Abrí mis párpados y seguí sin ver nada, estaba segura de que algún pañuelo oscuro envolvía mis ojos. Mis muñecas estaban atadas con unas esposas y apenas podía hablar con el esparadrapo que tapaba mi boca.
Hice un esfuerzo por levantarme pero tan solo conseguí ponerme de rodillas. Estaba confusa y asustada, mi corazón no dejaba de latir rápidamente y parecía tener un nudo en el estómago.
Miles de imágenes se pasaron por mi mente y recordé varias cosas, era de noche y todo estaba oscuro, tan solo tenía que andar unos metros para llegar hasta el basurero de mi pueblo y tirar la bolsa de abusura allí dentro, entonces, unos chicos que apenas aparentaban veinte años me rodearon.
Empecé a jadear como si me faltase aire tras recordar aquello.
-Creo que ya se despertó.- dijo una voz masculina.
Forcejeé intentando quitarme las esposas sin éxito. Unas pisadas que se acercaban a mí hicieron eco en la sala. Una fría mano acarició dulcemente mi mejilla
y rápidamente, con un gesto brusco quitó la cinta que presionaba mis labios.
-¿Quien eres?- pregunté confusa.
-Dirás quienes somos.- se quejó el que parecía estar lejos de mí.
Una mano tocó mi hombro y acercó su boca a mi oído, noté su respiración tan cerca de mí que un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Tenía frío, mucho frío, y pronto me di cuenta de que tan solo estaba en ropa interior.
-Te lo vas a pasar muy bien.- susurró.
-¡Dejarme! ¡Quiero irme de aquí! Esto es un delito.- grité con todas mis fuerzas.
Ambos se callaron y fue entonces cuando el que estaba a mi lado me propinó un fuerte golpe en la mejilla izquierda.
-Esto no será un delito si nadie se entera.
-Estáis locos.- puntué aún con el dolor en la cara y a punto de llorar.
-Oye, ¿qué le hacéis?- preguntó una tercera voz masculina aparentemente enfadado.- Ya os dije que no quiero que la toquéis.
Estaba mucho más confundida que al principio, de nuevo, se alejó el que estaba a mi lado para hablar con el otro chico.
-Ya sabéis para que está aquí. Solo a vosotros se os ocurre desnudarla.-Dijo la voz que entró por la puerta
-Lo siento.- se disculparon ambos.
-¡Iros ahora mismo! Ya no os necesito más por hoy.
Escuché como una puerta se cerraba y de nuevo el eco de unas pisadas. Unas manos tocaron mi espalda desnuda, esta vez, estaban calientes, tocaron mi cabello castaño y sorprendentemente deshizo el nudo del trapo que tapaba mis ojos, calló encima de mis piernas.
Observé detenidamente la habitación en la que me encontraba, era bastante grande y como supuse no había nada en ella.
-Bueno, tampoco fue una mala idea.- susurró el chico aún a mis espaldas.
Supuse que se refería a lo que hicieron los otros dos chicos, desnudarme. No estaba segura de si hacerlo o no, pero finalmente giré mi cabeza y me encontré con unos bonitos ojos castaños, no era la primera vez que los miraba, y cuando me fijé en su cabello rubio mis dudas desaparecieron, estaba más que segura.
-Tú, tú eres el ladrón del que tanto hablan en la televisión, maldito hijo de...- tapó mi boca con su mano izquierda con fuerza.
-Más te vale no hablarme así si no quieres que vuelva a taparte esa maldita bocaza.- me amenazó esta vez con una voz fría.
-¿Qué es lo que quieres?-Pregunté tartamudeando
-Sé que tu padre es uno de los diseñadores de joyas más famosos del mundo. Estoy seguro de que tú familia está forrada.- se levantó y comenzó a dar
vueltas mientras yo no dejaba de seguirlo con la mirada.
-Hace tiempo que no sé nada de mi padre. Se divorció de mi madre hace meses, se mudó y ya no quise saber más de él.-Le expliqué para convencerlo
-Tú no eres la única que no sabe nada de él, hace tiempo que pareció desaparecer del mapa.
-¿Entonces? ¿De que te sirve secuestrarme?- volvió a acercarse a mí y se puso de cuclillas para que nuestros ojos estuvieran a la misma altura.
-Eres su hija, algo tienes que saber de él, su número, dónde vive ahora, información.
-No voy a ayudarte a robar a mi padre.- aseguré furiosa.- A si que suéltame.
-Soltarte ahora sería de tontos, irás corriendo a la comisaría nada más salir de aquí.- agarró mi mentón para que dejase de ver el suelo.
-No diré nada, te lo prometo.- puntué sabiendo que no me creería.
-Ya es tarde.- repitió.- Me ayudarás a encontrarlo. O si no...- hizo una pausa inseguro.
-¿O si no qué?- lo tenté inconscientemente.
Sacó de su chaqueta una pistola semiautomática y la apoyó en mi sien. Mi respiración volvió a ser entrecortada por el nerviosismo.
Primero observé asustada su rostro atractivo, luego cerré los ojos lo mas fuerte que pude esperando que disparase, volvió a agarrarme el mentón y tan solo noté como algo blando tocaba mis labios.
Abrí los ojos aún de piedra y estaba él besándome, con los ojos cerrados. Era diferente de lo que me esperaba, a pesar de que me tenía allí secuestrada mi cuerpo quería disfrutar del placer que él me estaba proporcionando.
Cerré los ojos y le devolví el beso, entonces mi mente volvió a reaccionar.
-¡Para!- grité logrando que frenase.
Quitó su arma para volver a guardarla con una sonrisa maliciosa.
Se alejó de mí dándome la espalda.
-Todas pican.- puntuó con una sonrisa.