CAPITULO 6

7.2K 836 174
                                    

-No saltes. –Grito desesperado.

Pero ella parece ajena a mis palabras. "James" murmura mi nombre y se deja ir al vacío antes de que yo pueda detenerla.

Me despierto de golpe, bañado en sudor, con la respiración acelerada y el corazón brincándome en el pecho, con tal ímpetu que amenaza con salirse por mi boca. La misma pesadilla noche tras noche, me pregunto ¿Qué significa? ¿Quién es esa chica? Las malditas preguntas de siempre.

Tengo calor, así que me quito la camiseta. Salgo de la habitación porque siento que me asfixio, camino hasta llegar a la sala de estar, no deja de llover, me asomo por la ventana, el viento sopla con fuerza moviendo las copas de los árboles como si los fuera arrancar de sus cimientos.

Me recuesto en el amplio sillón, analizando todo lo que me ha ocurrido desde que llegué a Jamestown, sonrío con ironía al aceptar que nada es casualidad, yo debía estar aquí, por más loco que suene. Annia viene a mi mente, ya no duele pensar en ella, al fin siento que me he liberado de nuestra unión, y aunque parezca descabellado, me hace falta sentirla dentro, al menos algo de ella me acompañaba. Pero recuerdo que ella amaba a Stone, como jamás me llegaría a amar a mí, por más alma gemela que fuéramos. Si tan solo la hubiera conocido primero, quizás...... y ahí quedó la oración, en un quizás.

Todo esto me produce migraña, más el hecho que hay dos licántropos merodeando y uno de ellos presiento que es peligroso, bueno en realidad ambos lo son, pero al otro lo puedo manejar, los recién convertidos son torpes, pero hará todo lo que su progenitor le pida. Escucho pasos que se aproximan y una tenue luz ilumina la estancia, Abba aparece en el umbral cargando una vela. Viste un camisón blanco que le llega a las rodillas, le queda al cuerpo por lo que puedo admirar sus caderas.

-¿Qué haces despierto a esta hora? –Me pregunta, achicando sus ojos, tratando de visualizarme.

-Lo mismo podría decir de ti. –Me enderezo tomando asiento.

-No puedo dormir, es tonto, pero cada vez que cierro los ojos, veo a esa bestia en frente de mí ¿Y tú? ¿Cuál es tu excusa?

-Un mal sueño. –Restriego mi rostro con mis manos, cuando la miro, me doy cuenta que me observa de arriba hacia abajo y recuerdo que me encuentro sin camisa.

-Hace frío. –Coloca la candela sobre un aparador y se abraza tratando de darse calor. –Y tú sin camisa. –Me señala.

-Digamos que tengo un buen termostato instalado. –Sonrío. Su presencia me hace sentir una serie de emociones, pero después de lo que pasó con Annia, no estoy seguro de volver a entregar mi corazón, aunque sé, lo que Abba es para mí.

-¿Puedo acompañarte? –Muerde su labio, escucho su corazón, está nerviosa y su voz lo denota.

-Claro. –Le abro un espacio, tímidamente se sienta junto a mí y hala un chal de lana color rosa que hay sobre el respaldar, se lo coloca encima.

-¿Tienes mucho frío? –Consulto arqueando una ceja.

-Sí, me estoy congelando, mira.
–Coge mi mano, la suya está helada, la encierro entre la mía, y siento pequeñas descargas eléctricas recorriéndome con su solo contacto.

-Estás caliente, creo que mi termostato no funciona. –Sonríe.
–Puedo acercarme a ti, quizás algo de tu calor, me abrigue.

Estoy tentado a decirle que no, pero por el contrario, le digo que sí. Ella me sonríe a sus anchas y su cabeza descansa en mi pecho. Su proximidad me afecta, no sé cuál corazón late más aprisa, si el suyo o el mío.

-Hueles bien. –Me dice.

- ¿Ah Así? –La rodeo con mi brazo.

-Sí, no sé determinar con exactitud a qué, pero me agrada.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora