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Kristen

Sin embargo, ese verano nacieron las gemelas Montgomery, y para el invierno, Lady Elizabeth, la madre de James ya había muerto.

Fue una situación muy dura para él. Bernadette tenía diecinueve años, y tuvo que tomar la responsabilidad de ser la señora de la casa, mientras que James a penas si era un niño al igual que yo, y tuvo que hacerse cargo de todos los negocios de su padre, pues Lord Abercorn, después de la muerte de su esposa, simplemente un día se encerró en su recamara y no volvió a salir hasta mucho tiempo después.

Por esas fechas también la muerte azotó mi casa. Mi hermana menor, Olive tenía diez años solamente, y siempre había sido muy enfermiza. El crudo invierno de ese año se la llevó por pulmonía.

Olive era la consentida de la casa, la favorita de mi padre, la pequeña que nos alegraba a todos con esa linda sonrisa que tenía. Era la que lograba que yo dejara de discutir siempre con nuestro hermano, la que lograba que papá no nos azotara cada vez que se molestaba con nosotros. La que llenaba de luz nuestro hogar, claro si a eso se le podía llamar hogar, y solo...se había ido para siempre igual que la madre de James.

El año que comenzó fue duro, ambos simplemente dejamos de ser las mismas personas, él estaba ocupado y yo, estaba sumamente triste. Y sabía que él me necesitaba, lo podía sentir en las escasas palabras que a veces me mandaba en cartas, ¿Por qué no lo busqué? ni yo misma lo supe. James cambió, dejó de ser el chico sonriente y amable que siempre había sido, tuvo que madurar de golpe, y ser frío, serio, e impersonal en su trato para con los demás, pues sino lo hacía, sus empleados creerían que aún era un niño, y sí lo era, apenas acababa de cumplir quince años, pero tenía toda esa enorme responsabilidad que su padre simplemente había abandonado, yo por mi parte también cambié.

Pasadas unas semanas de no verlo, lo comencé a extrañar de verdad, con una fuerza que de verdad desconocía. Y luego comenzaron a llegar esos sueños.

Nos soñaba en la cabaña, totalmente aislados del mundo, lo soñaba besándome, soñaba con su sonrisa.

Solo sabía que añoraba esos cálidos días de primavera, cuando Olive todavía vivía, cuando Lady Elizabeth nos recibía en su casa con galletas y una sonrisa, cuando aún no había sucedido ese primer beso que me confundió tanto.

Porque realmente lo hizo. James no debió besarme nunca.

Lo quería como debería haber querido a mi hermano. Pero después de esa tarde bajo ese árbol, algo cambió.

Ya no pensaba en James como si fuera mi hermano, ni siquiera como si fuera familia. Pero aún lo quería, aunque no sabía de qué forma en ese momento. Pensaba en él con esperanza de que él estuviera sintiendo las mismas sensaciones erráticas que me confundían. Con la esperanza de que él soñara lo mismo que yo.

Pasó un año y medio, desde ese cruel invierno que se llevó a mi hermana, en el cuál James y yo solo nos mandamos unas escasas cartas. Ese año terminé con mis estudios. Por fin no más aburridas lecciones de historia, ni aritmética.

Pero comenzaría un curso aún peor. Me prepararían para mi futuro matrimonio, lo que significaba, modales, etiqueta, perfeccionar mis habilidades para el piano y la pintura, en fin, todo lo que una futura debutante de sociedad y buena cuna debe manejar a la perfección para poder contraer un valeroso matrimonio. Todo eso con mi querida nueva institutriz. Obviamente mi madre ya estaba arreglando mi compromiso con algún caballero de fortuna y buena cuna. Recuerdo que cuando me enteré de que mis padres planeaban casarme con un hombre al que ni siquiera conocía, no pude evitar querer huir.

así que, con lágrimas en los ojos corrí hasta la cabaña. Era solo una muchachita de dieciséis años, y aunque era consciente de que el próximo año sería mi debut y que me tendría que casar a más tardar en dos años más, no soportaba la idea de que fuera con alguien desconocido.

¿y si era viejo?

¿y si era malo?

¿y si... ¿y si...

tantas cosas pasaban en mi cabeza, hasta que una me hizo detenerme abrupta mente.

¿y si no sentía por mi futuro marido lo que sentía por James?

Ahí caí en cuenta de qué en específico sentía por mi mejor amigo. Lo amaba. O al menos a esa conclusión llegué en ese momento. Me daba pánico casarme con otro, porque lo amaba a él.

Y fue tan natural llegar a ese sentimiento. Él siempre me había apoyado, cuidado, querido. James siempre fue el que me secó las lágrimas después de que mi padre me impusiera uno de sus excéntricos correctivos.

Llegué a la cabaña con ese extraño sentimiento al que recién le ponía nombre, pero que sin embargo ya había vivido tanto tiempo con él en mi corazón.

Esa tarde nos encontramos de nuevo.

James estaba en la parte de atrás de la cabaña, estaba molesto, mejor dicho, muy molesto, por la forma tan rabiosa en la que arrojaba piedras a un árbol. Estaba más alto, más varonil, ya del niño adorable que había sido no quedaba nada, ahora solo era un muchacho apuesto.

¡Pero claro! Había pasado tiempo sin verle, y él recientemente había cumplido diecisiete años. Yo tampoco lucía igual que en ese verano en que nos dimos nuestro primer beso. Estaba un poco más alta también, y mis formas femeninas se habían marcado mucho gracias al corsé.

- ¿Jamie? -pregunté tímida. Aun no me creía que él estuviera ahí. Justo cuando lo necesitaba tanto.

Él volteo a mimarme, aún con una roca en la mano.

Y aunque su rostro reflejaba enojo, poco a poco fue desapareciendo mientras me miraba de arriba a abajo. Su expresión se suavizó, simplemente......En ese entonces no sabía describir que él me estaba repasando lentamente con la mirada, que me estaba viendo como un hombre mira a una mujer, y por su sonrisa, al perecer le agradó lo que vio.

-Qué bueno verte pequeña Kitty. - me dijo. Hasta su voz sonaba distinta, más grave. Yo sonreí.

Jamás había sido osada. Jamás había hecho algo impulsivo en mi vida, y sin embargo no me importó correr hasta él, aferrar mis brazos en su cuello y besarle.

Besarle como tantas veces había hecho en sueños.

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N/A: xD saben? me agrada ésta chica.

comments?

Atte.

Emmerson J.B

La Amiga (Saga Montgomery #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora