capitulo 17.

827 36 0
                                    

La puerta de la habitación se cerró cuando salimos, los tres nos miramos callados, inexpresivos. Justin sonrió.

-Ojalá siga mejorando.- dijo.- Hace unos meses estaba muchísimo peor. 
-Yo lo visitaré todos los días, pienso recuperar el tiempo perdido.- anunció John.- Lo prometo.
-Yo... admito que estaba muy nerviosa, pero es muy buena persona, ojalá se recupere pronto, una persona así no se merece tal cosa. 
-Lo sé. 

Comentamos cosas sin importancia mientras recorríamos los pasillos del hospital, llegamos al aparcamiento y volvimos a subir en el coche. 
Cuando el coche ya estaba en marcha volvió a reinar el silencio.

-Bueno pareja.- dijo John.- Os dejo en casa, yo voy a tomar un par de copas con unos amigos.- pude ver como John le guiñaba un ojo a Justin por el 
retrovisor. 
-Vale...- bufó avergonzado de la tontería que acabara de hacer su hermano.

Como dijo John, nos dejó en la casa de Justin y él se fue por ahí. Entramos dentro y en la cocina tomamos unas cervezas bien frescas, no solía beber 
ya que mis padres no me lo permitían, a veces no se acordaban de que ya no tenía doce años, eso es lo malo de ser hija única. Me llevó a su 
habitación minutos después, me senté en el borde de la cama mientras él se cambiaba la ropa. 
Mientras se desabrochaba la camisa de espaldas a mi, yo me imaginaba cosas raras, como por ejemplo a Justin haciéndome un strip-tease, intentaba 
sacármelo de la cabeza, pero la temperatura ya no podía bajar en mis pequeñas fantasías.
Giró la cabeza para verme con una sonrisa de lado.

-¿Qué estás pensando?- preguntó con una voz condenadamente sexy. 
-Eh... ¿yo? ¡Nada!- miré el suelo intentando no sonrojarme. 
-Te noto demasiado pensativa para no estar pensando nada.- dijo con toda la lógica del mundo, caminando hacia mí, ya sin la camisa.

Me eché hacia atrás en la cama, para evitar que se acercara demasiado, pero este seguía hacia delante, hasta acabar encima mía. 

-Hoy ya no hay nadie que nos interrumpa.

Apoyé mis manos en sus pectorales cuando se acercó para besarme, su piel era tan cálida que ya no podía separar las manos de él. Jugamos con 
nuestras lenguas un buen rato, hasta que un escalofrío de placer recorrió de pies a cabeza mi cuerpo. Mordí su labio inferior al notar aquella 
sensación y a él pareció gustarle, ya que emitió un leve gemido. Sus labios descendieron por mi cuello, pude separar mis manos unos segundos para 
pasar a acariciar su nuca, mientras él seguía descendiendo e iba deshaciéndose de los obstáculos, mi ropa. Bajó primero la cremallera de mi chaqueta 
para tirarla luego al suelo, al igual que mi camisa. Mi sujetador negro quedó a la vista de él. Volvimos a juntar nuestros cuerpos para poder besarnos, 
sentí algo frío en mi pecho, era su collar, lo observé durante unos instantes, mientras él desabrochaba el sujetador.

-¿Desde cuando lo tienes?- pregunté en un susurro.
-Me lo regaló mi padre antes de enfermarse, siempre lo pongo cuando voy a visitarlo.- me informaba.

Dejó caer el sujetador al suelo, como el resto de las prendas que ya me quitara. Mientras sujetaba mis pechos, lamía uno de los pezones o lo mordía
con mucha delicadeza. Yo emitía varios gemidos, con los ojos cerrados, como la primera vez que lo hicimos. 

-Me encantan tus gemidos.- susurró, pude notar lo excitado que estaba.

Su corazón iba a mil por hora, al igual que el mío. Después de probar mis pechos siguió bajando, besó mi vientre y llegó a la falda, la cual tan solo 
levantó para luego poder bajar las medias, seguidas estas de las bragas negras. 

-¿Probaste alguna vez el sexo oral?

Abrí los ojos sorprendida. 

-Sabes que no...
-Te va a gustar. 
-Me da vergüenza.- dije siendo sincera.

Tapé con las dos manos mi boca y cerré con fuerza los ojos al notar su lengua en mi interior, notaba que recorría con ella todas las zonas de mi sexo, 
sin dejarse nada atrás. Mis piernas no dejaban de temblar y mis fuertes gemidos se veían apagados por mis manos. Lamió mi clítoris con delicadeza y 
comenzó haciendo círculos en él, el roce se iba haciendo cada vez más rápido y fuerte, ya no servía de nada tapar mi boca, a si que dejé que mis 
manos agarraran con fuerza las sábanas de la cama. Poco después lograra llegar al orgasmo. Justin levantó la cabeza para ver mi cara, ambos no 
eramos capaces de no jadear. 

-Te dije que te gustaría.- se relamió los labios.

Volvió a besarme de nuevo, agarré con mis manos su cinturón, para desabrocharlo y así poder quitar su pantalón vaquero. Su miembro ya estaba 
erecto, y el pantalón vaquero tan solo le molestaba. Quitó su bóxer para poder empezar la penetración.
No podía dejar de decir “te quiero” cada vez que me embestía. Primero empezaba lentamente y a cada segundo aumentaba la velocidad.
Podía escucharlo decir mi nombre de vez en cuando. Cuando los dos estábamos en el punto de máxima excitación, él se vino poco después. 
Caímos rendidos sobre la cama y nos escondimos entre las sábanas. Ninguno de los dos dijo nada, estábamos sumamente cansado, y pronto nos 
quedamos dormidos.

Cuando me desperté Justin seguía durmiendo, nuestras caras estaban a pocos centímetros y no pude contener las ganas de darle un leve beso, aún 
así no se despertó. Uno de sus brazos me rodeaba de una forma protectora que me hizo suspirar de amor, pero tuve que apartarme para poder 
levantarme. Cogí la primera camiseta que miré en el suelo y me la puse, busqué mi móvil en la chaqueta para ver la hora. 

-¿Las diez? ¿Estuvimos durmiendo cuatro horas? ¡Mierda! Se me olvidó llamar a mi madre de nuevo, cuando llegue me mata.- dije para mi.

Miré a Justin de nuevo, sin saber si despertarlo o no. Finalmente tomé una decisión, me vestí y calcé antes de coger un papel en blanco y escribir con 
bolígrafo:
“Justin, ya son las diez, y de nuevo se me olvidó llamar a mi madre, a si que me voy inmediatamente. No te enfades por no haberte despertado, pero 
estás tan mono... 
Gracias por todo, me lo pasé genial hoy. 
Te quiero.”
Se la dejé sobre la mesilla de noche y me fui de su habitación, cerré su puerta despacio para que no se enterase. La luz de la cocina estaba encendida,
entré dentro sabiendo que John estaba viendo la televisión.

-Hola Sara.- dijo con una sonrisa.- ¿Qué tal lo pasasteis?
-Pesado...- murmuré.-¿Puedes llevarme a mi casa? Mi madre seguramente ya estará bastante enfadada, no quiero tardar diez minutos más.
-Está bien, está bien...- aceptó como si se lo estuviese pidiendo de rodillas.
-Gracias.

John me llevó hasta mi casa, todo bien hasta que mi madre me vio entrar por la puerta. Si, imaginaros la bronca que me echó, nada comparada con la 
que me echaría mi padre si estuviera en casa. Por suerte, logré tranquilizarla y convencerla para que no se lo dijera.

El secuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora