Capitulo 1

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Abrí mis párpados y seguí sin ver nada, estaba segura de que algún pañuelo oscuro envolvía mis ojos. Mis muñecas estaban atadas con unas esposas y apenas podía hablar con el esparadrapo que tapaba mi boca. 

Hice un esfuerzo por levantarme pero tan solo conseguí ponerme de rodillas. Estaba confusa y asustada, mi corazón no dejaba de latir rápidamente y parecía tener un nudo en el estómago.

Miles de imágenes se pasaron por mi mente y recordé varias cosas, era de noche y todo estaba oscuro, tan solo tenía que andar unos metros para llegar hasta el basurero de mi pueblo y tirar la bolsa de abusura allí dentro, entonces, unos chicos que apenas aparentaban veinte años me rodearon. 

Empecé a jadear como si me faltase aire tras recordar aquello.

-Creo que ya se despertó.- dijo una voz masculina.

Forcejeé intentando quitarme las esposas sin éxito. Unas pisadas que se acercaban a mí hicieron eco en la sala. Una fría mano acarició dulcemente mi mejilla 

y rápidamente, con un gesto brusco quitó la cinta que presionaba mis labios.

-¿Quien eres?- pregunté confusa.

-Dirás quienes somos.- se quejó el que parecía estar lejos de mí.

Una mano tocó mi hombro y acercó su boca a mi oído, noté su respiración tan cerca de mí que un escalofrío recorrió mi cuerpo. 

Tenía frío, mucho frío, y pronto me di cuenta de que tan solo estaba en ropa interior.

-Te lo vas a pasar muy bien.- susurró.

-¡Dejarme! ¡Quiero irme de aquí! Esto es un delito.- grité con todas mis fuerzas.

Ambos se callaron y fue entonces cuando el que estaba a mi lado me propinó un fuerte golpe en la mejilla izquierda. 

-Esto no será un delito si nadie se entera.

-Estáis locos.- puntué aún con el dolor en la cara y a punto de llorar.

-Oye, ¿qué le hacéis?- preguntó una tercera voz masculina aparentemente enfadado.- Ya os dije que no quiero que la toquéis. 

Estaba mucho más confundida que al principio, de nuevo, se alejó el que estaba a mi lado para hablar con el otro chico.

-Ya sabéis para que está aquí. Solo a vosotros se os ocurre desnudarla.-Dijo la voz que entró por la puerta

-Lo siento.- se disculparon ambos.

-¡Iros ahora mismo! Ya no os necesito más por hoy. 

Escuché como una puerta se cerraba y de nuevo el eco de unas pisadas. Unas manos tocaron mi espalda desnuda, esta vez, estaban calientes, tocaron mi cabello castaño y sorprendentemente deshizo el nudo del trapo que tapaba mis ojos, calló encima de mis piernas. 

Observé detenidamente la habitación en la que me encontraba, era bastante grande y como supuse no había nada en ella.

-Bueno, tampoco fue una mala idea.- susurró el chico aún a mis espaldas.

Supuse que se refería a lo que hicieron los otros dos chicos, desnudarme. No estaba segura de si hacerlo o no, pero finalmente giré mi cabeza y me encontré con unos bonitos ojos castaños, no era la primera vez que los miraba, y cuando me fijé en su cabello rubio mis dudas desaparecieron, estaba más que segura. 

-Tú, tú eres el ladrón del que tanto hablan en la televisión, maldito hijo de...- tapó mi boca con su mano izquierda con fuerza.

-Más te vale no hablarme así si no quieres que vuelva a taparte esa maldita bocaza.- me amenazó esta vez con una voz fría.

-¿Qué es lo que quieres?-Pregunté tartamudeando

-Sé que tu padre es uno de los diseñadores de joyas más famosos del mundo. Estoy seguro de que tú familia está forrada.- se levantó y comenzó a dar 

vueltas mientras yo no dejaba de seguirlo con la mirada.

-Hace tiempo que no sé nada de mi padre. Se divorció de mi madre hace meses, se mudó y ya no quise saber más de él.-Le expliqué para convencerlo

-Tú no eres la única que no sabe nada de él, hace tiempo que pareció desaparecer del mapa.

-¿Entonces? ¿De que te sirve secuestrarme?- volvió a acercarse a mí y se puso de cuclillas para que nuestros ojos estuvieran a la misma altura.

-Eres su hija, algo tienes que saber de él, su número, dónde vive ahora, información. 

-No voy a ayudarte a robar a mi padre.- aseguré furiosa.- A si que suéltame.

-Soltarte ahora sería de tontos, irás corriendo a la comisaría nada más salir de aquí.- agarró mi mentón para que dejase de ver el suelo.

-No diré nada, te lo prometo.- puntué sabiendo que no me creería.

-Ya es tarde.- repitió.- Me ayudarás a encontrarlo. O si no...- hizo una pausa inseguro. 

-¿O si no qué?- lo tenté inconscientemente. 

Sacó de su chaqueta una pistola semiautomática y la apoyó en mi sien. Mi respiración volvió a ser entrecortada por el nerviosismo. 

Primero observé asustada su rostro atractivo, luego cerré los ojos lo mas fuerte que pude esperando que disparase, volvió a agarrarme el mentón y tan solo noté como algo blando tocaba mis labios. 

Abrí los ojos aún de piedra y estaba él besándome, con los ojos cerrados. Era diferente de lo que me esperaba, a pesar de que me tenía allí secuestrada mi cuerpo quería disfrutar del placer que él me estaba proporcionando. 

Cerré los ojos y le devolví el beso, entonces mi mente volvió a reaccionar.

-¡Para!- grité logrando que frenase. 

Quitó su arma para volver a guardarla con una sonrisa maliciosa. 

Se alejó de mí dándome la espalda.

-Todas pican.- puntuó con una sonrisa.

El secuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora