Varita de Carpe

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No es para nada agradable la sensación que experimenta en ese momento. Los recuerdos no son buenos en lo absoluto. La última vez que se encontró esperando en aquella sala estaba seguro de que su vida había llegado a su fin. En aquel entonces era custodiado fuertemente por un par de Aurores. Sus manos y piernas estaban sujetas por gruesas cadenas mágicas, ajustadas a grilletes que le impedía moverse con facilidad.

El temblor en su mano derecha se hizo más evidente conforme pasaban los minutos. Al menos esta vez no se encontraba limitado por grilles, lo que no ayudaba del todo para calmar sus nervios. Bastaba que cerrara un poco los ojos para que sus recuerdos vinieran con mayor nitidez. Podía sentir en la garganta el sabor a bilis queriendo trepar desde su esófago para hacerle vomitar.

Froto sus muñecas por inercia como tratando de mitigar el malestar que sintió entonces, pues la magia en las cadenas le hacía más pesadas y con cualquier movimiento brusco los grilletes se ajustaban a un más a la piel de sus muñecas ya lastimadas.

La habitación era mucho menos fría de lo que la recordaba, al menos, en esta ocasión la puerta no era custodiada por dementores. Esos seres oscuros habían sido desterrados por completo del ministerio después de la ultima guerra. Eso no evito que los vellos de su piel se erizaran al revivir la sensación de vacío, soledad y tristeza que le hacia sentir mientras el frio le hizo tiritar bajo su presencia.

Trato con todas sus fuerzas que el temblor que inicio en su mano derecha, comenzando a extenderse de su brazo al resto del cuerpo paraba. Tenia la necesidad de frotarse las manos para entrar en calor. Los fríos recuerdos eran desoladores en muchos sentidos.

¡Cuán equivocado estuvo toda su puta vida!

Apretó los dientes, obligándose a desterrar los fantasmas que lo acechaban.

Fue un terrible esposo y un mas horrible padre, de eso no había duda. Merecía todo lo malo que le hubiera pasado. Después de todo sus acciones le jodieron la vida no solo a él, sino a su pequeña familia.

Sí, merecía todo cuanto le pasara. Pero deseaba desde el fondo de su ser un poco de tiempo para intentar enmendar al menos parte de sus errores.

Afianzo sus manos a la empuñadura de su bastón. Enfocando todos sus sentidos en esa acción.

La vida ciertamente no era justa, el, el peor de los magos, seguía gozando de su indulgencia. Decidió entonces no pensar mas en aquella última vez que estuvo entre esas cuatro paredes, se limitaría a tomar lo que buenamente le ofrecían.

. . .

Había pasado toda una vida desde la primera vez que sostuvo su varita cuando tenía 11 años. Desde entonces Lucius Malfoy no era como el resto de los niños. No compro su varita a Ollivander como es usual. El tomo posesión de su varita en una ceremonia donde su padre Abraxas Malfoy le hizo entrega de aquella reliquia familiar.

La varita había sido creada hacia mas de 1,000 años para aun antepasado de la familia Malfoy, por lo que se sabia, posiblemente Armand Malfoy que vivió en la mitad del siglo 11. Siendo mucho más antigua que la varita del sauco creada en el siglo XIII, en 1214.

Generación tras generación paso de padres a hijos en una ceremonia ancestral donde se rompía el lazo con su anterior poseedor para unirse al nuevo dueño legítimo. Aunque no todos los Malfoy la usaron, si lo hizo la mayoría como lo pedía sus costumbres.

El núcleo de la varita era de fibra de corazón de Dragon, realizada con madera de olmo y de 45 cm de largo. Toda una reliquia familiar que termino destruida después de que el señor oscuro se la arrebatara a su legítimo dueño para evitar que el Priori Incantatem se produjera entre su propia varita y la de Potter. Fue justo cuando se dio el enfrentamiento contra algunos miembros de la orden del Fénix quienes por medio de la poción multijugos se convirtieron en copias exactas del elegido buscando confundir a los mortifagos, el día en que Harry abandonara la protección mágica del hogar de sus tíos.

Amar Es Destruir Y Ser DestruidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora