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Kristen

La llegada de Nicholas a nuestra propiedad en Lincolnshire cambio por completo la energía de esa casa que tanto llegue a despreciar. Esa que colindaba con la propiedad de los Montgomery.

Se sentía una casa diferente. Sin mi padre, sin Anette Castello, e inundada con las tiernas risas del niño en lugar de los lastimeros lloriqueos de niños maltratados hasta sangrar. Pronto nos visitaron los padres de Sarah, los cuales aseguraban que el niño era idéntico a mí, a su tía, yo siempre les respondía que se parecía a su padre.

Ellos obviamente pensaban que me refería a Ethan, pero no. Yo veía tanto de James en Nicholas que me asustaba. Pero al parecer era la única que lo notaba.

Mi madre decidió que yo debía limpiar mi alma, así que me obligó a hacer voluntariado en orfanatos y conventos. Y debo admitir que eran buenas distracciones, al menos me mantenían ocupada y no me dejaban pensar en mí desastrosa vida amorosa ni en mi tormentoso pasado.

Semanas después de haber regresado a casa, mi nana Esther (que ahora era nana de Nicholas), llegó con una carta a mi habitación.

-Me han pedido mi niña, que se le entregué a usted con el mayor secretismo posible ¿Acaso de algún enamorado secreto? - me preguntó. Ella fue prácticamente la mujer que me crío, podía confiar en ella.

La carta era de David, y no pude evitar sonreír. Mi nana se escandalizó un poco cuando le dije que era del hombre que amaba, y al contarle quién era, comprendió el secretismo.

-Tu secreto está a salvo conmigo pequeña...-me dijo mientras me abrazaba. -...yo sé que has sufrido más cosas terribles además de los horrores que tú padre te hizo pasar, y voy a ayudarte, ya es tiempo de que seas feliz mi niña.

La amé más por eso.

Así pasó casi un año de mi vida, entre mi voluntariado, las apasionadas y bellas cartas que me mandaba con David (guardadas en un fondo secreto de mi escritorio), el cuidado de Nicholas, su primer cumpleaños, y todo parecía estar bien para mí. Salvo que mi madre estaba cada vez más ansiosa, le urgía verme casada con quien fuera, y de no haber sido porque mi hermano se negaba rotundamente a casarme con un desconocido por interés, para ese entonces ya habría sido obligada a casarme con sabrá Dios quién.

Pocos meses después del cumpleaños de Nicholas, decidí hacer algo que había estado postergando pero que era completamente necesario hacerlo...fui a la cabaña.

La última vez que había estado ahí había sido hace ya muchos años, yo tenía dieciséis, y fue cuando le dije a James que estaba embarazada, la primera vez que sucedió. Cuando yo aún estaba toda ilusionada con él y con una vida junto a él. En mi mano, llevaba el anillo que él me dio como promesa de un compromiso que no pensaba cumplir. Tenía que ir ahí, a purificarme y a enterrar para siempre ese pasado, si es que quería un mejor futuro.

Iba totalmente decidida a destruir ese lugar, a reducirlo a cenizas. Jamás esperé que alguien estuviera ahí. La podía oír gritar y hablar sola desde el pórtico.

Era una mujer joven. No era fea, pero tampoco era especialmente bonita, aunque estuviera ataviada en un elegante vestido de amazona color tinto, era una simple chica de rasgos armónicos, aunque no deslumbrantes. Sus ojos marrones me miraron con sorpresa cuando entré a la cabaña, ella estaba sentada en el sillón. Ese odioso sillón.

- ¡Lo lamento! - exclamó ella algo asustada y a la vez sorprendida. -...no pensé que esta cabaña estuviera ocupada...quiero decir, parece tan...

Yo me reí.

- ¿Abandonada? - completé. Ella asintió y se sonrojó de inmediato. Bien, era una de esas chicas lindas y tiernas...adorable.

-Es solo que se encuentra dentro de las tierras de mi marido, por eso pensé que podía entrar...-la muchacha se levantó del asiento y alisó su falda, sin duda no era una campesina, el enorme diamante que llevaba en el dedo corazón me lo dejó en claro. Por otro lado, yo conocía ese anillo, tenía un diseño sumamente parecido al que yo llevaba en ese momento, además de que lo recordaba en la mano de otra mujer de noble cuna, que en vida fue mi vecina, la madre de James.

Sonreí.

- ¿Será usted acaso la nueva esposa de Lord Abercorn? - pregunté. Ella de nuevo se sonrojó, sin embargo, en su mirada se veía algo de pesar, ¿Remordimiento tal vez?

-En efecto...- ella me reverenció. -...mi nombre es Lady Scarlet Montgomery, marquesa de Abercorn.

Yo sonreí, bien esto era perfecto. Un gusto, pero ella tenía que irse.

-Él gusto es mío mi lady...-yo también la reverencié como correspondía. -...yo soy la señorita Kristen Anne Dawson, hermana del marqués de Lloyd. Somos sus vecinos, y en realidad está cabaña está en nuestras tierras. Su propiedad llega hasta el río.

Ella se volvió a sonrojar, y ¡Por Dios! ¿Por qué era así de desesperante está mujer? Toda sumisa. Totalmente irritante. No comprendía como Lord Abercorn se había fijado en esta chica, la primera esposa de Lord Stephen era una mujer hermosa, despampanante y con mucho carácter.

-Si usted es de la casa vecina, de seguro conocerá bien a los hijos de mi esposo. -comentó. ¡Oh genial! Ella se veía atormentada por algo, y ahora quería alguien con quien hablar. Si bueno, lo lamento yo no soy alguien bueno para dar consejos, o al menos basados en mis decisiones.

Y, sin embargo, suspiré. Mientras más rápido la hiciera salir de aquí mejor.

-Sí, los conozco bien, al menos a los tres mayores, con las gemelas no he tenido el placer de convivir. - dije con una sonrisa.

- ¡Entonces debe de conocer a James! - gritó. Y con un suspiro se volvió a sentar en el sillón.

¿En serio Dios? Vengo a deshacerme de su recuerdo y está desconocida quiere que hablemos de él. Sin embargo, me encontré a mí misma sentándome al lado de ella, recordando todo lo que hubo en esa cabaña.

-Sí lo conozco bien...-le dije. -... ¿Le está causando problemas?

Ella se sonrojó con una media sonrisa, y de inmediato lo supe. Ese bastardo estaba tras ella, o incluso talvez ya era su amante. ¡Ay Jamie! ¿Cuándo iba a aprender a comportarse? Porque también me quedaba claro que sí él andaba tras ella era solo para hacer contrariar a su padre, porque siendo sinceros, James jamás se fijaría en alguien como ella.

También me di cuenta que eso significaba que James ya había regresado. Y el anillo en mi dedo comenzó a pesar una tonelada. Si mi hermano se enteraba del regreso de él, de seguro lo iba a obligar a cumplir con sus obligaciones desposándolo conmigo. Pero ahora ya había otra persona en mi corazón y no iba a volver a James nunca más.

- ¿Él siempre ha sido un libertino? - me preguntó Lady Abercorn, regresándome a mi realidad. -...Quiero decir, sé que su vida no es de mi incumbencia, pero ¿Es que siempre ha sido un...

Yo me reí.

- ¿Maldito? -pregunté completando su pregunta ya que era obvio ella no se atrevía a decir palabras altisonantes.

Lady Abercorn me miró escandalizada, y yo solo pude reírme más.

- ¡Oh Lady Abercorn no se espante de mi vocabulario! -dije entre risas, ella solo frunció el ceño. -...cuando éramos niños, James era un niño verdaderamente adorable, pero luego creció y se convirtió en un maldito libertino que no tiene consideración de los sentimientos de las mujeres que pretende...-me dije. Luego ella no podría decir que alguien no se lo dijo si se llegará a enamorar de él y James le rompiera el corazón como a tantas otras. -...a todas les rompe el corazón. Las usa y luego desaparece.

Ella se quedó reflexionando un momento. Y luego se paró del sillón, yo la imité.

-Muchas graciasseñorita Dawson...-dijo, oh maldita sea, su expresión triste decía claramenteque ella ya se había enamorado de él y que yo le estaba confirmando lo que más temía.-...lamento haber irrumpido en su propiedad.

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N/A: ay entre más escribo, más se me ocurren cosas geniales para agregar hahahaha.....
Comentarios?

Besos :*

Atte. EmmersonJB

La Amiga (Saga Montgomery #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora