El Dragón.

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—¡Aria! ¡Levántate!

Tome a Aria de la mano para ayudarla a ponerse de pie, mientras la observaba con detenimiento. Por suerte no le había pasado nada grave, gracias al tipo de magia que manejaba. Pero aun así tenía quemaduras leves en varias partes de su cuerpo. Era desconcertante ver eso en alguien que manejaba el fuego y también era una pequeña muestra del poder de aquel monstruo.

—Aria, escúchame —le dije en voz baja—. Ve hacia donde se encuentra Sirien y protegela. Esa cosa la quiere, no sé porque, pero algo me dice que eso no debe pasar.

—¡Estas bromeando verdad! —ella me tomo fuertemente del brazo, mientras alzaba la voz—. ¡Ni creas que te dejare solo! ¡No de nuevo! ¡Esa cosa podría matarte!

—Aria, no estoy solo —me libere de su mano y señale hacia el dragón. El grupo de Kabils lo mantenía rodeado y atacándolo, pero sin poder hacer otra cosa que pararlo—. Te lo estoy pidiendo como un favor.

—¡No! ¡Puedes morir!

—Aria —suspire, no quería llegar a esto, pero era necesario. Esa cosa era muy fuerte y no iba a dejar que la dañara de nuevo, aún era muy inexperta en cuanto a pelear se trataba. Yo también, pero tenía mis trucos, además no quería preocuparla cuando comenzara a hacer idioteces—. ¿Que soy?

—Mi novio.

—Antes que eso.

—Un compañero de viaje.

—Antes.

—M-mi maestro.

—Exacto. Aria, aun no estas preparada para esto. Te lo estoy diciendo por tu bien. Ve a donde se encuentra Sirien y protégela. Esa es tu misión, tu prueba. Hay más criaturas mágicas por ahí sueltas, sé que también las escuchaste, ellas serán tus oponentes. Una cosa más, si ves a mi hermana dile que tenga cuidado, podría ser un objetivo. Ve. Ahora.

—S-si. Pero te juro que te haré pagar por esto. No puedes usar la carta del maestro sin consecuencias y si acaso llegas a morir te maldecire por la eternidad.

Aria me miro enfurecida antes de darse la vuelta e irse corriendo en dirección a la casa de huéspedes.

—Lo siento —susurré mientras la veía alejarse.

No me gustaba hablar así, pero era necesario. El dragón le dejo quemaduras, a ella, una usuaria del fuego y sólo con un ataque mínimo. Desde que comencé a ver la energía mágica, me di cuenta que el Ci'lefanie emanaba demasiada, en ondas de poder increíble. Eso era lo que mantenía alejadas a las criaturas mágicas, pero el dragón logro quemarlo, si hubiese lanzado ese ataque contra ella con la misma potencia que contra el árbol, Aria no habría sobrevivido.

El dragón de pronto rugió y lanzo una llamarada en dirección hacia donde me encontraba. Apenas logre evadirlo, si hubiera tardado un segundo más, me habría carbonizado. En el lugar del impacto quedo una grieta humeante, esa cosa poseía un poder destructivo inmenso.

Miré hacia donde se hallaba el dragón; uno de los Kabils yacía muerto en el suelo, aunque sólo la mitad de él, el resto se había convertido en cenizas. Sus otros compañeros retrocedían para evadir las erráticas llamas del monstruo. El dragón se elevó y cuando estuvo a una altura considerable lanzó un estruendoso rugido al mismo tiempo que expulsaba una llamarada hacia el suelo, destrozando todo a su paso, por suerte ya no había ningún civil cerca y los guardias Kabils lo habían esquivado, aunque por muy poco.

El dragón intento ir en dirección hacia donde había huido Sirien, pero de pronto apareció un domo hecho de luz que cubrió el área donde nos encontrábamos, frenándolo. Al fijarme bien, me di cuenta que era creado por enormes piedras de color púrpura enterradas y formando un circulo alrededor de Ci'lefanie. Que suerte que Aria salio antes de que eso se desplegara, si no se hubiera quedado atrapada con nosotros.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora