Kristen
A la mañana siguiente fuimos encontrados por Lord Abercorn, el padre de James, y por mi padre.
Horas más tarde papá me hizo saber que no era correcto causarle tantas preocupaciones ni a él ni a nuestros vecinos, así que, como castigo, recibí un latigazo en la espalda por cada hora que estuve desaparecida.
Sonará duro y algo extremista, pero así era mi padre.
"¡Oh pequeña Kristen rompiste un jarrón mientras corrías por la casa! Debes aprender que dentro de la casa no se juega" me dejó parada en el jardín, a pleno sol, todo el día.
"¡Oh pequeña Kristen tiraste el fino plato de porcelana de tu madre! Debes aprender a ser más cuidadosa con tus manos" recibí golpes en mis manos con una regla de madera.
"¡Oh Kristen debes aprender a pararte derecha!" me dejó horas de pies, sujeta a una columna de frío mármol.
"¡Oh si a Kristen no le gusta comer habas, que no coma!" me dejó sin comer durante diecisiete horas.
Y que no se me ocurriera quejarme, hacer alguna protesta o si quiera algún grito de dolor. No, porque si llegaba a hacerlo, a mi sentencia, digo, "correctivo", se le agregaban un fuetazo o latigazo por queja.
Sí, era duro y muy estricto, pero no solo conmigo, con mi hermano era peor, aunque por alguna razón jamás fue así con mi hermanita Olive. Y mi madre, jamás intervino, jamás le dijo nada. Nunca descubrí el porqué.
Pero, aunque mi padre me prohibió relacionarme con James Montgomery, a él nadie se lo había prohibido. Y yo lo buscaba, era una forma secreta y personal de desafiar a mi padre, y era realmente emocionante para mí.
Así que él me buscaba en mi casa, y al cabo de un tiempo, por mi temor a que mi padre nos descubriera, preferimos quedar para vernos diario en esa decrépita cabaña que había sido nuestro refugio.
Poco a poco la convertimos en nuestro cuarto secreto de juegos.
A veces llevábamos juguetes y comida. Nunca supe como él consiguió que unos mozos de su padre pusieran un sillón nuevo.
Esa cabaña fue testigo de horas interminables de juegos, de historias de príncipes, princesas y dragones, de horas de lectura de cuentos fantásticos, y tantos otros bellos momentos que siempre atesoraré en mi memoria.
Y con el paso de los años esa cabaña se convirtió en mi único refugio.
Ahí yo era feliz, con James.
Pero esos instantes de nosotros de niños jugando no podían durar.
Como era de esperarse fuimos creciendo juntos, de pronto un día me di cuenta que él era más alto que yo, que su cara estaba cambiando, se ponía más angulosa. De pronto un día dejamos de ir a nadar juntos al río, sin esperarlo un día me di cuenta que me daba pena simplemente ir con él a nadar, de pronto un día me di cuenta que mi cuerpo estaba cambiando y el de él también. De pronto ya no jugábamos como antes, ni teníamos la misma confianza que antes.
Y aunque eso me entristecía, yo seguía yendo a la cabaña.
Luego durante el verano cuando cumplí catorce años, sucedió ese evento tan importante en la vida de una niña, ese cuando dejas de ser un infante y te convierte en señorita. Y mi madre me dijo que no debía saberlo nadie. Pero a mí no me agradaba la idea de ocultárselo a James.
Esa tarde fui a la cabaña, y él estaba bajando de su montura ¿Cuándo él había cambiado tanto?
En cuanto me vio supo que algo no estaba bien, y aunque yo intenté que él no se diera cuenta, James me conocía mejor que mis padres.
-Es que ya no soy una niña. - le dije simplemente.
-Eres una niña, Kitty, es claro que no eres un niño. - James se río en mi cara, su voz empezaba a sonar diferente.
-Soy una señorita, tonto. - dije, y yo molesta por que él no me tomaba en serio, lo golpeé en el hombro. Claro fue una mala idea, él me empujó un poco, yo empecé a picotear su estómago, él a hacerme cosquillas.
El caso es que, entre juego y juego, quedamos muy cerca, yo estaba recargada en un árbol cercano, él me estaba acorralando, y....así como así, el ambiente cambió su tono, de pronto ambos dejamos de reír y simplemente nos mirábamos a los ojos.
James acarició mi rostro con ternura, pero a la vez con miedo.
-Si ya eres una señorita...-su voz era apenas un susurro. -...Entonces puedo hacer lo que papá me dijo. - mi cuerpo entero tembló sin saber yo el motivo. Por alguna extraña razón estaba nerviosa.
- ¿Qué fue lo que te dijo? - dije, pero sin reconocer mi voz, pues sonaba dulce y frágil.
-Me dijo que mi primer beso debía ser con una señorita a la que amara...-su cara se fue acercando a la mía. -...Y yo a ti te quiero Kitty.
-Y yo a ti Jamie...-dije en un susurro, y fui yo la que terminé por juntar nuestros rostros, nuestros labios. Fuimos nuestro primer beso. Aunque ninguno sabía bien lo que estábamos haciendo, ninguno sabía en qué nos estábamos metiendo. Ni en que nos convertiría ese primer beso.
Pero algo yo tenía bien claro, hubiera querido detener el tiempo ahí, en ese momento, en ese instante en el que James me beso con miedo, sin experiencia, con ternura y delicadeza, como nunca volvió a hacerlo.
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N/A: bien, me está gustando escribir ésta historia. ¿Saben? digo, es obvio que en la vida siempre está el primer amor, y luego el amor de tu vida, lamentablemente no siempre esos dos amores son la misma persona ¿verdad?
Y estamos conociendo un James muy diferente a lo que vimos en La Madrastra y está siendo totalmente increíble escribirlo. Es más creo que lo estoy amando más que antes.
así que....Comments?
Atte.
Emmerson J.B
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La Amiga (Saga Montgomery #2)
Fiksi SejarahDe "La Madrastra" conocimos a cierta curiosa chica. Bien, conozcamos su historia. La hermosa señorita, Kristen Anne Dawson, es la hija mayor del marqués de Lloyd, un hombre de estrictos valores morales, que siempre se preocupó por que su familia fu...