Capítulo 40

1.4K 87 3
                                    



—¡Aleksandro!— lo llamo Fiorella subiendo las escaleras apresurada—, necesito un favor de tu parte— él frunció el ceño al verla agitada.

—Dime, reina.

—Necesito que me lleves a un sitio ya mismo — le pidió respirando hondo—, por favor.

—Reina, voy en camino a una reunión, si quieres le digo a Franck— le dijo Aleksandro un poco complicado.

—¡Necesito que me lleves tú, Aleksandro, por favor!— le pidió alzando la voz con desespero.

Él al verla así asintió confundido y ella lo jaló del brazo para llevarlo rápido hasta el auto.

Subió con ella confundido aún. Fiorella estaba con los nervios de punta. Le indicó la dirección del sitio y llegaron a una casa gris.

—¿Qué es esto, Fiorella?— preguntó con firmeza.

—Necesito ver a alguien, a alguien que me dijeron que estaba ahí, pero solo si entro contigo me van a dejar entrar— susurro ella.

Él negó.

—Dime Fibi, me estás asustando— le dijo él con fuerza y preocupación.

—Te pido de corazón que cuando veas eso, Aleksandro, no me dejes, por favor— bajaron del auto y Aleksandro abrió la puerta y veía mujeres de aquí a allá, Fiorella tomaba su mano.

La gente al verlos murmuraba, Fiorella sabía que Aleksandro la iba a odiar, la iba a lidiar con todo su ser, pero él necesitaba saberlo.

Pararon frente a una puerta y Fiorella se volteó hacia él.

—Dame un beso, por favor— susurro ella, él le dio un beso suave en los labios, humedeciéndolos con cariño—, te amo y espero que después de lo que vas a ver me perdones, Aleksandro.

Fiorella abrió la puerta un tanto asombrada y una mujer rubia, de ojos color azul, de la estatura de Fiorella estaba sentada en un escritorio, pero él reconocía a esa mujer de otro lado.

Miles de recuerdos le inundaron la mente y su postura cambio a una de rabia, resentimiento e ira. Esa era la mujer que había asesinado a su mamá, la mujer que lo había escondido de los ojos de su papá en un maldito orfanato y la misma que le hizo creer que Fabio había muerto.

—Vaya que has crecido pequeño Kozlov— dijo mirandolo de pies a cabeza y esa voz lo repugno.

—¡Maldita perra infeliz!— le grito apuntó de lazarsele encima cuando unos mastodontes los detuvieron.

—¿No recuerdas quién soy yo, Fiorellita?— le preguntó a la rubia mirando a Aleksandro. Fiorella la miró furiosa—. Me presento, ya que nunca conociste mi nombre, Aleksandro, mi nombre es Priscila Ducati, en otras palabras, mamá de tu esposa.

—¡Cállate maldita perra, tú no eres mi mama!— le grito Fiorella llena de ira.

Aleksandro miró con decepción a Fiorella, tenía el estómago revuelto, mejor dicho el corazón, tenía los sentimientos todos unidos.

—¡Cállate tú, pequeña bastarda!— le respondió del mismo modo— ¡Si, yo maté a la mama de este imbecil, yo lo llevé a el orfanato asqueroso ese y yo le hice creer que su bastardo hermano estaba muerto!

Fiorella se le lanzó encima, Aleksandro se soltó y se la quito de encima, Fiorella la maldecía y la mujer se reía, Aleksandro sacó a Fiorella de ahí con lágrimas en los ojos.

Subió a Fiorella al auto y arranco a toda velocidad sintiendo como las lágrimas le bajaban por las mejillas. Fiorella sollozaba en el asiento con rabia.

Amor Sin Límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora