Capítulo 31

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Aleksandro rió:— Tú no sabes que tanto se yo.

— No sabes— dijo ella, él asintió.

Siguió viendo la televisión. Sin decirle nada.

Pasaron varios minutos y Aleksandro le tiro la primera bomba:— Sé que tuviste un piercing en la vagina— Fiorella volteo la cabeza como Linda Blair* en aquella película de terror—. También se que el embarazo de Anto no fue falla— Fiorella se palidecio—. También sé que no eres hija sanguínea de Luciano y que lo sabes— ella abrió los ojos como platos.

Él suspiró y cambió el canal.

—Sé te gustaba una niña en la secundaria — Fiorella paso saliva—, sé que te operaste la nariz a escondidas de todos, sé Christoffer te llego a pegar cuando eras mi novia, ¿quieres más? Porque sé más.

—Ale, Ale —tartamudeo un par de veces y él sonrió.

—Subestima a cualquier otro cabrón, Fiorella, en vez de a mi— se levantó y se fue al balcón a fumarse un cigarrillo.

Fiorella se levantó y quedo a un par de pasos de distancia de él, Aleksandro estaba desnudo en el balcón sin importarle quien lo pidiese ver. Siempre era así.

Alek— susurro llamándolo con voz cantarina—, Sandro— completo y se paró a su lado, vio como volteaba los ojos y la miraba para luego soltar el humo en la dirección contraria de su rostro.

—Dime, Fiorella— dijo mirándola expectante.

—Estas molesto, ¿verdad, bebé?— Aleksandro negó.

—Para nada, Fiorella— tomo otra calada y soltó el humo mirando el cielo.

—Si lo estás, bebé— Aleksandro negó.

La miró y frunció el ceño.

—Si lo sabes, ¿para qué preguntas, Fiorella?

—No me digas Fiorella— le dijo enrollando sus brazos en su cuello—, dime bebé, amor, preciosa, reina o Fibi. No Fiorella.

Aleksandro quito sus manos de su cuello y arqueo una de sus cejas gruesas en su dirección dándole una mirada fría.

—Te llamas así— le dijo—, no bebe, ni amor, mucho menos preciosa o reina, tu nombre es Fiorella y ya.

Fiorella bufo.

—Deja el orgullo, joder Ale— susurro—, disculpa por mi comentario.

—¿Crees que yo no conozco a la mujer con la me case? ¿A la madre de mis hijos? ¿A mi socia? Por favor— rió Aleksandro—, te persigo desde que supe lo que era una mujer, por lo menos ten decencia de suponer que tengo una maestría en lo que a ti respecta. Como sé que tú la tienes conmigo.

Fiorella pasó saliva.

—Sé cuánto te gusta comprarte zapatos, la leve obsesión que tienes con el maquillaje, también lo mucho que te excita que te acaricien la espalda, además de lo mucho que te gusta que consienta al tener sexo. No me hables de desconocerte, porque no lo hago— susurro y suspiro revolviéndose el cabello—, ahora deberías entrar, porque estás en ropa interior y si alguno de los de seguridad se te ve y me doy cuenta juro que le cortó el cuello.

Fiorella lo jaló hacía dentro y se subió a sus caderas y él la ayudó a sostenerse tomándola del culo con fuerza, con una sonrisa lobuna y malvada. Típica de él.

—Me gusta cuando me agarras el culo así fuerte— gimió al sentir los labios de él recorriéndole el cuello.

—Es para recordarte que es mío, siempre — Fiorella rió un poco y todo siguió.




Amor Sin Límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora