Capítulo 36

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Fiorella sintió como la movieron  ligeramente, abrió los ojos y vio Aleksandro mirarla preocupado.

—Bebé, te estás manchando de sangre— le susurro y ella se levantó con rapidez y vio la mancha roja en la sabana y miro a Aleksandro apenada.

—Ay Dios, mira eso—dijo avergonzada.

—No importa, reina, ven acá— le dijo él, llamándola al baño—, te llene la tina con la intención de que te calmes un poquito, quédate aquí, báñate y has lo que tengas que hacer, yo las cambio.

Ella negó mirando a Aleksandro con pena, estaba muy sonrojada debido a la vergüenza.

—Fibi, tranquila, eso es normal— susurro dándole un beso en la frente—, báñate tranquila, sin prisa, yo las cambio rápido.

Ella terminó por asentir y él decidió dejarla sola. Era la primera vez que le pasaba algo así, no le molestaba ni le molestaría si le volvía a pasar. Él tenía claro que esas cosas pasaban.

Quito las sabanas y limpio el protector del colchón y colocó las sabanas de nuevo, las de las almohadas y le acomodó la cama de forma que ella se acostara de nuevo y recogió cualquier desorden que hubiera él el cuarto.

Bajo y entro a la cocina saludando a Marie, le puso a calentar agua para hacerle un té de Jamaica que tanto le gustaba. Busco ibuprofeno y Marie lo miraba con una sonrisa.

—Dile que se quede tranquila que el mes pasado andaba como una pluma abierta— dijo mirando las sabanas—, ya le diré a Jennifer que las remoje.

Aleksandro le asintió y subió, Fiorella le sonrió apenada sentada en la cama mientras se peinaba el cabello.

—Te traigo té y una pastilla por si tienes dolor— le sonrió con amabilidad y Fiorella sonrió enamorada de ese hombre de ojos verdes.

—Me imagino el asco para ti cambiando las sabanas— le dijo apenada y él negó.

—Cuando Laura se desarrolló, estaba solo con ella— le comento a Fiorella—, su primer periodo lo vi, de frente y fue extrañísimo para mí, en mi vida ni pensaba hacer eso—rió él—, pero bueno eso son cosas normales, pienso yo.

Fiorella rió ante la cara de Aleksandro.

—Pregúntale a Christoffer un día de estos como fue cuando me desarrollé— le dijo riendo—, andábamos caminando y re empecé a manchar y Christoffer me llevó a la clínica pensando que estaba herida y me estaba desangrando, imagínate el trauma de Chris — se partió a reír recordándolo, es que de verdad dio demasiada risa.

Fiorella se tomó el té y la pastilla, pensativa luego de un rato Aleksandro y ella se recostaron, Fiorella tenía la cabeza apoyada en la almohada pensando, Aleksandro le hizo cariño en el vientre, pasándole los dedos bajo el ombligo, ella reaccionó y lo miró, miro sus dedos y la vio cerrar los ojos.

—¿Qué piensas, reina?— Fiorella negó sonriendo.

—En cosas malas, sin embargo me da igual— Alek frunció el ceño y ella sonrió.

—¿Cómo así?

—Cosas malas, Aleksandro; lo que atormenta, lo que me pone triste, lo que hace rabiar— susurro ella—, supongo que es consecuencia de la menstruación.

Él la atrajo hacia sí, chasqueando la lengua preocupado por ella. Era extraño verla así.

—¿Qué piensas específicamente? — Fiorella se mordió el labio escondiendo su cabeza en el cuello de él.

—Lo que pasó con Lualdo, Alek— confesó, ella nunca le había contado que pensaba mucho en eso—, sueño con eso mucho y me da asco, es un sentimiento de repugnancia demasiado grande— susurro—, fuera unos años más joven y no tuviese familia y te aseguro que fuera vuelto loca como pasó la primera vez, quizás peor.

Amor Sin Límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora