Andrea P.O.V
Laura me llamó por la tarde, justo después de comer.
-¿Y qué vas a hacer hoy? –Me preguntó.
Entre que ambas nos habíamos ido de viaje (aunque a sitios distintos) y no nos habíamos hablado más que por teléfono, llevábamos casi un mes sin quedar ni vernos. Así que me hacía muchísima ilusión reencontrarnos.
-Nada, ¿por? Podríamos dar una vuelta o algo.
-En realidad me ha llamado un amigo de Marcos. Creo que ha dicho que se llamaba Turbo o algo así. No me ha querido decir su nombre real, dice que nadie lo sabe. Van a hacerle una fiesta sorpresa mañana por la tarde, y nos han invitado. Tenemos que ir todos a casa de uno de los amigos, Big Ass.
-¿Piensas ir a casa de unos desconocidos para celebrar el supuesto cumpleaños de Marcos? Van a ir todos los macarras, y no sabemos si lo del cumpleaños es real.
-Bueno, pues yo pienso ir. Es pleno verano, hay que divertirse.-Me respondió llena de convicción. Y tuve que decirle que sí, no me daba otra alternativa.
El cumpleaños sería al día siguiente, a las seis de la tarde en una casa no demasiado lejana a la mía. La idea de ir hasta una casa desconocida, con unos amigos macarras de Marcos a los que ni conocía, y seguro que drogas y peleas, no me resultaba muy apetecible.
Esa misma tarde salí de casa para comprarle algo a Marcos. Había salido con veinte euros en el bolsillo, pero sin idea de a dónde ir y qué comprar. Quizá algo de deporte, o un bañador o toalla… ni idea. No sabía en absoluto que comprarle. Y tampoco podía gastarme cincuenta euros en un reloj.
Iba deambulando por las calles de la ciudad, entrando en todo tipo de tiendas: de ropa, de material escolar,… pero no me convencía nada. Además tampoco sabía bien sus tallas, y no me atrevía a comprarle algo para que lo tuviera que cambiar. Entonces pasé por al lado de una tienda de fotografía. Y de repente, un flash con una idea genial. Una idea fantástica. Pero para ello tenía que ir a la misteriosa casa de Marquitos, para hablar con su madre.
“Pero… ¿dónde vive?” Pensé para mis adentros.
MARCOS P.O.V
Cuando me metí en casa atribuí ese beso incontrolado de María a una locura juvenil. De tan solo un año menos, pero juvenil. Como esas locuras de la que siempre hablaban los adultos. “Robamos un coche y recorrimos Nuevo México entrando en hurtadillas en hoteles sin que tus abuelos lo supieran, pero, ante todo no se te ocurra fumar.” Y se quedan satisfechos, contando sus andanzas juveniles pero sin perder la autoridad como padres –o al menos eso creen ellos, porque a partir de ese momento, esa información podrá ser siempre utilizada en su contra.-
Recuerdo cuando mi abuela me contaba historias de su juventud. Una juventud con padres estrictos, una juventud encerrada, en la que trabajar era la única labor –ya fuera en casa o en una huerta- y en la que las mujeres estaban sumamente infravaloradas. Recuerdo que yo tenía solamente seis o siete años. Llevaba ya un año en mi nueva casa, tras la última casa de acogida. Y me encantaba que mi abuela me contase largos relatos mientras cocinaba deliciosos pasteles, o platos para ocho.
-Cuando yo era joven las cosas no eran como ahora ¿sabes? Eran muy distintas. Yo comencé a trabajar más o menos a tu edad, recogiendo y sembrando semillas. Además tenía que ir a limpiar a varias casas a las semanas. Y en una de esas casas, me enamoré.
Yo la escuchaba completamente embobado, sentado en una silla con las piernas cruzadas y deseando saber más, deseoso de los cotilleos más jugosos de esa historia de hacía muchos años.
-Yo era como una especie de sirvienta. No solo limpiaba, tenía que cocinar, pasear a los perros, alimentar a los animales, y ayudar a los más pequeños de la gran casa con las tareas. Solamente tenía dieciséis años. Y uno de los hijos de esa casa tenía mi misma edad. Era un joven muy guapo, nunca había visto un chico tan guapo. Además se comportaba muy bien y me ayudaba con más de una tarea a escondidas, para que no lo llamaran homosexual. Y con el tiempo me enamoré. ¿Qué digo me enamoré? ¡Nos enamoramos! Porque el chico se me declaró de la mejor forma que se me ha declarado un hombre nunca… con un beso robado. Lo recuerdo como si fuera ayer: en el cobertizo, bien temprano, cuando yo acababa de empezar la jornada y él se marchaba a la escuela. Estuvimos enamorados mucho tiempo, pero no podíamos salir. Habrase visto, una sirvienta con un chico de buena familia. Así que así pasábamos los días, con miradas furtivas, mensajes en las comidas, y notas bajo la almohada. Y de repente todo eso terminó. Terminó como acaba un buen libro, con buen sabor de boca pero con añoranza de los capítulos pasados. Él se tuvo que marchar a una de esas guerras que había por aquel entonces, en la época de hambre y sangre. Y yo me quedé llorando mucho tiempo, porque no tenía forma de saber de él, porque no conseguía escuchar a sus padres en las recurrentes conversaciones en susurros.
Pero nunca me contaba el final. Yo siempre intentaba averiguar algo más de ese joven chico que tuvo que despedirse de su amada, pero ella se cerraba en banda. Y nunca supe qué pasó con los enamorados. Porque cuando yo llegué a la casa del doctor y de Maravillas, el marido de mi abuela ya había muerto. Y ya nunca lo sabría, porque mi abuela yacía postrada en cama desde hacía varias semanas. Y según el doctor Jaume, no se podía hacer nada y solamente quedaba esperar a la Parca. Y yo intentaba aferrarme a esas historias de hacía tiempo, pero cada vez me olvidaba más y no había nadie que me refrescara la memoria.
Así que esas locuras de juventud, como la de mi abuela de enamorarse de un chico de buena familia, eran las culpables de que María me hubiera besado, o de que yo me hubiera enamorado de la última chica de la que esperaba enamorarme. De una empollona sin casi vida social.
Tocaron a la puerta, y tal y como esperaba, era María.
-Oye, Marcos… no te enfades por lo de antes, que ha sido porque mañana me voy, y porque no puedo dejar esto dentro. Porque me está corroyendo y no puedo pensar, porque todo lo que pienso eres tú. Y tras este mes a tu lado no puedo seguir siendo la misma. No te enfades por lo de antes porque te quiero.
Y yo, que pensaba echarle la bronca, ya no podía hacerlo. Porque aunque no sentía lo mismo por ella, sí que sentía lo mismo por Andrea, y realmente no podía culparla por ser más valiente que yo. Por darme un beso y dejarme claro lo que sentía hacia mí. No podía decirle nada más que “lo siento, no eres más que mi prima”.
-María, no puedo decirte que siento lo mismo porque sería mentira. Lo único que puedo decirte es que has sido muy valiente y espero que tengas mucha suerte en la vida. Porque hasta el año que viene… no nos veremos, ¿no?
-Pues no… creo que no. Bueno… está el taxi abajo, lo he llamado antes de tiempo porque sabía que esta sería tu respuesta… he coincidido tan solo una vez con Andrea, pero se nota que la quieres de verdad. Así que, felicidades. Y hasta el año que viene.
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A mí María me ha dado penita, ¿a vosotras no? Siento que Junio haya pasado taaaaan deprisa, pero resulta que no me gusta escribir de principios de verano cuando éste ya se está acabando :( porque señoras, estamos ya a mediados de Agosto y yo el 3 de Septiembre ya empiezo. Así que voy a hacer que el verano de la historia pase rapidísimo, lo siento.
¡Sé muy poco de vosotras! Decidme: ¿Qué series veis en televisión/seriesly?
Yo veo Aquí no hay quien viva, New Girl, Big Bang Theory, y otras series de típico humor absurdo :)
Muchos besitos, y espero que os haya gustado mucho-mucho el cap!!
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Otra historia de amor adolescente
Novela Juvenil-Te aviso de que yo no quiero las típicas historias de amor de los libros. -Dije. -No, nena, los libros escribirán historias de nosotros.