El avión ya estaba casi lleno, la señora del visón volvió a aparecer y se sentó en frente de nosotros, suerte que tenía a otra mujer al lado, a quien le dio la
charla desde el primer instante en el que se miraron.
Justin fue amable durante el viaje y me compró algún refresco, a veces se me olvidaba que me tenía secuestrada, y no sabía si eso era algo bueno o malo.
Llegamos en dos horas y media a un aeropuerto de París llamado Beauvais-Tillé. A Justin no se le ocurrió nada mejor que seguir a la mujer hasta un hotel de
tres estrellas. Un reloj me indicó que era la una y veinte del mediodía.
Entramos en el hotel que se encontraba a tan solo unos minutos del aeropuerto y esperamos a que la mujer millonaria subiese a su habitación para poder
reservar una nosotros. El hotel parecía bastante acogedor, al lado de él había un restaurante con árboles, plantas, estatuas y estanques.
Tanto por dentro como por fuera era bastante extravagante. Lucía un color azul que llamó mi atención desde el principio.
Pero imaginaba que una señora como aquella iría a un hotel mucho más lujoso y caro, eso me hizo desconfiar por unos momentos.
-Bonjour.- nos saludó la chica de uniforme blanco y corbata negra que trabajaba como recepcionista.
-Bonjour.- dijo Justin con un acento idéntico al de los franceses.- Voulez une chambre avec un lit pour deux.
Me pareció entender que pedía una habitación con una sola cama, pero supuse que entendería mal.
-Très bien, monsieur.- la chica sacó de algún lado una llave.- Est ici.
-Merci beaucoup.- respondió con una sonrisa.
-Si vous besoin de quelque chose me demander.- Jared asintió y yo no entendí absolutamente nada.- Pour ce jour vous allez être?
Suspiró sin saber que decirle, la chica le había preguntado hasta qué día nos quedaríamos, y eso dependía de cuantos días se quedaría la señora.
-Pouvez-vous me dire jusqu'au jour où elle est la dame qui vient de prendre une chambre?
“¿Puedes decirme hasta que día se queda la señora que acaba de coger una habitación?”, la chica se quedó pensativa, era obvio que ella no podía decir
datos sobre otras personas así por las buenas.
-Est-ce ma tante.- “es mí tía”, le dijo de repente.
-Rester jusqu'à demain.
-Puis nous avons également.
“Se queda hasta mañana”, “pues nosotros también”.
-Sont € 99.- Jared sacó la cartera y le pagó con una tarjeta, la chica volvió a sonreír.
También tuvo que mirar nuestros DNI para luego apuntarlo en el ordenador.
-Au revoir.
-Au revoir.- repetimos a la vez mientras nos íbamos.
Subimos en ascensor a la segunda planta y buscamos allí el número de nuestra habitación en alguna de las puertas, cuando la encontramos, Justin introdujo
la llave y abrió la puerta con cuidado. Dejamos allí las maletas, aparcadas a un lado y observamos la habitación.
Tenía tan solo una cama de matrimonio, al lado derecho un armario y al izquierdo una puerta de cristal que daba a la terraza. En frente de la cama una