[Antes de nada, quiero pedir miles y millones de disculpas por no haber subido en todo este tiempo!! Sinceramente, no he tenido muchos momentos enfrente del ordenador, y bueno ya sabréis el resto de la historia. Pero sé que no ha sido nada justo para vosotras, mis lectoras, a las que os debo tantísimo... Lo siento mucho, de nuevo, y os dejo ya con el nuevo -y último- cap! Una última cosa: no tengo planeado hacer ningún otro capítulo ni ninguna otra maratón. Sin embargo, no os sorprendáis si un día véis actualizaciones, porque así como digo que no, puede que sea sí. Pero ya sabéis, no es nada seguro y puede que sea el año que viene o la semana que viene... Soy así, jeje :) Bueno, ya os he comido suficiente el tarro, os dejo con el capítulo, espero que os guste y lo disfrutéis mucho. Besitos y encantada de haber estado tanto tiempo con vosotras :)]
ANDREA POV
Como habíamos pactado la noche anterior, a las doce del medio día nos dirijimos a Cap de Creus, un precioso barranco. La punta más al Este de España, y más allá todo mar. Un precioso mar azul que hacía más claros los ojos de Marquitos. Creía que no me podía gustar más, pero cada segundo que pasaba a su lado me quedaba más enganchada a su mirada, a sus mejillas, a sus abrazos. Me hice adicta a él casi sin querer. Y me explicaba cosas del sitio, cosas que seguramente le había explicado su padre adoptivo o Mr. Google. Pero parecía tan convencido... que yo no prestaba atención a sus explicaciones hasta que dijo algo así como "la Isla de la Rata"
-¿Qué?
-Que ahora vamos a coger una especie de barco hasta La Isla De La Rata, esa de allí.
-¿Isla de la Rata? -No acababa de entender por qué se refería a ese amasijo de roca marrón como "Isla de la Rata" -Si hay ratas no tengo muy claro que quiera ir...
-No, tonta, la llaman así por la forma que tiene. ¿Ves la silueta? Es como una rata tumbada. El barco está a punto de salir, hay que darnos prisa, aún hay que bajar toda la montaña.
Esa explicación me dejó mucho más tranquila. Bajamos a toda prisa la montaña y lo que él denominaba como "un pequeño barco" era todo un ferri de lujo.
-¿Esto es una especie de barco? Según yo es un barco en toda regla. Es enorme.
-No lo pienses más, es de mi padre. Hace pequeños comercios hasta esa isla, viven tres o cuatro personas, pero son muy ricas y compran mucho. Vamos, sube. -Subí tal y como él me indicó, no sin antes fijarme en toda la cubierta.
Era completamente blanco, no tenía una esquina con moho. Todo blanco, reluciente. El suelo estaba hecho de una especie de parquet marrón muy clarito, y había mobilario fuera, como una zona chill out. Sin duda yo no habría pisado un barco como ese sin haber conocido al Macarra, y eso que era solo para ir a una isla diminuta a un par de kilómetros de Cap De Creus.
Por dentro, el barco también estaba decorado con muebles blancos y madera clara. Me ofreció algo de beber y de comer, abrió el mini-frigorífico y estaba repleto de esos manjares caros y lujosos. Yo no comí demasiado porque el movimiento del barco me mareaba demasiado, y solo bebí un poco de té.
Llegamos a la isla y él le dio las gracias y unos cuantos billetes al hombre que nos dirigió el barco. Subimos una escalera de piedra y llegamos a una especie de templo precioso, todo hecho de madera oscura. Parecía que esa construcción llevaba mucho tiempo ahí, se había mezclado perfectamente con el paisaje, incluso unas cuantas enredaderas estaban abrazándolo.
De pronto, entre la niebla que súbitamente había en el lugar, apareció frente nosotros una pareja de ancianos, que cogidos del brazo y con el pelo canoso ambos.
La señora, que sonreía y llevaba un moño sujetándole lo que sería una larga cabellera blanquecina, fue la primera en dirigirnos la palabra.
-Mira, Armando, unos mozos que vienen a conocer el secreto de la isla. ¿Cómo os llamáis, jóvenes?
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Otra historia de amor adolescente
Teen Fiction-Te aviso de que yo no quiero las típicas historias de amor de los libros. -Dije. -No, nena, los libros escribirán historias de nosotros.