33.Epílogo.

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1 AÑO DESPUÉS.

-¿Se te ha olvidado, verdad? - preguntó Maya fastidiada.

Estábamos los dos juntos paseando por un parque cercano de la ciudad y cuando pensaba que ya todo era perfecto me acordé de algo.

Mierda.

-Hoy hace un año que empezamos a salir - respondí con cautela.

-Pues claro que sí ¿Cómo se te puede haber olvidado? ¿Dónde tienes la cabeza Alan?

-Lo siento Maya - dije apretándole la mano - Con el lío de la universidad no he tenido tiempo de nada, la semana que viene me mudo a la residencia.

-Lo sé Alan, voy a ir a la misma universidad que tú ¿recuerdas?

Era cierto, Maya y yo iríamos juntos a la  misma universidad, lo que fue un alivio porque eso implicaba no separarme de ella. Nosotros nos quedaríamos en Calgary, mi ciudad natal, pero Meg había decidido marcharse de Canadá para irse a California, y Peter la acompañaría porque ahora empezaban a salir juntos. Y John..., bueno, John se quedaría con Dante buscado un trabajo a media jornada.

-Si te estás preocupando no me he enfadado contigo - respondió Maya apoyando la cabeza en mi hombro - Yo también he estado muy liada despidiéndome de Meg, es duro dejar a todos tus amigos.

-Yo sigo contigo, y siempre lo haré - dije sonriéndole - Iremos juntos a la universidad como personas normales, ya no somos oyentes, ya no tenemos que seguir luchando.

-Es lo que siempre he querido escuchar y ahora que es verdad me parece raro que ya no vayamos al campamento y nos separemos - reconoció mientras me cogía la mano y volvíamos a andar.

Después de que acabáramos con los lobos rojos, éstos volvieron a ser normales y se mezclaron con la manada blanca para restaurar la paz e irse al bosque. Entonces el campamento ya no tuvo uso para nosotros, así que Dante se lo dejó a un amigo suyo y ahora es un campamento normal y corriente de verano, sin olvidar que allí hubo una guerra en la que un chico, Dylan, murió. Dejamos a un lado nuestras armas y recuperamos nuestras vidas.

Atravesamos el parque y llegamos a mi casa para empaquetar el resto de mis cosas. Al entrar no encendí la luz y Maya se extrañó.

-¡FELICIDADES! - gritaron desde el salón.

Dante, Meg, Peter y John salieron de la oscuridad y abrazaron a Maya.

-¡Chicos, pensaba que os habíais ido! ¿Qué hacéis aquí? - Al ver que yo intentaba aguantarme una sonrisa lo entendió todo - ¡Has sido tú! - gritó señalándome emocionada.

-¿De verdad crees que me olvidaría? - le dije mientras me acercaba a besarla.

-Alan nos llamó para ver si podíamos venir todos juntos a verte por última vez - explicó Meg cogida del brazo de Peter.

-Dante y yo estábamos a punto de coger un vuelo a Europa, pero el aniversario de nuestros mejores amigos es más importante que ese vuelo a Londres - dijo John palmeándome el hombro.

-Me alegro de ver que has llegado tan lejos Alan - me felicitó Dante - ¿Recuerdas esto? - preguntó enseñándome un muñequito plateado que sostenía una bandera de Canadá con un asta muy afilada.

-La utilicé para apuñalar a mi primer lobo rojo - recordé - Cuando tú viniste a por mí.

-¿De verdad utilizaste eso? - preguntó Peter riéndose hasta que Meg le pegó en el brazo.

-¿Qué os parece si salimos juntos por ahí la última vez? - propuse.

-Me parece perfecto - respondió Maya.

Cuando todos salieron cerré la puerta tras de mí y lo recordé todo.

La primera vez que vi a Dante y escuché a los lobos rojos, pensé que estaba loco hasta que por fin lo vi todo, llegué al campamento solo y luché hasta que fui uno de los mejores. Me embarqué en una misión suicida, me traicionaron, luché por la gente que quería y acabé ganando, y también una novia preciosa y buenos amigos.

Y esa, es la historia de mi vida.

FIN


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El Lobo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora