Capítulo 25

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Narra Elizabeth.

Jason, Liam y José, quien se encontraba de visita unos días, miraban a mi prometido con desaprobación. Matt se veía claramente incomodo, trataba de sacarles conversación, de conocerlos pero esos chicos parecía que tenían hielo en el corazón. Admito que tenían razón en estar enojados, volvía después de años de no haber tenido contacto y con prometido, sin siquiera haber hablado con Carlos primero; aunque la verdad no podía creer que él aun creyera que teníamos algo, es decir, habían pasado cinco años, en algún momento tuvo que aparecer una persona que lo quisiera.

Estaba sentada con Chris en la barra, el silencio nos poseía a pesar de la música que ensordecía nuestros oídos. Mientras que Matt estaba en el baño, quizás para huir de las miradas reprobatorias de los chicos, aunque estaban siendo injustos, si iban a enojarse con alguien era conmigo. Decidí enterarme un poco de lo que Carlos había hecho todo este tiempo así talvez sabría cómo abordar mejor la situación.

- Carlos... ¿Ha estado saliendo con alguien?—Chris pareció sorprendido por mi repentino interés en ese tema, lo que no sabía es que en realidad tenía mucha curiosidad acerca de ese tema.

- Pues no, pero tengo entendido que hay una chica que le quiere. Bueno, él no me lo dijo pero se le notaba a leguas a la muchacha—se quedó pensativo unos segundos, mirando su bebida, y después prosiguió—deberías hablar con él, no quiere entrar en una nueva relación porque piensa que ustedes volverán a estar juntos, aunque cuando se enteró de que tenías novio se puso un poco mal.

- No pensé que Carlos aun siguiera pensando en nosotros como pareja. Por Dios pasaron muchos años, era para que él hubiese seguido con su vida—dije subiendo demasiado la voz, tanto que los chicos voltearon a mirarme—no es justo para él, ni para mí. Es más, iré a hablar con él en este mismo momento.

Salí del lugar lo más rápido que pude para que ni mi hermano ni Matt pudiesen detenerme. El aire de la noche me golpeó de lleno en el rostro en cuanto pise la calle. Era una noche solitaria, no se divisaba ni siquiera un taxi, pero si tenía que irme caminando para llegar a su casa lo haría, sin embargo había un problema, no sabía dónde vivía actualmente, seguramente luego de la muerte de sus padres se había mudado, así que ahora estaba en un punto nulo. No quería volver dentro de la discoteca pero tampoco podía ir a ver a Carlos.

Le envié un mensaje a Liam con la esperanza de que saliera a hablar conmigo. Pude ver que si leyó el mensaje pero que no se había dignado a responder, por lo que solo me quedaba a pelar a irme al cuarto del hotel. Justo cuando estaba por empezar a caminar para buscar un taxi Liam me llamó. Estaba a dos cuadras del lugar por lo que tuvo que correr para poder alcanzarme. Se veía más acabado, no lo había detallado demasiado, no hasta ahora. Estaba muy delgado, tenía ojeras debajo de sus ojos verdes, se le notaban demasiado los huesos y parecía que si pasaba un fuerte viento probablemente se estamparía con el suelo. Me preguntaba que le había pasado, por qué estaba tan mal. Quizás alguna enfermedad pero temía preguntarle, no éramos tan cercanos y no quería ser imprudente.

- ¿Para qué me necesitas?—un aliento a ron y marihuana me golpeó de lleno, haciéndome toser un poco, por lo que él se echó a reír—lo siento, debí hablarte más de lejos.

- Tranquilo—respondí tratando de restarle importancia pero ahora estaba realmente preocupada por él—yo... me preguntaba si sabes dónde vive Carlos actualmente, necesito hablar con él.

- Oh. Pues si sé pero no te lo diré—dijo quitándose el cabello marchito del rostro—además, ahora debe estar en el trabajo o con Alex así que no sabría decirte muy bien.

Dios no te prohíbe divertirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora