8.Promesas imposibles.

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Rápidamente me giré para ver al gran lobo blanco y este soltó un gran aullido con el que casi me quedo sordo, en menos de 10 segundos toda la manada estaba reunida en la orilla del lago esperando órdenes para cumplir.

-No te quedes ahí parado chico - dijo el gran lobo blanco mientras echaba a correr hacia los barracones.

Toda la manada fue detrás de él .

Cuando llegamos a los barracones todo el mundo ya estaba allí reunido, algunos en pijama y otros armados. Conseguí distinguir a Meg entre toda aquella gente. No parecía herida, pero sí asustada.
El corazón me latía con fuerza ¿dónde estaba Maya?

-¡Atención! - gritó Dante - Tranquilizaos, algunos de vosotros tendréis que entrar ahí dentro con la ayuda de la manada blanca para encontrar a Maya.

Un chico alto, robusto y de pelo castaño rizado se ofreció enseguida, una chica morena y esbelta también se ofreció junto con un par de chicos rubios y Meg. Cuatro lobos de la manda los siguieron y entraron dentro de los barracones.

La espera me estaba matando, la parte donde estaba la habitación de Maya estaba ahora derrumbada y en llamas. Respiré hondo e intenté calmarme, mi primera impresión de Maya fue que sería la típica chica irritante que cree que lo sabe todo, pero después de conocerla algo mejor y saber su historia esa imagen de ella desapareció de mi cabeza y se cambió por una donde Maya sólo era una chica que luchaba para desahogarse y que hacía todo lo que podía por mantenernos a salvo. Era una buena chica, pero creo que si la haces enfadar haría que te tragases tus palabras. Me preocupaba mucho lo que pudiera pasarle.
 
Una idea, o mejor dicho una meta imposible, se aclaró en mi cabeza, ¿por qué ha acabado aquí un chico como yo al que podrían matar desde el primer momento? Fácil. Su propósito final es que aprenda a luchar contra los"lobos rojos", toda la gente que acaba aquí tiene que aprender a hacerlo tarde o temprano. Yo ya tenía claro que me esforzaría todo lo que pudiera, subiría de nivel, seguiría los consejos del gran lobo blanco y ayudaría a Maya en todo lo que necesitara, cueste lo que cueste.

-¿Qué ha pasado? - le pregunté a Dante.

-No lo sé, pero según lo que me han contado, cuando todo el mundo dormía un ruido muy fuerte invadió la tranquilidad de la noche. El mayor susto se lo llevaron los chicos del nivel profesional, ya que la explosión fue en la habitación de Maya y estaba al lado. No les ha alcanzado porque las paredes están reforzadas. Por ahora no sabemos nada sobre Maya.

-Esto ha sido obra de los oyentes que están con los "lobos rojos", verdad.

-Por supuesto. Pero lo que no sabemos es cómo han colocado los explosivos dentro sin que no diésemos cuenta. ¿Viste algo raro cuando Maya te enseñó los barracones?

-No, sólo me enseñó mi habitación.

En este momento una bombilla se volvió a encender en mi cabeza.

-Puede ser una teoría o una idea loca. No hemos visto ningún oyente desconocido, pero aún así han colocado los explosivos ¿y si todo viene de dentro?

-Te refieres a un infiltrado. Buen razonamiento Alan. Mira, como eres nuevo y nadie te conoce te dejo como misión que conozcas a tus compañeros, si notas algo raro en alguno de ellos dímelo enseguida.

Mi primera misión - pensé sonriendo, aunque la idea de descubrir a uno de mis compañeros como un infiltrado no me agradaba.

De repente un aullido y un grito de dolor interrumpieron mis pensamientos.

-¡Chicos, hemos encontrado a Maya! - gritó Meg.

Maya tenía la ropa destrozada, la cara llena de polvo y algunos cortes en el cuerpo. Iba apoyada en uno de los chicos rubios y un lobo de la manada no se despegaba de ella mientras lo demás alertaban al gran lobo blanco de su presencia. El resto de los chicos que habían ido a buscarla también tenían la cara llena de polvo y una expresión de horror en su cara.

-¡Llevadla a la enfermería rápido! - gritó Dante.

Miré al horizonte y me di cuenta de que ya no era de noche, estaba amaneciendo. Llevaba dos noches seguidas sin dormir nada.

-Muy bien chicos, ya es de día. Id al comedor a desayunar algo y volved aquí en una hora.

Cuando me quise dar cuenta el gran lobo blanco y su manada habían desaparecido. Odio que hagan eso.

Nos fuimos al comedor y decidí desayunar ligero, un par de tortitas con sirope y un zumo de naranja. Miré detenidamente el comedor, la mayoría de las mesas estaban ocupadas y no sabía con quién sentarme, así que me senté con Meg y los chicos de antes.

-¡No puedo creer que le haya pasado esto a Maya! - dijo la chica morena entre sollozos.

-Es la mejor amiga de Maya - explicó Meg mientras la consolaba - se llama Leila.

-Nosotros somos Peter y John - se presentaron los chicos rubios.

-Y yo Parker - dijo finalmente el chico robusto.

-Yo soy Alan Smith - respondí.

Ya pasada la hora salimos fuera para reunirnos con Dante.






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