Nos separamos durante unos segundos, me miró fijamente.
-¿Qué pasará ahora?- pregunté con los ojos llorosos.
-Dios... no llores...- dijo mientras me secaba una lágrima con la mano derecha.-Sabes que yo...
Escuchamos la bocina de un coche que interrumpió a Justin, a lo lejos estaba el taxista esperándonos, fuimos corriendo y entonces bajó la ventanilla al ver
que no entrábamos.
-¿Qué pasa?- preguntó.
-Nos vamos a quedar aquí una hora más, gracias por todo.- le entregó cien euros.
Yo me quedé de piedra pero él estuvo a punto de desmayarse, se notaba que Justin estaba bastante forrado pero parecía que ser ladrón era casi un vicio,
tenías dinero y querías muchísimo más.
-Gracias a vosotros.- respondió guardando el fajo de billetes.
Arrancó el coche y se fue. Ahora tan solo tendríamos que esperar. Justin acertó bastante con el tiempo, ya que mi padre tenía que ir a su casa, coger allí su
dinero y traerlo de nuevo, eso le llevaría tiempo. Que le dijera lo de quedar conmigo en la exposición también estuvo bien pensado, ya que así cogería el
dinero de la basura sin problemas, sabiendo que él estaría conmigo y no escondido para poder ver la cara del ladrón.
Dimos vueltas por el supermercado, viendo escaparates y otras cosas, él permanecía callado, como yo, parecía estar pensativo y a la vez triste, no estaba
segura de si era por mí y eso me angustiaba.
No me lo podía creer, quería a la mismísima persona que me secuestró.
-Sara, te volveré a secuestrar.- me susurró al oído.
-¿Eh?- lo miré confusa, estaba a mis espaldas observando un escaparate.
-Te volveré a secuestrar, pero no precisamente para usarte como rehén.- así se despidió, tan solo le sonreí y lo abracé.
-Adios Justin.- contuve las lágrimas.
Ya eran las ocho, Justin se quedó a fuera esperando el dinero, yo, estuve dando vueltas al rededor de la exposición. A las ocho y diez minutos miré a mi padre
acercándose hacia mí con una sonrisa, corrió y me rodeó con los brazos, dándome un fuerte abrazo.
-¡Cariño! ¿Estás bien?- preguntó bastante preocupado.
-Si.- tan solo asentí, no tan emocionada como él.
-Te llevaré de nuevo a España, no te preocupes.
-¿Cuánto dinero le diste?
-Tuve que darle todo lo que tenía en la caja fuerte, temía que te pasara algo. Pero tranquila, tan solo le di dinero en efectivo, me quedan tarjetas de
crédito.- sonrió.
Supuse que Justin debería de estar bastante contento, acabara de conseguir millones. Mi padre siguió interrogándome, dándome abrazos y besos.
Me di cuenta de que si mi padre se separó de mi madre, fue porque era lo mejor para él y para nosotras, comprendí que yo no tenía la culpa de ello.
Me enfadara con él porque creía que él lo estaba conmigo, y no era así. Volví a confiar en él y le conté todo lo que pasara, no le mentí, pero tampoco le conté
todo, por ejemplo sobre nuestra extraña relación o cómo era físicamente,pretendía denunciarlo, le supliqué que no lo hiciera, él no lo comprendió ni
tampoco quiso saber el porque, pero me hizo caso.
Nos dirigimos al aeropuerto de París, donde mi padre compró dos billetes de ida a Madrid.
Tenía la esperanza de encontrarme con Justin de nuevo, quería ver sus ojos marrones, pero no volví a verlo.
Cuando llegamos a mi casa por fin, después de unas tres horas, mi madre nos recibió angustiada. Tenía los ojos llorosos, ojeras y nada más verme me abrazó
y no me soltó durante un buen tiempo, ignorando la presencia de mi padre, lo que pasó es que ni se diera cuenta.
-¿James?- preguntó aún triste.- ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasó?- nos miró a los dos.
-Anne, deja que te lo expliquemos antes de que hagas conclusiones precipitadas.
Nos sentamos en el sofá cómo solíamos hacer antes cuando tocaba reunión familiar. Me costó volver a contar todo lo sucedido, al acabar ella rompió a llorar
de nuevo.
-Estaba muy preocupada, llamé a los policías y me dijeron que esperara un día para ver si aparecía, empecé a pensar que quizás estuvieras muerta y... y...- la
abracé intentando consolarla.
-Ya estoy aquí, no volverá a pasar.- le dije.
Mantuvimos en secreto lo sucedido, cómo si no pasara nada, cenábamos cómo antes y por la noche, mientras yo dormía, ellos hablaban sobre su relación,
por la mañana me levanté radiante, ya eran sobre las doce.
Bajé las escaleras y escuché a mis padres reír, entré en la cocina, donde procedía el sonido. Allí estaban ellos, tonteando cómo si volvieran a tener veinte
años y preparando unas tostadas con mermelada.
-¿Hola?- saludé con una sonrisa al verlos tan felices.
-Cariño, ayer por la noche tu padre y yo estuvimos hablando, y decidimos que...-No terminó la frase para darle un toque de emoción, crucé los dedos
mientras pensaba: “Quiero que volvamos a ser una familia”. -...vamos a volver a casarnos.
No era la misma frase que yo pensaba... pero significaba lo mismo.
Di saltos de alegría, los abracé y los besé. No podría creer lo feliz que estaba, pero entonces se me vino a la cabeza las palabras trabajo, Francia y joyas.
-¿Y el trabajo?
-Trabajaré aquí, aún conservo la joyería que tenía antes.
-¿Y la boda?- pregunté emocionada.
-Pronto.- dijeron a coro.
Entonces me di cuenta, de que gracias a Justin, mis padres volverían a vivir juntos, bajo el mismo techo y felices.
¿Pero que pasaría ahora con nuestra relación?