La historia del visionario

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La casa de Claire era acogedora. Está estaba amueblada como si fuera una casa de campo, además, la sala estaba llena de pinturas y figuras de madera de artefactos que cualquiera que creciera en mi mundo reconocería, aunque algunos tenían un diseño un poco extraño. Aviones, autos, naves espaciales, una cabina telefónica, incluso un pequeño robot en lo alto de una repisa.

Claire era buena anfitriona, al igual que Hilda, nos guió hasta un sillón doble frente a una mesa pequeña y nos dio té con algunos panecillos.

Al fijarme bien en ella me di cuenta que tenía algunos rasgos felinos, como los ojos y unas orejas algo puntiagudas, así como una cola, pero sus rasgos humanos estaban más acentuados que la chica que conocimos antes, Lina.

—Señora Claire ¿me podría hablar de su padre? ¿Cómo murió?

Decidí empezar con el tema por el que había ido, para intentar lograr obtener la mayor información posible.

—¿Si te cuento todo, me dirás lo que sabes? —me preguntó, si sentándose en un pequeño sillón frente a la mesa de té con una taza humeante en sus manos.

—Se lo aseguro —le respondí, dando un sorbo a mi propia taza. ¡Oh, era muy bueno¡. Soy más de cafés pero no me importaría beber más infusiones así—. Si me cree o no ya será otra cosa.

—Muy bien. —La señora Claire suspiro y comenzó a hablar mientras sus ojos se desviaban hacia la ventana—. La verdad es que lo conocí muy poco, demasiado. Como te dije antes, murió cuando era pequeña, de él solamente guardo pocas memorias, pero todas son preciosas pasa mí. Los que lo conocían, mi madre y el grupo de exploradores al que perteneció, son quienes me contaron la mayor parte de lo que sé sobre él.

Claire dejó la taza sobre la mesita, se levantó y fue hacia un mueble, del cajón más bajo saco una hoja de papel que luego nos mostró. Era una fotografía en blanco y negro. En ella estaban retratados cuatro hombres, dos de raza bestia-lobo, muy parecidos a lo que en mi mundo sería un hombre lobo; un elfo, cuyo rostro se me hacía un poco familiar; un humano con anteojos y dos mujeres de la raza Fide'il o bestia-gato. Como el hombre lobo, lo único que las hacía parecer humanas era que caminaban en dos patas, pues sus rostros eran felinos y su piel estaba cubierta de pelo.

—Mi padre y madre crecieron en una aldea apartada del país boscoso de Ahería —continuo Claire, señalando al hombre de anteojos y a una de las mujeres gato—, cerca del reino de las hadas, en el continente Demery, del otro lado del océano. Es en ese lugar donde viven la mayor parte de las razas bestia, los que estamos de este lado somos en su mayoría mestizos. Es un lugar muy peligroso, solo los más fuertes sobreviven y está lleno de ruinas de civilizaciones antiguas, así como de bestias mágicas .

"Era uno de los pocos humanos viviendo ahí. Según mi madre, apareció un día, en medio del rió, flotando sobre un tronco después de una gran tormenta. Entonces tendría tres años, estaba desnutrido y tenía heridas en todo el cuerpo. Una pareja decidió hacerse cargo de él, mis abuelos, Gusyav y Miriam. Nunca los he visto, pero deben seguir vivos. Públicamente se dijo que se había perdido junto a sus padres cuando fue a explorar, pero todos los cercanos a mis abuelos se enteraron de que tenía señales de tortura, seguramente lo arrojaron al rió para que muriera, pero fallaron.

"Durante años lo mantuvieron en la aldea, hasta que cumplió los dieciséis, fue entonces cuando él y su grupo se marcharon, comenzando su viaje.

"En aquellos tiempos a él se le dio por inventar cosas. Esa cosa que lleva en los ojos es uno de sus inventos, para poder ver mejor, decía. Otra cosa que invento fue un artefacto para grabar imágenes, pero ambos se perdieron con él.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora