El cazador

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Tyna y Aria se encerraron en sus habitaciones. Nada más pague por la estancia y las dos desaparecieron en las escaleras de la primera posada que visitamos. Yo, por mi parte, me dirijo al gremio, en primer lugar para dejar un mensaje a Clarisse y en segundo lugar para preguntar por ese pozo. Según aquel viajero, en él se podía ver reflejado el futuro. No sabía si era verdad, pero me atraía la idea, sería un buen añadido al libro. Igualmente, ya que iba al gremio, podía buscar un trabajo, el dinero ya se me está acabando.

Mientras caminaba por las atestadas calles pude ver un mercado exhibiendo frutas y carnes desconocidas. En uno de los puestos donde vendían la comida ya preparada se estaba sirviendo una especie de murciélago gigante, solo que con el cuello mas largo y una cabeza parecida a la de un perro chihuahua. El animal estaba rostizado y bañado en una especie de jugo amarillento, siendo franco se veía asqueroso, pero los comensales parecían disfrutarlo.

Me gano la curiosidad y pedí un plato, solo para probar. En realidad, pese a su apariencia, era bastante bueno. Mientras disfrutaba aquel plato me volvió a asaltar aquella sensación de peligro, pero esta vez mas fuerte. Mire a mi alrededor, pero no podía ver nada fuera de lo común, no hasta que el individuo se sentó frente a mi. No podía reconocerlo, pues estaba encapuchado, pero estaba seguro que era un hombre, me hablaba con un tono burlesco, como riéndose de mí.

-Así que tú eres él ¿eh?

-De que hablas -deje el plato a un lado junte mis manos frente a mí, no parecía querer pelea. Aún.

-Estas guardando a algunas personas que alguien que se cree mi dueño desea, aunque esta vez puede presumir de serlo.

-No entiendo a qué te refieres -al mirarlo bien comencé a notar, alarmado, que el espacio a su alrededor comenzaba a distorsionarse.

-A tres de ellas ya las tengo en mi poder, la cuarta está lejos, pero sería demasiado fácil, así que la dejare para el final, la pregunta es ¿podrás protegerlas, señor de la tormenta?

-¿Qué? -había escuchado ese nombre antes, hace pocos días, pero nunca nadie se refirió a mi así antes, ni nunca me hice llamar de esa forma.

-Es cierto... aun no pasa, y puede que nunca ocurra, pues estoy aquí. Me presentare. Me llaman el cazador, Charlenne Asmeries. También puedes llamarme el profeta. Tu eres como el ¿verdad?

-¿De quién estás hablando? -todo lo que me decía no tenía pies ni cabeza, aunque refiriéndose a "tres de ellas" podría estar hablando de Aria, Tyna y Clarisse.

-No seas apresurado -me contesto con aquella voz burlesca-. Aunque pensándolo bien, el que no te haya reclutado ya quiere decir que no le sirves, o que no sepa que existes. No, es imposible esta última, al menos para él.

-De nuevo te pregunto ¿de quién estás hablando?

-Bueno, no importa, de todas formas morirás en mis manos -coloco sus manos sobre la mesa-. Creación y destrucción, vida y muerte ¿cuál es más fuerte?.

En su mano derecha comenzaron a aparecer bichos de varias formas y tamaños y en su mano izquierda la mesa comenzaba a desaparecer.

-Creo que he dicho suficiente -olfateo el aire-. Huele bien, me parece que comeré un poco, lo que harás... ¡ah! ¡Ya se! -Charlenne puso un mapa sobre la mesa y señalo un punto en medio del bosque-. Aquí se encuentra el pozo de las profecías. Esa sera tu destino. Aria, Yunei, Sarah y Lucil. Apostaremos sus vidas. Si llegas a la meta antes de que te mate, ganas, si no lo haces, te matare y luego a ellas, ¿qué te parece?

-¿¡De que rayos hablas!? -grite, pero me calle y me senté enseguida cuando se quitó la capucha, presa del terror.

Su rostro era una cicatriz enorme, sin forma, pero aun así lo que me causaba esa sensación eran sus ojos, o la ausencia de estos. En vez de ellos tenía dos rubíes rojos que destellaban amenazadores. El aura que lo rodeaba crecía y rugía como una bestia desenfrenada.

Charlenne movió su mano izquierda. No sentí nada, pero al mirar había donde apunto me di cuenta que había desintegrado mi brazo. Luego movió la mano derecha, regenerándolo.

-Creación y destrucción, vida y muerte, pequeño niño-hombre, yo soy ambas. Olvide mencionarlo, pero no puedes decirle a nadie sobre nuestro pequeño juego, al menos hasta que termine, si lo haces matare a esa persona en el acto. Tienes ventaja hasta que acabe de comer, después saldré en tu busca.

Me levante y corrí hacia las puertas, jamas había estado tan asustado. Pero no por mí, yo ya había muerto antes. Temía por mis compañeros. Cerca de la entrada choque contra un grupo de personas, caí de espaldas y al levantarme vi a Yunei, Frey y Sarah. Eso hizo que me asustara aún más, el cazador las había mencionado a ambas, ¿que rayos hacían aquí? Ahora entiendo lo que quería decir Charlenne cuando dijo que ya tenía a tres en su poder.

No tenía tiempo, escuche sus gritos, pero los empuje, si me detienen, aunque sea un momento, ellos sabrán que algo malo pasa e intentaran que les explique. Corrí más rápido. A unos metros se encontraban Clarisse y Sarel. Tampoco me detuve ante ellos. Debía correr. Debía llegar al pozo. El tiempo era esencial.

*

Charlenne comía la carne del Dentileo, aquel murciélago con cabeza de perro, mientras esperaba a que el chico ganara algo de ventaja. En un momento un enorme ave negra se posó sobre su hombro, con una nota en la boca. Era lo que estaba esperando. Ya sabía lo que contenía, por supuesto, así que simplemente la desintegro.

-Así que ese imbécil aún cree que le sirvo... bueno, esta vez fue conveniente... sin el no me habría dado cuenta de la existencia del chico... o quizá si.

El cazador se levantó después de terminar su platillo, el ave que le había traído la nota salio volando, en rumbo desconocido, mientras Charlenne se preparaba para comenzar su caza.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora