Capítulo 3

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- Disculpa venir sin avisar pero, por primera vez me dejaron al cuidado de mi hermano y digamos que no soy muy buena.


¿Alexa? Alexa está aquí y quiere que le ayude, es como si quisiera tener un hijo conmigo (vale, mejor no me voy a esos extremos) pero estaba aquí, soy la persona que confía para ayudarla, eso sin duda era un punto a mi favor. No podía dejar de mirarla, se veía muy bien casual. 

Aún seguía mirándola como idiota cuando sonó mi teléfono.


- Pasa—dije avergonzado, (debe de estar pensando que soy un idiota) Debería de tener un plan por si ella venía pero nunca consideré esa posibilidad.


Miré el celular, llamaba Christian, debía de ser muy importante para que me marque.


- ¿Qué ocurre?

- Necesito un favor, hermano. A Elizabeth mis padres... Yo—estaba nervioso, talvez incluso asustado, entonces si era grave, él no se asustaba con cualquier cosa—Mis padres correrán de la casa a mi hermana, tienes que ayudarme, te lo pido... No, no te lo pido, te lo suplico.

- Cálmate primero que nada... ¿Qué sucedió?—Alexa me observaba con un poco de preocupación.

- Descubrieron que era cristiana—suspiró. Yo sabía que eso era malo, sus padres han liderado muchas campañas "anti-cristianos" y conocía perfectamente su posición ante las familias cristianas (lógicamente iba incluida en la campaña).

- Está bien, mis padres y yo la recibiremos con los brazos abiertos... ¿Vendrá en este momento o mañana?—por favor que diga mañana, estoy con la mujer de mi vida ahora. Nunca imaginé que la descubrieran, siempre tenía cuidado, al parecer no tanto como pensé.

- Mañana, te enviaré las maletas en unos minutos—respondió más tranquilo—te debo una enorme.

Colgó.


Alexa estaba dándole pequeñas palmadas a su hermano en el rostro, parecía desesperada por despertarlo, incluso pude ver varias lagrimas cayendo de sus hermosos ojos (no es tiempo para romanticismos Carlos) Mi subconsciente tenía razón pero para mí no tenía sentido que quisiera despertarlo cuando ambos sabíamos que era un diablillo cuando estaba despierto.


- ¿Por qué quieres despertarlo?

- Para saber que está bien—sollozó.

- Explícate...

- Pues... Estábamos jugando, al escondite, y cuando lo encontré salió corriendo para llegar al lugar donde conté más rápido... Ya sabes, lo que se debe hacer en este juego—traté de seguirle la corriente, pero hablaba demasiado rápido y muy enredado—el punto es que se cayó y golpeó—dijo señalando su cabeza, la cual no había reparado por estarla mirando. Tenía un bulto grande en la frente y una pequeña mancha de sangre en el mismo.

- No te preocupes, traeré alcohol y se despertará. Aunque yo de ti, lo dejo dormir hasta mañana—respondí rascándome la nuca.

- No, por favor, quiero verlo despierto—agregó casi en suplica. Justo en la fibra sensible.


Busqué rápidamente el botiquín que tenía para Daniel (el muy inquieto siempre tenía alguna raspadura, gigante por cierto, y muchos cortes, en algunas ocasiones me tocó correr al hospital con él riéndose en el taxi ya que, supuestamente, había valido la pena lastimarse por un poco de diversión). Fui a llenar una olla con agua para prepararle un té a Alexa, así quizás, calmaba los nervios.

Dios no te prohíbe divertirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora