-5-

9.3K 265 15
                                    

Me quedé entre sus brazos unos cinco minutos, con los ojos cerrados y sin pensar en nada. Hasta que me di cuenta de lo que estaba pasando. Abrí los ojos de golpe, lo aparté de un empujón y salí corriendo hasta llegar a mi bici. En un suspiro estuve en casa de mi abuela, pero no subí de inmediato. Esperé un poco en la puerta principal para calmarme. Respiré hondo y me toqué las mejillas. Estaban rojas, y me ardía la cabeza. Cuando logré tranquilizarme subí las escaleras pausadamente y recuperando el aliento. Olfateé desde la entrada un olor delicioso a galletas, nata y fresa. Me dirigí hacia la salita y allí estaba mi abuela: viendo un programa de cotilleo, comiendo galletas y diciendo "si es que no hay derecho..."

Al escuchar mis risitas me miró y me acerqué a darle un beso.

-¡Hola Ann! -Me dijo cariñosamente mi abuela- ¿Y eso que no ha venido Laura?

-Está con el "amigo". -Dije riéndome- Resulta que le tocaba hacer otro turno en la librería en la que trabaja, así que se quedaba a esperarle.

Me acomodé en la butaca que una vez ocupó mi abuelo y observé como Karmele lloraba porque le decían no sé qué de su marido.

Me desperté con un pijama de Hello Kitty y en la cama. Seguramente mi abuela me llevó a la habitación cuando me quedé traspuesta con otro programa de cotilleos que hacen por la noche. Mientras me estaba desperezando, oí unas risas que provenían de la salita.

Me enfundé mis zapatillas de "La Abeja Maya" y fui a investigar. Me quedé quieta en el marco de la puerta cuando vi a mi abuela de cháchara con el macarra. No salía de mi estado de estupefacción.

-Buenos días, cielo. -Me dijo mi abuela mientras se levantaba y se dirigía a su habitación.

-Buenos días... -Mi cara era un poema.

-¿Qué haces aún así? ¡Venga, que vamos a llegar tarde!

-¿Llegar tarde a dónde...?

-Como no estés vestida en diez minutos, te visto yo. Tú verás. -Me advirtió Marcos.

Decidí no probar si sería capaz y me dirigí a mi habitación. Al entrar vi a mi abuela hablando por whatsapp y le pregunté.

-¿Que hace ese sentado ahí? -Dije con los brazos cruzados.

Hizo un gesto para que esperara a que acabara de escribir.

-Pues nada, que dice que hoy habíais quedado a estudiar para música, ¿no?

-Ah, claro. Se me había olvidado. Voy a vestirme.

Cogí una sudadera, unos pantalones vaqueros normales y unas botas. Salí de la habitación ya vestida y peinada con un moño rápido y ya estaba el macarra esperándome en el marco de la puerta. Le di un beso a mi abuela en modo de despedida y salí antes que él.

-Bien, ¿a dónde vamos? -Dije aún con el ceño fruncido.

-No te lo puedo decir, es una sorpresa. -Dijo con una media sonrisa-Pero me tienes que prometer que no saldrás corriendo.

-Descuida. -Dije en un tono de despreocupación, aunque por dentro sentía todo lo contrario.

-Pues acércate. -Al ver mi vacilación decidió animarme- Va, que no muerdo.

Me acerqué a él hasta tal punto que mi cara estaba a unos escasos centímetros de su pecho. Me hizo un gesto para que girara y me di la vuelta, obedeciéndole. Noté como me tapaba los ojos con un pañuelo y me ayudaba a subir a su moto. Me colocó un casco tórpemente y arrancó.

El trayecto duró media hora o una hora entera incluso. Noté que la moto paraba y cuando me ayudó a bajar noté de nuevo ese mareo que tuve la primera vez que monté en ese asqueroso cachivache. Me quitó el casco y despacio, me quitó también la venda de los ojos. Me sujetó de los hombros tenso, como si tuviera miedo de que pudiera darme la vuelta y gritarle. Sin embargo, todo eso era totalmente imposible. La vista completa del Mediterráneo me embobó.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

¡¿Qué os parece?! Se lo está currando el pobre... ¡a saber qué plan le habrá preparado a Andrea!

Otra historia de amor adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora