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Kristen

La luz de la mañana me golpeaba directo en el rostro, haciéndome dejar de lado esos sueños llenos de ilusiones acerca de una vida tranquila al lado de David, viendo a nuestros hijos corriendo por el jardín de una modesta casa.

¿Por qué mi sirvienta había olvidado cerrar las cortinas del dosel de la cama?

Comencé a volver a mi realidad poco a poco, ¡Dios! Me estaba muriendo de calor. Sentía los brazos de él rodeando me, todo su cuerpo alrededor de mi como una enredadera. Sus manos en mis senos, su amigo emocionado de tenerme cerca al parecer.

Sabía que él dormía a mi espalda. Y aunque me hubiera gustado mucho voltear me a verlo dormir, tenía que cerrar esas malditas cortinas. Así que me estiré, alejándome de David y su agarre, para cerrar el cortinero. Cuando volví a acostarme en la cama, David me sonreía adormilado, y ni bien lo tuve cerca, me besó con ternura.

Muy bien podría acostumbrarme a que cada mañana fuera así.

Nos separamos un poco, su sonrisa, hermosa y grande me saludaba. Sentía una paz que no creía posible en mi vida, ahí protegidos por los pesados cortinajes, yo resguardada por sus brazos. Él acariciando mi mejilla y viéndome con amor y algo de incredulidad, como si no hubiera visto nunca algo igual.

-Buenos días. - lo saludé, yo misma no podía ocultar mi sonrisa.

De pronto caí en cuenta de algo, si bien yo ya había estado con otros hombres, David era el único con el que yo había despertado en la misma cama. La primera vez, aquella hacía años, y ahora en ese momento. Con James nunca se había dado la oportunidad, e incluso, aunque se hubiera dado, él no creo que se hubiera quedado la noche, y Hugo, él siempre me dijo que el quedarse toda la noche generaba compromisos y que era algo que yo no debía esperar de él.

Y aquí estaba David, mi príncipe de cuento de hadas con el que toda niña sueña.

-Me gustaría que así fueran todas mis mañanas...-dijo, y de nuevo me besó. Acariciaba mi cuerpo con delicadeza y yo bien podía sentir que su "amiguito" estaba listo para entrar en acción. Era el paraíso.

-A mí también...-le dije. Pensé, si ya habíamos dado este paso tan importante en nuestra relación, ¿Qué tipo de compromiso él estaría dispuesto a tener conmigo? -... David en serio me gustaría. Creo que es tiempo de tomar esto serio ¿Realmente me amas?

Su rostro se tornó serio, intuyendo creo, el rumbo que yo quería que esta conversación tomara.

-Con mi vida, Kristen. Y te amaré siempre, pero tu familia...-suspiró, ese era el gran, pero entre nosotros. De nuevo desee ser solo Christine, la chica normal que había sido en Dinan, la que hubiera sido muy afortunada si se hubiera casado con un doctor, y no Kristen, la muchacha rica y de alta cuna que sería humillada por casarse con un simple doctor. -... sabes que te obligarán a casarte con quien ellos decidan, probablemente con Lord Armstrong.

Me molestó el tono melancólico con el que me decía todo eso, sonaba a resignación. Y el que estuviera resignado a perderme me molestaba. ¿Entonces donde quedaba el amor que decía tenerme? - ¿Y eso a ti no te molesta?

David suspiró y se recostó bien en el cojín, evitando por completo mi mirada.

-Claro que me molesta...-dijo al cabo de un rato. -...amor mío, sé que no puedo ofrecerte lo que desde tu cuna has tenido, siempre lo he sabido, y mientras tú me quieras, yo te tendré de la manera en que me sea posible.

Entonces me miró a los ojos. Estaba triste. Porque eso solo significaba una cosa. Él estaba dispuesto a dejar que me desposaran a otro. Y él...

- ¿Estarías dispuesto a....-tartamudeé, nunca pensé que sería él el que propusiera algo como eso? -...a ser mi amante? ¿A dejar que sea la esposa de otro?

Internamente estaba escandalizada. Yo no deseaba casarme con otro que no fuera él. No quería ni siquiera pensar en que otro me tuviera como David ya me había tenido.

-Lo he pensado Kristen, y créeme que, según la ley, por el simple hecho de estar en este momento aquí, tu hermano tendría el derecho de retarme a duelo y salir bien librado si llagara a matarme. No quiero que haya mancha alguna sobre tu nombre, tu reputación...un escándalo podría destruirte. -dijo.

Oh si claro porque ser una mujer casada con un amante no genera ningún escándalo.... Bueno no era un escándalo mayor a huir juntos ¿pero realmente importaba eso? Para mí lo único que valía era nuestra felicidad, juntos, y si él ya se estaba dando por vencido, yo iba a tener que ser fuerte por ambos.

-No me importa mi reputación, ni mi familia...- le dije y lo obligué a mirar a la cara. -... quiero que luches por mí, que luchemos juntos por nuestro amor, pídemelo y en este segundo me voy contigo, no me importan las consecuencias ni nada.

-Yo no puedo sostenerte económicamente...

-A mí me importa muy poco el dinero, lo sabes...-le interrumpí. -...en Dinan viví como institutriz, y tú eres un gran médico, con cierto renombre...

Él tomó mi rostro, y yo simplemente no entendía el porqué de su actitud. Yo ya me había cansado de ser cobarde.

-Pero a mí me importa que estés con estabilidad, amor ¿Realmente crees que seguiré teniendo el apoyo y "fama" entre la nobleza si sucede que huyo con una doncella de los suyos? No. Tendríamos que irnos de Inglaterra. -dijo. Eso me dio la mejor idea que hasta el momento se me había ocurrido.

-Entonces hay que planearlo, empezar en otro lado...- podríamos ir a Dinan, ahí me conocían y querían, sin duda seríamos bien recibidos, él podría ser el doctor del pueblo y yo podría volver a mi antiguo trabajo, o bueno ya buscaríamos como mantenernos.

David rodó los ojos

-Para eso necesitamos dinero, incluso si queremos ir a Francia que es lo más cercano. - dijo. Si hasta parecía que me había leído la mente.

Yo sonreí, emocionada por la perspectiva de volver a donde fui feliz, y con el hombre que ya me hacía feliz.

-Encontraremos la manera de conseguirlo, y cuando lo hagamos ¿Nos iremos? -pregunté. Sin embargo, él parecía no compartir mi felicidad. Tal vez por miedo, o tal vez no quiera un compromiso tan grande, una responsabilidad tan grande, un peligro tan extremo, pues si huíamos y nos encontraban, mi hermano podía hacer que lo arrestaran, o peor, que lo sentenciaran a muerte.

-Kristen, no me agrada la idea, preferiría que hubiera alguna forma de hacer esto de la manera correcta, pero...- comenzó a decir después de un rato. Ya me lo temía, lo más simple para él sería dejarme, yo simplemente bajé la cabeza, no soportaba la idea de perderlo. No a él. Sin embargo, tomó mi rostro entre sus manos, estaban frías. -...Si es lo que quieres, nos iremos y serás mi esposa. Te doy mi palabra.

Y dicho eso, nos besamos. Yo aún con lágrimas en las mejillas que ni siquiera sentí que habían aparecido en mis ojos. David comenzó a posarse sobre mí, y a acariciarme. ¡Trataba de distraerme!

- ¿Qué hora es? - le pregunté cuando se separó un poco para tomar aire. Con algo de molestia por mi pregunta se alejó de mi para ver el reloj que había en mi mesa de noche.

-Son las seis treinta y siete. -dijo, y de nuevo me miró, creo que se tomó mi interrupción a lo que él esperaba empezar, como un intento por regresar a la plática anterior. Yo sonreí.

-En media hora, los sirvientes se irán al servicio del reverendo Macasen, y regresarán a las nueve...-dije. David puso un puchero de frustración, y yo me reí. Bien si el niño quería sexo mañanero, lo iba a tener. Ya sin la cohibición que tuve la noche anterior, quité la sábana de mi cuerpo y él no tuvo decencia en ser discreto al recorrer mi cuerpo con la mirada, él sonrió. -...entonces eso significa que todavía tengo dos horas y media para hacer contigo lo que me plazca.

Y dicho esto lo besé, mientras me sentaba a horcajadas sobre él.

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N/A: las amo chicas

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Besos
Atte.
EmmersonJB

La Amiga (Saga Montgomery #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora