CAPITULO 22

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Narra Wolf:

-Hola mamá. –La saludé plantándole un beso en la cabeza.

-Estás aquí. –Sus ojos se iluminan al verme.

-Sí, pero hay algo que debo decirte.

-¿Qué es hijo? –Me toma la mano y la encierra entre la suya.

-Yo.... –Las palabras se me quiebran en la garganta, cómo le explico que no la volveré a ver, que tengo que marcharme para siempre. Mael tiene razón, jamás debí hacer pública mi aparición, me hubiera evitado este dolor, y lo más importante, no la lastimaría a ella.

-¿Qué sucede? –Perdió la sonrisa, sus ojos cansados me miran con detenimiento.

-Tengo que irme. –Suspiré después de la confesión.

-No comprendo, marcharte a dónde.

Su rostro surcado de arrugas se contrae, estoy a punto de doblegarme, mandar todo al diablo, pero por su propia seguridad, lo mejor es mantenerme lejos.

-Solo unos días. –Mentí. –Me llamaron de la Armada, ya sabes, desaparecí, me dieron por muerto, tengo mucho que aclarar.

-Oh, ¿Y cuántos días estarás ausente?

-No lo sé mamá.

-¿Me llamarás? –Su voz suplicante me hizo flaquear por segunda vez.

-Por supuesto. –Sonrío pero por dentro me desmorono.

-No puedo creer que te tenga conmigo, es como un milagro.
–Solloza y numerosas lágrimas empapan sus mejillas.

-Mamá no llores por favor. –La abrazo.

-¿Qué está mal? Mi corazón de madre me indica que guardas un secreto.

-Ideas tuyas. –La estrecho con delicadeza, deseando permanecer a su lado y no tener que dejarla.

Ese día le dieron la salida, así que la lleve a casa. La ayudé a bajar de la camioneta, fue extraño entrar después de tanto tiempo; la dejé en su habitación descansando.

-Te haré un té. –La cobijo, acomodando las almohadas detrás de ella.

-¿Has visto a James? No ha ido a verme al hospital.

Sé que se refiere a Jennings, no puedo evitar que la mención de su nombre me indisponga.

-No sé quién es. –Finjo no conocerlo.

-Es un buen muchacho, le alquilo el sótano. Se ha portado como un ángel conmigo. Él me llevó al hospital cuando tuve el accidente, puedes buscarlo, quiero verlo; dile a Abba, son novios.

Esto último hizo que sintiera un vacío en el estómago, de solo recordar que ella y él son almas gemelas, me dan unas tremendas ganas de vomitar.

-Lo haré mamá, te traeré el té.

-Por qué presiento que esto es el adiós.

Sus palabras me sorprenden, sexto sentido de las madres imagino. Le sonrío y cierro la puerta al paso. En la cocina preparo la bebida pero cuando se la llevo, me doy cuenta que está dormida; coloco la taza en la mesita de noche, me siento en una mecedora que está junto a la ventana, y me dedico a velar su sueño.

*******
Narra Abba:

Estoy de verdad molesta con James, mamá y él discuten, yo no le quiero hablar así que me escabullo con dirección a mi recámara, luego de unos minutos lo veo entrar, mirándome con el rabillo del ojo. Quiero mantenerme firme, seguir enojada con él, no me gustó lo que me hizo, pero en cuanto lo tengo en frente de mí, el disgusto parece esfumarse.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora