Platos rotos.

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Kise llego corriendo a la casa de su padre, estaba feliz y eso era decir poco, cuando llego saco rápidamente una copia de la llave que su padre le había dado, entro rápido, y grito una "ya llegue" siendo respondido por un "bienvenido, estoy en la cocina", cuando entro en ella, se encontró un hombre alto de cabello rubio y ojos anaranjados casi rojos, era más alto que su hijo y de cuerpo mas grande, pero mantenía una presencia de elegancia y dócil, recibió a su hijo con una abrazó, pero sin tocarlo pues su delantal de cocina estaba manchado y no quería ensuciar a su hijo.

_pero mira nada mas lo radiante que están, ¿algo nuevo que contar?_

_oooooo ni te imaginas papá (se mete un trozo de carne de la olla en la boca) mhid sehgpakdjii se gjme ajycakjba de dhechlgaoprar_

_OOOOOOO ¿de verdad?, felicidades hijo, me alegro por ti, te dije que algo me decía que ella sentía lo mismo, pero y dime, ¿Qué mas paso?_ respondió el hombre, entendiendo lo que le dijo su hijo aun con la boca llena de comida, el hombre mayor junto a su hijo se sentaron en la mesa para cenar.

Kise le contaba a su padre la escena "romantica" de cómo fue la declaración, el mayor sabía que su hijo estaba exagerando pues para empezar dudaba que la estación de tren hayan caído pétalos de sakura, pero decirlo de esa manera hacia feliz a su hijo y el no tenia corazón para cortarle las alas, a demás de que lo del chico con un violín dando una melodía romántica y tranquila al ambiente lo dejara para la duda.

Continuaron charlando de más cosas, su padre le contaba a Kise como le va en el trabajo, concejero de finanzas, aun cuando Ryota no entendía nada cuando su padre empezaba a agregar numero y vocablo de su trabajo a su relato, lo escuchaba atento.

Después de la cena cada una se fue a la cama, les gustaría continuar compartiendo pero el hombre tenía que dormir, su trabajo iniciaba temprano y su hijo se veía cansado.

Kise se fue a su cuarto, aun cuando no era su casa principal, su padre le tenía a sus tres hijos una habitación a cada uno, amueblada y decorada a los gustos de cada uno, pero solo su hijo menor le visitaba, a kise le dolía como sus hermanas trataban a su padre y ni hablar de su madre que repudiaba a su ex marido como si el hijo del diablo se tratase, no entiende como un hombre tan bueno pudo terminar casado con una mujer tan mala como ella, pero bien dicen que el amor es ciego.

Sin problemas y aun con la felicidad recorriendo todo su cuerpo, logro quedarse dormdo con una sonrisa.

_yo también te amo, Yukio..._

Era de noche, altas horas de noche, pero por más que la pelinegra quisiera dormir no podía, su cerebro se empeñaba en recrear lo ocurrido hace una horas, bastantes horas de verdad, se encontraba sobre su cama, las tapas de estas estaban perfectamente areglada señal de que ni tan siquiera se había metido dentro, la ventana tenia las cortinas corridas para que de esta forma la luz de la luna entrara libremente a su habitación, el cielo nocturno estaba bastante oscuro, aun cuando la luna se podía apreciar, varia nubes negras le acompañaban señal de que pronto llovería, la chica sobre la clama se encontraba abrazando sus piernas, sumergida en sus pensamientos, ¿Cómo es posible que le haya dicho eso a Kise?, A KISE, maldita sea el rubio si antes ya se le pegaba ahora con suerte podría ir al baño sola, pues era seguro que el rubio querrá hablar de ellos.

Pero.... ¿se arrepentía?

Maldita sea ni siquiera sabía si lo hacía o no, solo sabía que sentía algo por su Kohai pero no estaba segura del que, y va y le dice eso al chico, mierda y que pasa si resulta que solo lo ve como un hermano, no quería lastimarlo, no quería verlo llorar, se encontraba entre la espada y la pared por sus propias acciones, mal momento para que sus padres estén de viaje, necesitaba el concejo de su madre, pero tampoco dudaba que la mujer pueda ayudarle, ella no sabía por lo que pasaba su hija y no conocía toda la historia como para dar un buen concejo para el momento.

Kuroko no Fem!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora