La obra de J. K. Rowling está llena de referencias a la historia, a los mitos, a las leyendas y a la literatura. Por tanto, a través de ella, se abre un excelente camino para llegar a los orígenes de esos seres mágicos o al misterio que encierran su...
La tercera y última prueba del Torneo de los tres magos se sitúa en un laberinto construido especialmente para este propósito. En su interior, los competidores deben encontrar un boggart, una esfinge, un escreguto de cola explosiva, una araña gigante y una niebla dorada que los vuelve del revés. En su centro se halla el cáliz de fuego.
EL LABERINTO DE CRETA.
Este laberinto es central en uno de los mitos griegos más conocidos sobre las pruebas que debe superar un héroe para demostrar su valía: la historia de Tesea y el Minotauro. El laberinto fue construido en la isla de Creta por Dédalo, quizás el inventor más bueno de su tiempo. Se creó para contener a la mascota del rey Minos: un monstruo que comía carne humana, con cuerpo de toro y cabeza de hombre, conocido como el Minotauro.
En aquella época, Creta dominaba Atenas, la cual debía pagarle un tributo anual que consistía en siete muchachos y siete muchachas. Todos los años, esos desdichados debían entrar en el laberinto, que era demasiado complicado para salir de él, y eran devorados por el Minotauro. Un año, Teseo, hijo de un rey ateniense, estaba entre los jóvenes que formaban el tributo. Pero Ariadna, la hija del rey Minos, se enamoró de él antes de que entrara en el laberinto. Para salvarle la vida, le entregó una espada con la que podría dar muerte al Minotauro y un ovillo de hilo que le indicaría el camino de regreso.
Aunque Teseo fue desagradecido con Ariadna, tras su éxito en el laberinto se convirtió en uno de los reyes más grandes de Atenas.
