La protección de Isabella

2.2K 175 23
                                    


¡Oh dolor! Maldita incertidumbre que hace trizas un corazón que ya creía sanado, que pensaba por primera vez gozar de algo genuino y verdadero. Que tormento saber ahora que de nuevo vive una mentira que quizás lo que siente ella no es mas que un espejismo, una consecuencia mágica que nunca les dará algo verdadero.

No tenia a donde ir, al menos no un lugar donde no tuviera que contestar preguntas para las que no tenía respuestas, que no quería contestar ni a otros, ni a él mismo. Quería estar solo, sacar la rabia que le estaba carcomiendo las entrañas.

Cuanto debe odiarlo su padre, cuanto daño puede seguir haciéndole aun sin poderes mágico. Lo creía inofensivo ahora, cuan equivocado estaba, cuan estúpidamente ingenuo había sido al creer que ya no podía seguir dañándolo.

Lagrimas rabiosas corren por sus mejillas pálidas. Lagrimas que arden tanto que parecen veneno y hiel, le hacen escocer los ojos, pero sobre todo un alma que no sabe si algún día podrá ser reparada. En el fondo sabe que ya no tiene remedio, que este pedido e indefenso de nuevo ante sus demonios.

Creyó que lo amaba, verdaderamente que lo amaba.

Apresuro otra copa a sus labios, vertiendo todo el contenido en su boca se lo bebió de un solo trago. El ardor en la garganta inicial ya no era nada, después de la tercera copa había dejado de quemarle. La botella de licor descansa a su lado, la toma por inercia rellenando de nuevo antes de dar un nuevo y largo, muy largo trago.

Se deja caer hacia atrás en el largo sofá de su oficina, en el mismo que le hiciera el amor a su mujer en aquella primera visita. Recordar aquel día le hace daño. Aprieta con fuerzas los ojos intentando que las lagrimas no sigan escapando, pero es, una labor titánica que tiene perdida. Sinceramente ya no le importa, no hay nadie ahí que pueda juzgarle, aunque tampoco es algo que le importe.

Quiere adormecer sus sentidos, dejar de sentirse desgarrado por dentro y tan jodidamente decepcionado. Tuvo que ser un verdadero criminal, uno de los grandes en su vida pasada para que la vida se ensañara tanto con él.

El dolor es tan físico que le aprieta el pecho, haciendo que el aire en sus pulmones entre con dificultad. Tiene el cuerpo adormecido, no sabe si es por todo el alcohol que ha ingerido o es que ya no es capaz de sentir nada, después del golpe más duro que ha recibido.

Lo que sintió por la traición de Ginny no se compara en nada con lo que siente en ese momento.

Le dolió como el infierno darse cuenta del engaño, se sintió devastado por momentos, herido, traicionada e incluso usado de la manera mas vil posible. Le odio, maldiciéndola hasta el cansancio por la afrenta, por las noches padeció la ausencia de su hermoso cuerpo tan siempre dispuesto para acogerlo.

El recuerdo de su rostro pecoso agonizando por un orgasmo, sus labios rojos como cereza, hinchados de los salvajes besos, su cabello rojo fuego revuelto extendido sobre su almohada, su aroma a fresas mezclándose con el olor a sexo, fue por mucho tiempo un fantasma que lo asechaba para atormentarlo y herirlo de muchas formas.

La quiso mucho, creyó amarla, sin embargo, fue su orgullo lastimado lo que se alzo para buscar una satisfacción. Ahora que a pasado por tanto desde la traición, después de haber probado las mieles mas dulces del amor, sabe con absoluta certeza que lo que sintió en aquel entonces no fue amor. Pudieron ser muchas cosas las que lo unieran con Ginny Weasley, el cariño, el gusto, la atracción física y el sentimiento de aceptación que le brindaba, pero no existe un punto de comparación entre lo que sintió por ella a lo que siente ahora por Hermione.

Se ríe sin humor, cubriendo sus ojos con el brazo, siente la humedad de sus lágrimas mojarle la manga de la camisa sobre la maldita marca de su deshonra, la misma marca que Hermione a besado infinidad de veces haciéndolo comulgar con su pasado, perdonándole.

Amar Es Destruir Y Ser DestruidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora