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Kristen

- ¡mi lady! Ha llegado ya el periódico con el anuncio. - me dijo mi doncella al momento que me daba la publicación. Y ahí estaba, ya era oficial.

Estaba comprometida con James Montgomery. Suspiré.

Había pasado mes y medio desde esa horrible cena donde James terminó por jurarme por nuestros hijos que él iba a ayudarme. Decidí confiar en él, no sin antes mandarle una carta de lo sucedido a David, al que al principio no pareció agradarle mucho la idea, nada en realidad. Viajó desde Londres solo para hablar conmigo y con James. Nos encontramos en un privado en la cabaña, sí, en ESA cabaña, ya se imaginarán lo incómodo que fue, tenerlos a ambos ahí sentados en el sillón.

Lo primero que hizo David al conocer a James fue golpearlo en la mandíbula.

-Eso fue por todo lo que Kristen lloró por ti. - dijo David, ante la mirada divertida y arrepentida de James.

Fue una reunión desagradable e incómoda, David realmente odiaba a James y no confiaba en él. No podía culparlo. Pero James fue lo suficientemente persuasivo y logró convencerlo bajo la promesa de que, si me faltaba en ayudarme, David tendría todo el derecho de matarlo si así lo quisiera.

Ya al despedirnos, el hermosamente celoso y territorial de mi David me beso de despedida como solo me había besado en la intimidad. Hombre celoso, dejando en claro ante James que yo ya tengo dueño. Por otro lado, esa reacción me preocupó, sus celos demostraban inseguridad ¿A caso pensaba que yo me volvería a enamorar de James y no tramitaría nunca ese divorcio? ¿Qué James podría olvidarse de la mujer a la que amaba? No, yo tenía muy claro que mi relación con James estaría fría y muerta por siempre, pero ¿David tendría eso tan claro como yo?

Los siguientes fueron meses surrealistas.

Mi madre lloró de alegría cuando le di la noticia de que aceptaba la propuesta de James, no paraba de repetirme de que estaba haciendo lo correcto.

Anunciamos nuestro compromiso en una cena con unas cuantas familias cercanas, todo era risas y cotilleo, nadie podía creer que el mujeriego de Lord Leighton se fuera a casar, y menos aún con una mujer quedada, y "puritana", porque recordemos que esa fachada me había construido mi madre, un menos después de su acalorada y pasional declaración de amor por Lady Scarborough durante el juicio.

Y luego vino el anuncio del periódico, todas las familias importantes que nos conocían comenzaban a mandar regalos de boda, y felicitaciones. Aunque yo sabía bien el cotilleo detrás de todas esas tarjetas y regalos. Ante toda la sociedad, James era un hombre libertino con el corazón destrozado, el cual al no poder tener a la mujer que ama, se conforma con cumplir su deber como heredero al contraer matrimonio, probablemente todos hayan pensado que es un compromiso arreglado entre Bernadette, en su afán de redimir la errática vida de su hermano, y mi desesperada madre, en su lucha por casar a su puritana, aburrida y solterona hija; porque eso era yo para ellos, el plato de segunda mesa; la mujer que es demasiado mayor para estar soltera, hermosa sí, pero aburrida, sino ¿Por qué otro motivo no me casé antes?, la mujer que ya con casi treinta años no tenía otro futuro más que continuar con sus obras de beneficencia y religiosas, que en sí era a lo único que me dedicaba; pero que ahora se me presentaba la oportunidad de ser una condesa, la esposa de un hombre que jamás me amaría. Pero, claro, eso era muchísimo más de lo que podría esperar, y según todos, debería estar agradecida.

En fin, un matrimonio concertado, sin amor, por obligación e intereses económicos, común, como tantos otros.

Fue realmente abrumador tener que soportar visita tras visita de ladies que pasaban a felicitarme por la buena nueva. Horas de té interminables y monótonas, entre guantes de seda, porcelana y pequeños biscuits de dulce. Con una plática tan absurda, cada una de las amigas de mi madre pensaba en guiarme en temas femeninos, como ser buena esposa, como llevar correctamente una casa, la servidumbre, y claro, la intimidad con mi marido; ¡era ridículo! Yo sabía muchísimo más que esas señoras acerca de juegos de cama, estaba más experimentada aún que Lady Cavanagh, que con sus 18 hijos y no sabía nada, pero era la que más insistía en "guiarme".

La Amiga (Saga Montgomery #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora