CAPITULO 20

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Abba.

-James. –Lo nombré incrédula.

-Parece que has visto un muerto.
–Se burla.

-No es gracioso.

-Necesito que platiquemos.

-No es buena idea, mis padres se podrían dar cuenta.

-Pero Jennings sí puede visitarte ¿Verdad?

-¿Cómo....? –No terminé la oración, sospechando la respuesta.

-Me oculté, lo vi retirarse.

-Vete, no debes estar aquí.

-No te haría daño, te amo.

Luego de unos minutos de silencio, mi silencio, me miró con el rabillo del ojo y agregó: -Entiendo. –Su semblante es de tristeza, sentí pena por él.

-Dame un minuto, te veré por la puerta de enfrente.

-Gracias. –Me sonríe.

Me abrigo y tratando de no hacer ruido bajo las gradas hasta la puerta principal, no me sorprende verlo al otro lado. Salgo y nos sentamos en la silla colgante en el corredor, donde tantas veces intercambiamos besos, y disfrutamos de nuestra compañía.

-Me trae recuerdos. –Refiriéndose a la silla.

-Sí, pensé lo mismo. –Carraspeo incómoda.

-Eres tan hermosa pequeño hongo.

-No me digas así. –Lo codeo de forma juguetona. Una vez de excursión en la escuela por el bosque, encontré un hongo, y como amaba los champiñones, me encontré uno muy parecido y me lo comí, resultó ser tóxico y pase varios días en el hospital, James al enterarse me puso de apodo pequeño hongo, a él se lo permitía porque lo amaba, aunque solo era una niña.

-Fueron buenos tiempos ¿No es así? –Replicó.

Asentí y me perdí en sus ojos azules que me recordaban a los de mi James.

-¿Me vas a contar qué te pasó?
–Arquee una ceja.

-En cuanto menos sepas, mejor.

-Si estabas vivo ¿Por qué no regresaste? No tienes idea de lo que te lloró tu mamá, de lo que tu ausencia causó en mí. –Las lágrimas corrieron con libertad.

-Abba no llores. –Con los pulgares seca mi rostro, sin resultado ya que nuevas perlas cristalinas de deslizan mojando mi cara.

-Sentí desfallecer, mi vida no tenía ningún sentido sin ti, ha sido lo más doloroso que me tocado sobrellevar. –Continué.

-Perdóname. –Me abraza.

-¿Por qué estás con Mael? Él no es bueno, lastima a las personas, personas que conocemos. Ni Nadine ni Zachary merecían morir; ¿Cuál es el propósito de estos asesinatos?

-¿Están muertos? –Pregunta como si no supiera de qué hablaba.

-Lo vi en las noticias.

Su semblante se descompuso, poniéndose de pie.

-James, no tienes que obedecerlo, podemos ayudarte. –Trato de sujetarlo del brazo pero me rechaza.

-Tú no entiendes. –Agrega con los ojos cristalinos.

-Dímelo, ¿Qué está pasando? –Mi voz se quiebra atragantándome con mi propio llanto.

Un aullido lastima el silencio de la noche, él se pone sobre alerta y mira con dirección al bosque.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora