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MARCOS P.O.V

Me fui con Julián a casa, pero decidimos parar a tomar algo a la cervecería El Rico Del Puerto. Allí había un tipo gordo que se hacía el gracioso con sus clientes. La barra le tapaba una imponente tripa manchada de grasa y alguna salsa de color llamativo.

-¿Qué pasa Mafias? -Saludó él tan alegre como siempre.

Yo me limité a alzar la mano como saludo y lanzarle una sonrisa. Nos sentamos en una mesa y le pedimos al Mafias unas patatas y unas birras.

-Y tío, ¿qué te pasa a ti con An?-Se refería a Andrea, por supuesto. No sé por qué se me notaba tantísimo que estaba enamorado de esa chavala, ya que para mí estaba tan normal como siempre. Sin embargo, todo el mundo me preguntaba por ella y parecía inquisitivo y ansioso de una respuesta afirmativa.

-¿A mí? Nada, ¿por? 

-Es que creo que hoy me hacía ojitos -dio un sorbo a su cerveza- y te pregunto porque corre el rumor de que... vais mucho juntos.

-No hay nada entre nosotros... pero ¿cómo es eso de que te hacía ojitos?-hubo un silencio horroroso que me obligó a continuar- No tengo nada con ella... pero joder, podría tenerlo.

-O sea, que estáis de rollo. -Afirmó con los ojos entornados.

Se abrió la puerta detrás de nosotros y entraron dos chicas normalitas, se sentaron y nos miraban contínuamente.

-No, tampoco. A ver... que no es por mí ¿sabes? es ella que-Paré porque no sabía cómo continuar. Yo quería estar con ella, pero no había intentado nunca nada más allá-bah, da igual, tampoco pasa nada. Otra más.

Me miró a los ojos, parecía mucho más mayor, tenía un aspecto más adulto en los últimos seis minutos. No había vivido mucho más que yo, varias chicas y ninguna especial. Ir cada uno a por una, y luego no acordarnos de cómo se llamaban.

-No, no es una más. Te he visto antes, y no la mirabas como a Laura, ni como a Alma, ni como a nadie. No te habías enamorado nunca, lo sé, así que lo único que puedes hacer es ir a por ella. -Sus palabras eclipsaron cualquier pensamento que pudiera tener, así que me centré en su voz.

-Sí, sé que nunca había sentido esto por nadie, lo sé. Pero no tengo ni idea de cómo afrontar esto. ¿Qué hago para que me deje de ver como un macarra? 

-No sufras... ella aceptará. -Dijo mientras se levantaba-Es lo bueno de los enamorados, que todos ven que lo estáis excepto vosotros.

No me quedó muy claro eso último, pero decidí levantarme, pagar y salir a por Andrea.

Otra historia de amor adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora