Kristen
La temporada había empezado. Era la primera temporada en la que yo iba a asistir, pues según todos nuestros conocidos yo había estado viajando por Europa todos estos años, cultivando mi mente y mis habilidades lingüísticas, y que a pesar de haber regresado hacía ya casi dos años, con el embarazo de Sarah y el posterior nacimiento de Nicholas, yo me había dedicado al cuidado de mi sobrino y de mi nueva hermana. Todos pensaban que era casi una Santa, al darle más importancia a mi familia que a la vida social. Mi madre estaba emocionada, durante meses se había dedicado a darme esa mítica imagen a todos sus amigos, para que, al momento de entrar en el primer baile de la temporada todos y cada uno de los asistentes estuvieran intrigado por conocerme. En especial los jóvenes casaderos. Mi madre estaba segura que esa era mi temporada, que, con mi belleza física, mi inteligencia y esa imagen de una muchacha santa y abnegada, lograría un buen matrimonio a pesar de mi edad.
Pero yo estaba más emocionada con el hecho de que nos íbamos a establecer en Londres durante esos meses. David había dejado su consulta en Gloucester para establecerse en Londres, y según me contaba en sus cartas, ya comenzaba a ganar fama entre la nobleza local de la capital. Así que era probable que lo viera, y eso me hacía muy feliz.
El primer baile al que asistí fue al baile de presentación de Margaritte Lewes, una bella señorita a la que en serio esperaba no opacar con el plan de mi madre. El baile fue en Almanac's unos salones que se rentaban para los bailes, muy elegantes, cuyas terrazas y jardines escondían los más oscuros y lujuriosos secretos de toda la sociedad londinense, y en donde según se tenía la creencia, en el laberinto habían sido concebidos al menos un hijo de cada familia de la nobleza y de la aristocracia del reino. Un lugar interesante para la presentación de una pura y virginal debutante.
Las velas del salón resplandecían cuando llegué a Almanac's rodeada de mi madre, mi hermano y su esposa. Pasamos por el ridículo protocolo de ser presentados en la escalinata de entrada, "Los marqueses de Lloyd de Lincolnshire, acompañados de la marquesa viuda de Lloyd y la bella señorita Dawson" y pude darme cuenta de inmediato que muchos caballeros voltearon a verme. Mi madre era una mujer lista, y al parecer lo que había esparcido de mi ante todas sus relaciones sociales daba resultado. Casi de inmediato mi carné de baile estaba lleno, aunque, muchos de los caballeros que me solicitaron baile ya eran hombres mayores de cuarenta me temo, uno que otro caballero joven, de mi edad o incluso menores, unos cuantos viudos, o en busca de segundas nupcias por cualquier otro motivo, y algunos más, que curiosamente fueron los más descarados conmigo, ya estaban casados, y salvo por ese hecho me recordaron mucho a como me trataba Hugo Laforet. Una lástima, yo solo buscaba a cierto caballero que deseaba con todas mis fuerzas estuviera ahí esa noche...David. Llegó un momento en el que me sentí como una yegua en una feria de pueblo, como las que se hacían en Dinan en el verano, siendo evaluada por posibles compradores.
Uno de los primeros caballeros de los muchos que conocí esa noche, fue Lord Bruno Ashton, conde de Armstrong, un joven y bastante atractivo caballero, alto, pelirrojo y de hermosos ojos azules. Un brillante abogado de la Corte según me comentó el juez Mckellan.
-Él mejor de todos...-dijo el juez con una sonrisa. Lord Armstrong se sonrojó de inmediato.
-No le haga caso ma'am, solo me halaga por el afecto que me tiene. -replicó el conde con una tímida sonrisa.
Debo admitir que era adorable, pero algo aburrido para mi gusto. Sin embargo, mi madre vio en él una oportunidad. Era obvio, él era sin duda un buen partido, guapo, joven, ya no estaba casado, después de la anulación de su primer matrimonio, tenía muchas tierras ricas y prósperas en algún lugar recóndito de Escocia, además de ser un abogado con un futuro prometedor, no tenía hijos, solo una hermana adoptiva y su tía anciana, no era un hombre con fama de mujeriego, ni con escándalo en su familia durante generaciones. Bastaba decir que mi madre estaba verdaderamente encantada con él. E incluso llegué a pensar que, si yo no hubiera estado tan enamorada de David Copley, podría haber tratado de tener algo con Lord Armstrong. Pero tampoco me engañaba, ese hombre era todo lo contrario mí, nunca funcionaríamos.
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La Amiga (Saga Montgomery #2)
Historical FictionDe "La Madrastra" conocimos a cierta curiosa chica. Bien, conozcamos su historia. La hermosa señorita, Kristen Anne Dawson, es la hija mayor del marqués de Lloyd, un hombre de estrictos valores morales, que siempre se preocupó por que su familia fu...