Dejarte Ir

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Estaba en terrenos peligrosos, eso como poco. No tardo en rememorar ese pasado turbulento que les unió en el colegio. La postura rígida, el ceño fruncido, una calma en apariencia pero la tormenta en sus ojos, sus manos cerradas en puño y un ligero temblor en el labio inferior. Aguardaba por una excusa para dejar fluir la ira en su contra y aunque debería ser precavido, tomar las señales de alarma muy en serio, el solo podía pensar en lo jodidamente sexi y ardiente que se veía su mujer.

Llevaba el cabello suelto, generalmente lo usaba atado en un moño desordenado, pero justo hoy opto por liberar su melena. Sus rizos ingobernables eran una marea marrón que enmarcaba suavemente su rostro enrojecido por la rabia, sus labios fruncidos en una línea recta siguen siendo tentadores a pesar de la mueca de disgusto que no hacen mas que evidenciar el temperamento intempestivo que posee.

Por su parte, también se encuentra cabreado, con los celos bullendo en su interior y un malestar que no sabe identificar. No tolera las indirectas tan directas de Nott, como tampoco la manera tan suya de joderle el día.

Verlos ser toda sonrisas y camarería lo enerva, no esta dispuesto a compartir esa parte que debería ser suya. Hermione es suya, desde la punta de los pies hasta esa melena leonina que le da un aspecto más feroz.

Se soltó de un tiro, mirándole retadoramente, con la barbilla recta. No le teme, nunca lo ha hecho. Tomando su varita insonorizo la oficina, sin apartar los ojos de los suyos. Tienen una batalla de miradas, que ninguno de los dos esta dispuesto a perder.

La noche anterior se sintió sola, decepcionada y triste. Era la primera vez desde su matrimonio con Draco que se encontraba de esa manera y el sabor amargo, asi como el dolor que le dejo la dureza de sus palabras le dieron un buen baño de realidad.

No sabe nada sobre la vida de su marido, como tampoco el conoce nada de la suya, pero después de lo que hablaran ese mismo día mas temprano, esperaba comenzar a conocerlo, ir descubriendo poco a poco todos los matices de su persona. Armar ese rompecabezas para compaginar lo poco que tenían en común en el pasado con el presente que los había unido.

Antes no había esperado que Malfoy tuviera un corazón que se pudiera romper, para ella siempre fue el insoportable hurón que le amargo la existencia en sus años de colegio, el mismo chiquillo engreído y prepotente que se vanagloriaba de su estatus de sangre, del apellido real, de la fortuna y la mandita herencia de elitistas egocéntricos igual a el.

Malfoy era un hombre distinto al que conoció aquella madrugada en Nueva York. Esa versión de Draco era altivo, orgulloso, firme pero no frio, dispuesto a ceder para complacer al amor de su vida. El mismo que dejo a un lado la careta con la que siempre se protegía y con la que se empeñaba mostrar al mundo que todo le era indiferente, mostro una humanidad que le toco el corazón.

Lo vio herido en su amor propio, pero sobre todo devastada por mucho que se había empeñado en ocultar de nuevo sus emocione, fue capaz de ver el dolor tras la rabia y la decepción fruir en reclamos coléricos.

Malfoy y Draco eran dos versiones de la misma persona, el ying y el yang siempre juntos pero sin mezclarse.

La noche anterior tuvo frente a ella una versión ligera del Malfoy de sus recuerdo, no fueron las palabras dichas, sino el desde con el que la miro.

"¡Deja de molestar!" tres simples palabra que penetraron muy dentro de sus sentidos haciéndola consiente de una realidad dolorosa. Eran esposo por un contrato, un vinculo mágico podía haberlos unido, pero lo cierto es que no eran nada fuera de un acuerdo conveniente que tenia fecha de expiración.

Amar Es Destruir Y Ser DestruidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora