosas y armas vistosas. Frente a los recepcionistas se formaban grandes filas, lo que no me dejo mas remedio que formarme, mientras me asaltaba el miedo de no encontrar ningún trabajo. En serio ¿cuanta mala suerte puedo tener?

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora