La obra de J. K. Rowling está llena de referencias a la historia, a los mitos, a las leyendas y a la literatura. Por tanto, a través de ella, se abre un excelente camino para llegar a los orígenes de esos seres mágicos o al misterio que encierran su...
Cerca de Hogwarts viven toda clase de arañas, algunas normales y otras inofensivas. Unas pocas, como Aragog, Mosag y sus hijos, son inmensas e inteligentes, y tienen el don de la palabra.
EL NOMBRE DE ARAGOG.
El nombre de Aragog tiene el mismo origen que <<arácnido>>, la denominación científica de las arañas. Ambos derivan de una mujer mítica, Aracne, que tenía un talento especial para hilar y tejer. Aracne, que era bastante orgullosa, desafío a Minerva, la diosa romana de la artesanía, a una competición. Aracne venció a Minerva, pero la diosa se enojó tanto que la convirtió en una araña, obligándola a tejer sólo telas de araña. Los nombres Aragog y Mosag también recuerdan a los nombres de los gigantes Gog y Magog. Además, mosag significa en gaélico <<mujer sucia>>. Y, aunque probablemente sólo sea una coincidencia, es casi un anagrama de gossamer, que en inglés significa algo ligero, como las telarañas.
COMEDORAS DE CARNE HUMANA.
En Cámara, Aragog parece dispuesta a dejar que sus hijos devoren a Ron y a Harry. En esto sigue una larga tradición. Muchos autores se han inspirado en las arañas para crear monstruos que comen carne humana. En comparación, las arañas de J. K. Rowling, aunque no ponen ninguna objeción a comerse a los humanos, parecen más comprensivas que la mayoría. Son mucho más benevolentes que Shelob, la araña que J. R. R. Tolkien creó en El Señor de los Anillos:
Allí tenía su morada, desde tiempos inmemoriales, una criatura maligna de cuerpo de araña... y que a nadie servía sino a sí misma, bebiendo la sangre de los Elfos y de los Hombres, entumecida y obesa, rumiando siempre algún festín; tejiendo telas de sombras; pues todas las cosas vivas eran alimento para ella, y ella vomitaba oscuridad...
Poco sabía ella de torres, o de anillos o de cualquier cosa creada por la mente o la mano, y poco le preocupaban a ella, que sólo deseaba la muerte de todos, corporal y mental, y para sí misma una hartura de vida, sola, hinchada hasta que las montañas ya no pudieran sostenerla y la oscuridad ya no pudiera contenerla.
Pero ese deseo tardaba en cumplirse, y ahora encerrada en el antro oscuro, hacía mucho tiempo que estaba hambrienta, y mientras tanto el poder de Sauron se acrecentaba y la luz y los seres vivientes abandonaban las fronteras del reino; y la ciudad del valle había muerto y ningún elfo ni hombre se acercaba jamás, sólo los infelices orcos. Alimento pobre, y cauto por añadidura. Pero ella necesitaba comer, y por más que se empeñasen en cavar nuevos y sinuosos pasadizos desde la garganta y desde la torre, ella siempre encontraba alguna forma de atraparlos. Esta vez, sin embargo, le apetecía una carne más delicada.
LA UTILIDAD DE LAS ARAÑAS.
Aragog y su familia son buenos ejemplos de lo que parece ser una norma importante en el mundo de Harry: las apariencias engañan, y casi todas las criaturas (incluidos los humanos) tienden a dar a los demás el mismo trato que han recibido ellos.
No es de extrañar, pues, que bajo la fealdad y la ira de Aragog se oculte una criatura con sentimientos que puede ser más buena que mala. De hecho, proporciona a Harry una importante pista sobre el misterio de la Cámara de los Secretos. Durante un tiempo, se creyó erróneamente que Aragog era el monstruo que fue liberado de esa cámara cincuenta años antes de la aventura de Harry. Pero ese monstruo, dice Aragog, era en realidad <<una antigua criatura que las arañas tememos más que a ninguna otra cosa>>. Más adelante, Harry descubre que Aragog se está refiriendo al basilisco; y cuando ve a las arañas huyendo de Hogwarts, sabe qué la gran serpiente anda suelta.
