ANDREA P.O.V
Miré a Marcos, él sonreía, sin embargo no era una sonrisa de suficiencia, era sólo esa sonrisa que le acompañaba a donde fuera. ¿Cómo que un diez? ¿Chuletas quizá? No, en este examen era imposible hacerse chuletas, no había ni una fórmula. Era imposible...
-Marcos, al final de la clase quiero hablar contigo -Dijo Ignacio. Sus ojos grisáceos y siempre tristones guardaban ese día un tono especial. Brillaban y centelleaban cada vez que miraba a su nueva y extraña promesa: el macarra.
Laura me miró fijamente y yo le contesté la mirada sin saber bien qué decir. No tenía una explicación ni yo, así que no tenía ni idea de cómo razonar ese brillante diez de Marcos.
Acabó la clase al poco tiempo y esperé fuera a que Marcos se reuniera a solas con el profesor. Ignacio cerró la puerta y yo observé tras el cristal, pero no pude escuchar nada, sólo leer los finos labios del aburrido profesor de matemáticas.
MARCOS P.O.V
-Papillot...-Comenzó el profesor y yo quise pararle los pies en seguida.
-Llámame por mi nombre, no por mi apellido, si eres tan amable.
-Por supuesto. Voy a ir al meollo del asunto porque no me gusta andarme con rodeos -Dijo él-Sé que no te hiciste chuletas. Sé que ese diez es muy merecido. Así que sólo voy a preguntarte el por qué.
-¿Por qué qué? -No sabía a qué se refería. Menos mal que iba a ir al meollo del asunto...
-El por qué de tu comportamiento, de tu pasotismo. Podrías sacar dieces en todas las asignaturas -Tenía los ojos medio cerrados, parecía como drogado, sólo que no lo estaba- Te has cambiado de instituto casi cuatro veces, y yo pensaba que a parte del expediente, era por las notas. Pero ya veo que no. ¿Por qué has elegido suspender, por qué has elegido pasar de todo?
-Mira, Ignacio... He elegido ser así porque puedo, y punto. Tenía dos caminos: ser el típico crío bueno, sin amigos, que saca dieces a cambio de hostias como panes o ser un macarra marginal sacando dieces y que me reciban como un héroe- Sentencié. -¿Tú qué elegirías? Llámame loco, pero en este instituto como en el otro, las hostias vuelan, y esto es como la jungla: se salva el más fuerte.
-O el más listo. -Me rebatió él. -Y tú serías de los supervivientes, porque eres listo y fuerte. Sólo te pido que aproveches el cerebro que tienes, porque eres capaz de mucho.
-¿Me puedo ir ya? -Concluí, impaciente. Él asintió con la cabeza, con aires de superioridad, seguramente pensando "Pobre chaval"
La ira me hervía en las venas, notaba cómo se me iba envenenando la sangre a cada paso que daba hasta la puerta. Al llegar a la última mesa, no pude evitarlo y la tiré, haciéndola colocarse en otra posición poco propia de las mesas. Notaba mi cara roja de la rabia, de que me dijeran qué tenía o que no tenía que hacer. Abrí la puerta y la vi. Tenía las manos en la boca, y en sus ojos se diferenciaban el miedo y la expectación.
Le temblaban las manos y sólo pudo decir un:-¿Qué ha pasado?
-Nada, vamos a tecnología, que llegamos tarde.
Pero no se iba a notar que llegábamos tarde, porque toda la clase estaba frente la puerta, mirando morbosos y deseantes de algún cotilleo jugoso para contar y entretenerse. Ni siquiera pensé en ellos. Bajé las escaleras de dos en dos, siquiera necesité abrirme paso, porque los demás alumnos se apartaban para permitirme el lujo de pasar a la velocidad y ritmo que quisiera. Andrea y Laura me seguían por detrás. Pese a que estaban a unos cinco escalones más atrás, lograba escuchar unas disculpas de las chicas.
Pasaron las horas interminables, nadie se atrevía a dirigirme la palabra, pero oía cómo le preguntaban por el altercado a Laura y a Andrea.
-¿Qué les ha pasado al Igna y al Marcos? -Preguntaba Lorena, una de las chicas más cotillas y más barriobajeras de la clase.
-No lo sé. Y tampoco creo que te interese mucho, ¿no? -Laura no se cortaba nada -Qué manía de meterse la gente en lo que no le llaman... ¿Verdad que sí, Andrea?
Pero Andrea nunca respondía a Laura, siempre parecía absorta en unos pensamientos que la invadían por dentro y por fuera. De repente, parpadeaba bruscamente y se despertaba del sueño que vivía estando despierta. ¿Qué le pasaría a esa cabra loca de la que me había... enamorado?
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Otra historia de amor adolescente
Teen Fiction-Te aviso de que yo no quiero las típicas historias de amor de los libros. -Dije. -No, nena, los libros escribirán historias de nosotros.